Capítulo XXIII

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-Debes sentirte muy mal... Desde que nos conocemos nunca te había pasado algo así.

- ¿Quieres que te sea realmente sincero? –Le pregunto luego de darme un trago.

Jean Carlos arruga el rostro.

-Por supuesto, pendejo... ¿Para qué quiero que me mientas?

-Bueno, pero tampoco tienes que arrecharte... Déjame ponerle un poco de suspenso a la cosa. Tu no joda...

- ¿Y tú crees que estamos en una novela o qué carajo? Apúrate y cuéntame, que el chisme esta bueno.

Amo a este infeliz.

-Pues... me siento bien con su decisión.

-Aja... Explícate por favor. El Damián que conozco se despediría de ella y nunca más la llamaría.

-En eso estas en lo cierto. Sin embargo, recuerda que esta salida era para ponerla a prueba. Aunque me dejó con las ganas de metérselo hasta el borde de un shock sexual, me motiva el hecho de pueda tener la fuerza de voluntad para decir "no".

-Lo que quieres decir es que...

-Lo que digo es que se está ganando mi confianza. Quizás ella si sea distinta a las demás.

-A mí me cae bien. Así que por mi parte tiene un visto bueno. Date un chance con ella hermano.

Todo a su tiempo... Además, tengo cosas que arreglar antes de meterme en una relación. Recuerda que hoy viene Elise.

- ¡MIERDA! ¿Cómo vas a hacer con ella?

-Muy buena pregunta... pero si planeo tener algo serio con Antonella tengo que alejarme de Elise y de cualquier otra que me incite al pecado.

Jean Carlos me quita la botella de la mano y se da un trago bastante fuerte.

-Espera, espera, espera... Tengo que escuchar eso de nuevo. Repítelo...

-Muy chistosito, pendejo.

- ¡Repítelo hijo e' madre!

-Coño que me alejaré de las demás cuando Antonella sea mi novia porque no planeo serle infiel ¿Feliz?

- ¿Quién coño eres y que mierda hiciste con Damián?

-Ah vaina... Jean Carlos no me conocer cuando voy en serio con alguien. Podrán decir mil cosas de mí, pero este moreno tiene principios y ética moralista.

-Lo que te falta es tener corazón, puto bastardo.

-Pero ¿Hasta cuándo? Me la tienes juradita hoy.

-Déjame disfrutar del momento, porque siempre eres tu quien me fastidia a mí.

Pasamos unos minutos hablando y riendo hasta que noto que el sueño le empieza a ganar a JC.

Decido levantarme con delicadeza para no despertarlo, cojo la botella y me siento en mi sofá del balcón.

Ya está amaneciendo.

Veo como poco a poco el sol va saliendo en el horizonte y sus rayos de luz me dan en la cara.

Su calidez solo se compara al calor de una mujer.

Cierro mis ojos y sin darme cuenta Morfeo me envía al mundo de los sueños.

Fue una excelente noche.

Todos se la llevaron bastante bien, aunque sigue sin convencerme esa Andrea.

Ojalá esté equivocado con respecto a sus intenciones con Mark.

Aún no lo sabes... Pero serás míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora