CAPÍTULO I

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— Buenos días cielo, parece que no tuviste una buena noche —saludó mi mamá preparando el desayuno

— Buenos días mamá, la verdad no...

— ¿quieres hablar de ellos? —empezó a poner la mesa

— No mamá, hoy no tengo ganas de nada... —comencé a ayudarla

—Amor, apenas hoy comienzan tus vacaciones de invierno, debes de aprovecharlas al máximo

— Supongo

— ¿es por la mudanza?

— No mamá, claro que no, estoy feliz por cambiar de ambiente —me senté de golpe en una de las sillas del comedor.

— Pues querida hija, prepara tus maletas que las vacaciones serán diferentes a partir de hoy... —dijo sirviendo mi típica taza mañanera, humeante de café con leche.

— ¿Por qué estás más rara de lo normal?

— ¿aún no terminas de adivinar?

— Lo siento pero no...

— Iremos a la casa de los abuelos, te quieren ver y por primera vez en muchos años, la familia estará realmente unida.

— ¿no estás jugando conmigo verdad? —la emoción me invadía y me era muy difícil de disimularlo.

— No querida Hannie, así que prepara tus cosas que toda la familia quiere verte.

— Claro que sí mamá.

-x x x-

Después de 7 horas de largo viaje, mi mamá estacionó el auto en frente de la casa de mis abuelos, según mi mamá, ellos no sabían que nosotros nos mudábamos y llegábamos hoy.

— Mamá...

— ¿qué paso muñeca?

— Este de... ¿Cómo sabemos si mis abuelos están en casa? —dije mirando a la puerta, que estaba cerrada

— Bueno, tu tío Felipe nos ha ayudado con eso, el se encargó de que tus abuelos no salieran hoy, podemos decir que somos, hmmm... Así cómo su regalo de navidad —se veía muy contenta y por eso no debía de bajonearla

— Bueno, creo que ya es hora mamá...

— Si hija —hacía tanto tiempo que no veía a mi mamá tan nerviosa como ahora.

Bajamos de la camioneta, y de la cajuela sacamos el equipaje, caminamos hacia la puerta, la emoción me invadía, tanto tiempo sin ver a mi familia querida. Mamá tocó el timbre y mi tío nos abrió la puerta sonrientemente mientras que entrábamos a la casa, ahora un poco más ampliada. Tomó nuestras cosas y se las llevó hacia un cuarto haciéndonos una señal de que camináramos hacia la cocina.

— Doña Luisa, buenos días... —dijo mi mamá, mi abuela estaba sacando unos ingredientes de la alacena, hasta que se giró lentamente y nos vio, los ojos se le llenaron de lágrimas, abrazó a mi mamá tan fuerte que hasta puedo asegurar que todas las partes rotas de su corazón se le volvieron a unir, se me estrujó el corazón cuando vi que mi mamá estaba llorando también.

— Por Dios hija mía, tanto tiempo rezando para que las volviera a ver y ahora sé que todas las plegarias que he hecho, han valido la pena

— Ay mamá, también le he pedido a Dios por volverte a ver y estar entre tus brazos amorosos...

— Ay, ¡pero mírate Hannah! Ya eres toda una señorita, pero siempre serás mi princesita valiente —dijo mi abuela abrazándome fuerte y plantándome besos en toda la cara, habían pasado dos años desde la última vez que nos vimos.

HANNAHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora