XIII. Noche 2 [Parte 4 Ultima]

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Clear se divertía

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Clear se divertía. El desconocido lugar estaba completamente teñido de rojo, parecía un escenario sacado directamente del infierno.

Dos hombres a un costado aún permanecían vivos, pero sintiendo como su propia sangre salía del orificio en sus cuellos y caía sobre su entrepierna mutilada.

El ardor de sus heridas abiertas no era nada comparado con las ratas que comenzaban a comer lo que quedaba de sus entrepiernas (amigas traídas por el satisfecho ambarino amo del lugar, por supuesto).

Los filosos y nauseabundos dientes rasgaban la carne que se hayaba a los alrededores de la herida, algunas incluso lograron abrirse paso y cavar un túnel en sus interiores.

Mientras tanto, el último y aterrado hombre observaba como sus compañeros sufrían un destino que pronto lo alcanzaría a él, ese destino que se acercaba de manera lenta y tortuosa, todo por ese verdugo de sonrisa inocente pero sádica mirada.

El hombre permanecía atado pero con el rostro en el suelo; tan patético.

Clear observaba la espalda del hombre, sus manos estaban atadas a ésta, al igual que sus tobillos; estaba completamente inmovilizado.

Sus ojos habían disfrutado tanto deleite por parte del líquido rojizo que su entrepierna mostraba un bulto erecto de considerado tamaño.

¿Quién sería el afortunado en saciar sus deseos?

A pesar de la obvia respuesta, observó a las masas sanguinolentas con visitantes caminando por todo su cuerpo.

Repugnante. Pensó. Definitivamente su inocencia aquí no era parte de su personalidad.

Entonces sonrió, viendo como tenía un campo libre frente a él.

El hombre tenía músculos marcados, era alto y además poseía tatuajes en algunas partes de su cuerpo.

-Así que un hombre rudo-. Mencionó en voz alta con excitación.

Bajó de manera paciente y tranquila su pantalón, dejando a la vista su parte baja dándole una gran bienvenida.

Clear se inclinó y tomó las caderas del hombre, quien no podía moverse, pero su rostro reflejaba miedo y una completa irá.

Sin dudarlo demasiado introdujo su duro y gran miembro en la entrada del hombre. La cavidad era tan estrecha y caliente que hizo al peliblanco soltar un ligero gemido. Las paredes internas de aquel musculoso hombre se sentían tan placenteras, el roce era tan satisfactorio.

Una inocencia corrompida con el más dulce y pecaminoso veneno de todos: la lujuria.

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Noche en Sodoma [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora