VIII. 5:30 am

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Duras embestidas golpeaban en el interior de Aoba sin ninguna clase de piedad

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Duras embestidas golpeaban en el interior de Aoba sin ninguna clase de piedad. No, no eran provocadas por Mink; el peliazul saltaba con fuerza sobre la dura entrepierna del contrario, quien aún permanecía inmóvil por el poder de Scrap.

Así era como aquel hombre estaba siendo usado como nada menos que un juguete sexual, una linda muñeca que Aoba montaba como en un rodeo.

El ambarino poseía en sus ojos ese brillos singular que alertaba nada más que peligro. Su sonrisa sínica se agrandaba al ver los ojos de Mink mirándole con una extraña mezcla de odio intenso y placer absoluto.

—¿Qué se siente ...Mink? Ser usado como un juguete. Ahora somos iguales; yo soy tu saco de boxeo, y tú, mi juguete sexual—. Soltó una estrepitosa risa y Mink un gruñido; estaba más que furioso, eso era seguro.

Dentro de la malisiosa mente de desiré no solo se albergaban los pensamientos de placer, también pensaba ¿qué será capaz de hacerle Mink si lo liberaba del poder de Scrap justo ahora?

Golpearlo hasta hacerle escupir sangre, llorar por un dolor insoportable, destrozar su interior a punta de embestidas más que rudas, matarle...todo le resultaba tan tentador y excitante que las embestidas que él mismo se daba ya no parecían causarle tanta sensación como en un inició.

Aoba tomó con brusquedad el cabello de Mink y acercó su rostro al del contrario.

—Eres libre—. Mencionó, con una excitada voz y rompiendo así el efecto de Scrap.

El silencio reinó por un momento, Aoba continuaba sosteniendo con fuerza el cabello de Mink, pero en cuanto éste pudo moverse de nuevo, llevó su enorme mano hasta el cuello del peliazul, levantándole y saliendo de él. Un gemido, casi placentero salió de la boca del ambarino.

Mink se levantó de aquella silla, sosteniendo, con una inminente fuerza, el cuello de Aoba. Caminó lento hasta la pared más cercana, y con toda su fuerza, estampó al peliazul contra ésta.

Aoba estaba en un éxtasis, el duro golpe de su cuerpo contra aquella pared le provocó un dolor tan insoportable que comenzó a soltar gemidos casi imperceptibles. Pero su martirio apenas comenzaba.

Las manchas carmesí en el piso no parecían tener un final

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Las manchas carmesí en el piso no parecían tener un final.

Mink introducía su miembro erecto en el desecho interior de Aoba, quién soltaba lágrimas de dolor y placer.

La sangre estaba haciendo un muy buen trabajo como lubricante, Mink había tomado el papel de verdugo al apartar cualquier rastro de humedad de la entrada de Aoba, ocasionándole así un desgarre al haber entrado firme y preciso en el lastimado orificio.

Aoba gemía más y más, se encontraba tirado en el suelo como un animal moribundo, mientras Mink, sin ninguna clase de piedad, destrozaba su interior (nunca mejor dicho).

La violenta sensación, junto con su piel rasgándose y el intenso ardor que esto provocaba, lo hicieron soltar un poco de líquido preseminal, el cual ayudaba bastante bien a la mano de Mink, que se encontraba masturbando con tanta fuerza aquel erecto miembro que no tardaría en correr el mismo destino que su trasero.

El peliazul a punto de llegar al orgasmo, tomó fuertemente el cabello de Mink, jalandolo hacia atrás. Mink como respuesta, posicionó su mano en la espalda de Aoba, acercándose hasta su cabello y jalandolo tan fuerte que un grito sonoro penetró las cuatro paredes, llegando hasta aquellas personas fuera.

En la parte de afuera, los integrantes de Scratch y amigos de Aoba no estaban muy ajenos al asunto del masoquismo y los gemidos; aquel ambiente dejaría al peor bar de mala muerte como una iglesia.

Pero regresando con Aoba, en aquel cuarto, donde el piso ya estaba manchado con gotas carmesí y algunas hebras azules, gotas blanquecinas se unían al arcoiris de fluidos; el peliazul se había corrido.

Aoba jadeaba y mantenía aquella sonrisa maliciosa y sínica en su rostro, Mink en cambio, lo veía con odio.

—Eso fue interesante ...¿Quieres ir por la segunda ronda?—Preguntó burlón, recibiendo un duro puñetazo en el rostro como respuesta.

El golpe le provocó una inminente vista borrosa y un tornado en su mente, sintió que perdería el conocimiento por un momento, pero no estaba dispuesto a terminar tan rápido, después de todo; Mink aún no se corría.

Tomó de nuevo el grueso cabello de Mink y unió su rostro con el suyo, dándole un descarado y obsceno beso. Mink intentaba apartarlo con otro golpe, pero la lengua de Aoba invadiendo su boca lo distraía por completo.

Las caderas de Aoba se movían, introduciendo la virilidad de Mink más adentro, destrozando todo a su paso. El dolor era insoportable, tan malditamente insoportable que el pene de Aoba volvió a levantarse.

Mink gruñía por las sensaciones, tal parece que estaba a punto de llegar al climax.

Aoba continuaba moviendo sus caderas y recorriendo su lengua sin ninguna clase de vergüenza por la boca de Mink.

El momento se acercaba, Mink había comenzado a embestir, esto en combinación con los movimientos de Aoba, hacían la penetracion tan dura y profunda, que el peliazul sentía que en cualquier momento sería partido en dos.

Finalmente la esencia de ambos se espacio por el abdomen e interior de Aoba.

Una vez Mink se sintió liberado, soltó a Aoba, haciéndole caer en el suelo.

—Yo también te amo~—. Mencionó, seguido de una risa burlona.

Mink abrió la puerta de la habitación, dejando escuchar un festín de blasfemia; gemidos y palabras obscenas provenían de afuera.

Excelente, el verdadero show apenas comenzaría.

Holi 🤗 estos capítulos han estado muy light, creo que es hora de subir la intensidad 7u7

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Holi 🤗 estos capítulos han estado muy light, creo que es hora de subir la intensidad 7u7

Noche en Sodoma [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora