Capítulo X

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- ¿Dónde estará Andrea? –pregunta Antonella –Ya se está tardando en regresar.

-Cualquiera diría que te incomoda estar acá conmigo –respondo con cierta ironía –Déjalos... ellos vuelven dentro de poco.

-No dije eso. Solo es que es mi hermana y me preocupo por ella.

-Mejor no te preocupes y vamos a bailar. Te quedaste para eso ¿no?

Ella asiente y tomo su mano para guiarla a la pista.

Una bachata suave suena al fondo y nos disponemos a bailar. Como me lo imaginaba, ella domina también este género. Se mueve con gracia y sensualidad. Mis manos recorren su cuerpo con respeto, pero con avidez.

Con suspicacia la tomo por la cintura y la pego a mi cuerpo, haciendo que con cada movimiento el roce sea más insinuante. Nos miramos fijamente y ambos sonreímos.

Ella coloca sus manos en mi cuello y me acaricia con sus uñas. Jugamos a tentarnos, pero sabemos que solo es un juego, nada más. Sin embargo, disfrutaré cuanto pueda. No puedo negar que me gusta, me atrae, me provoca.

Después de un rato regresamos y notamos que Mark y Andrea ya se encuentran sentados.

-Pensé que te habías ido, hermano –digo con mi tono sarcástico que Mark sabe interpretar.

-Estaba mostrándole una cosita a Andrea en el balcón –responde sonriendo.

- ¿Antonella te puedo mostrar una cosita en el balcón? –miro insinuantemente a la chica mientras le doy un sorbo a mi trago.

-Vamos... Pero me enseñas una cosita que te dije que no me debes mostrar y te tiro del balcón.

«Esta mujer es un caso»

Reímos y conversamos. Compartimos y nos divertimos. Andrea y Antonella parecen buenas mujeres. Esto podría ser bueno para Mark, aunque no debemos bajar la guardia. Las mujeres son de cuidado.

Sin darme cuenta se hacen las 5 de la mañana. Ya es hora de irnos. Estoy sumamente cansado.

Voy al baño a acomodarme un poco. Soy moreno y se me notan unas ojeras brutales. En serio necesito dormir.

Al llegar a la mesa veo que ya todos recogieron sus cosas. Vamos a la salida y acompañamos a las chicas a tomar un taxi. Andrea se despide de Mark con dulzura. Por otra parte, Antonella y yo solo nos miramos a la cara.

-Bueno Señorita Antonella... Fue un placer conocerla –Le extiendo la mano –Disfruté mucho la noche de hoy.

-Igualmente Señor Damián... Yo también disfruté bastante –me toma la mano con suavidad –Espero verte pronto.

-Delo por hecho –Saco una tarjeta de mi bolsillo y se la doy –Acá tienes mi número telefónico.

-Pero mira nada más... «Licenciado Ferreira» -sonríe –Te queda bien el título y todo.

-A mí todo me queda bien –Alzo la ceja en un gesto de egocentrismo.

- ¿Hasta yo te quedaría bien? –pregunta, acercándose.

-Te da miedo averiguarlo... Espero que pronto te des la oportunidad de descubrirlo.

Me inclino hacia ella y le doy un beso en la mejilla, bastante cerca de sus labios, susurrando en su oído:

-Estoy seguro que podemos pasar momentos muy apetecibles juntos. Tiene las mismas ganas de vernos de nuevo que yo. Espero su mensaje en la prontitud posible.

Aún no lo sabes... Pero serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora