Cap 19: Zolata.

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 Los primero en despertar fueron Abdier, por la costumbre que tenia de madrugar; y Ryden, quien por mantenerse siempre en contante vigilancia no solía dormir mucho, y menos profundamente. El pelinegro y el rubio se dirigieron hacia la cocina para poder hacer la comida, el ojiceleste ayudaba al niño viendo con curiosidad lo que hacia el muchacho de ojos pardos.

 Aquella mañana no había aparecido el sol, pero eso era común en las tierras del Norte, el cielo era cubierto por una gruesa capa de nubes negras de tormentas. Estaba nevando, lentos copos de nieve danzaban en el aires antes de caer al suelo para luego formar parte del paisaje helado.

 Al final hicieron un desayuno algo modesto pero perfecto para climas fríos: tostadas con mermelada, tazas llenas de café caliente y galletas recién horneadas.

- ¿Qué es ese delicioso aroma? - pregunto de repente Fermin adentrándose en la cocina.

- Galletas - le respondió el pelinegro entregándole una enorme galleta, casi tan grande como las manos de Ryden.

- ¿Qué sucede? - pregunto Eliot entrando con Kairos y Charbel, el segundo muchacho tenia el cabello revuelto y parecía que recién se despertaba; mientras que el peliblanco y el pelirrojo estaban completamente peinados y arreglados.

- Nada, solo que el desayuno ya esta listo - decía tranquilamente señalando la mesa.

 Los adolescentes se sentaron en la mesa y se sirvieron un poco de café con galletas, el único que tomo té fue Charbel, quien miraba el café con una mueca de asco que ofendió a Eliot, siendo él un amante del café negro no le gusto para nada la mirada del peliblanco. El desayuno fue tranquilo y acogedor, algunos hablaban y otros simplemente se mantenían en silencio mientras comían escuchando lo que lo demás hablaban.

 Cuando terminaron de desayunar, Kairos y Fermin se pusieron a lavar las tazas y cubiertos utilizados. Eliot se dirigió hacia la biblioteca y Charbel se fue a paradero desconocido, Abdier y Ryden se habían ido a los establos a ver a los Pegasus.

 En los establos el rubio observaba a los Pegasus con asombro, el niño le había arrastrado hasta ahí para, según él, buscarle un compañero. Miro entre los cubículos, observando los compañeros de los adolescente que se encontraban en la mansión, el único que no estaba era Kuro, el compañero de Charbel; pero entre los Pegasus, su favorita había sido una hermosa hembra de gran tamaño, de pelaje dorado y de crines blancas, las alas del Pegasus tenían hermosas y suaves plumas doradas. Aquella hembra recibió el nombre de Zolata (Oro); siendo ahora la compañera del gran rubio de ojos celestes.

- Cuídala, ella confía en ti para protegerla - le dijo Abdier con los brazos cruzados, mirando con seriedad al gigantesco rubio cenizo.

- Si, la protegeré con mi vida si es necesario - dijo alegremente acariciando la nariz de Zolata, quien soltó un fuerte resoplido ante la caricia, acercándose un poco más a Ryden.

- Bien - decía satisfecho por la sincera respuesta del alto joven.

 Después de un rato, ambos se marcharon del lugar con sonrisas pintadas en sus rostros. Cuando llegaron a la mansión, los cuatro adolescentes restantes ya se encontraban ahí, parecían estar muy serios por un motivo que ellos desconocían por completo.

- Ya es hora - dijo Charbel mirando fijamente a Abdier, quien entendió a que se refería el peliblanco, los jinetes se estaban moviendo, estaban lo suficientemente alejados el uno del otro como para poder acercarse sin salir heridos - Peste y Hambruna se han alejados, podemos acércanos con más seguridad ahora.

- Ya veo - dijo en un susurro el pelinegro mientras se acercaba con aire pensativo - tendremos que dividirnos, mientras más rápido mejor - decía chasqueando los dedos, haciendo aparecer el paquete que le había entregado Ryden la noche anterior - Kairos, encárgate de Hambruna.

- Déjamelo a mi - decía con orgullo, recibiendo el paquete que le entregaba el niño con curiosidad, en verdad quería saber que era lo que Ryden había conseguido como ofrenda para un jinete apocalíptico.

- Bien, yo iré contigo - dijo Fermin caminando hacia el niño, levantando le del suelo con un fuerte abrazo como era su costumbre.

- Igual que yo - dijo parcamente el Morte, poniendo a un lado del muchacho de ojos pardos.

- Supongo que yo tendré que ir con el Lupin~ - decía cantarin el rubio con un poco de decepción en su mirada, Kairos no sabia si sentirse ofendido o no - que mal - termino mirando hacia otro lado con una sonrisa juguetona, oyendo divertido el bufido molesto del hombre lobo.

- Ten cuidado - le dijo Eliot a su hermano antes de irse al lado del Licantropo con pasos elegantes, viendo al castaño con disimulada molesta; el lobo estaba contando del uno hasta el cien en un fuerte y casi desesperado intento de calmarse e ignorar la fuerte presencia del joven rubio.

- Lo tendré - le aseguro a su gemelo con una media sonrisa, bajando al chico con cuidado y viendo con precaución al sonriente rubio, le pareció ver que este sonreía con locura.

- Vamos, necesitaremos a los Pegasus - dijo el niño sonriendo mientras se giraba y regresaba sobre sus pasos siendo seguidos por los adolescentes, quienes estaban un poco nerviosos por tener que encontrarse con los poderosos jinetes del apocalipsis.

 Los jóvenes salieron de la mansión y luego se dirigieron hacia el establo con pasos rápidos y seguros, casi como soldados, caminando con algo de esfuerzo por entre la nieve y los pequeños copos blancos que caían del cielo con lentitud. Apenas se adentraron en el establo, fueron recibidos por los resoplidos y golpeteo de sus compañeros, impacientes por salir de ese lugar y estirar un poco sus enormes alas emplumadas. Abdier se dirigió con pasos rápidos hacia el corral uno, abriendo la puerta y dejando que tres enormes Pegasus salieran corriendo del lugar golpeando el suelo con sus fuertes pesuñas; Asteri, Kuro y Neumond corrieron hacia sus compañeros con emoción, sorprendiendo a Kairos y Charbel por no estar preparados para recibirlos.

 Asteri galopo hasta Abdier con la cabeza en alto y las alas desplegadas, siendo recibido por el chico con los brazos abiertos y con una sonrisa juguetona. Kuro, apenas llego al lado del sorprendido Charbel, le dio empujoncitos con su nariz inquieto, estirando sus alas creando leves ráfagas de viento. Neumond prácticamente hubiera atropellado al pobre castaño si no hubiera sido porque el Lupin se transformo en un gran lobo de ojos rosas y salto para esquivar al semental, logrando alejarse del joven animal lo suficiente como para que no amenace su integridad física.

 Fermin, con gran pesar se dirigió hacia el corral numero tres, abriendo la puerta con tanta rapidez que casi no le dio tiempo a su hermano de reaccionar. Mareridt y Únik salieron galopando del corral, alegres de volver a ver a sus amos pelirrojos, quienes no parecían muy contentos de verlos. Ryden se dirigió con pasos calmados hacia el corral cinco, silbando alegremente una canción de cuna algo espeluznante; abrió la puerta y dejo salir a Zolata, su compañera Pegasus de pelaje dorado. Una vez que todos estuvieron con sus compañeros, se montaron sobre sus lomos y luego los guiaron hacia la salida del establo.

- Tengan cuidado - les dijo Abdier con preocupación en su mirada antes de darle un suave golpecito en el cuello a Asteri, haciendo que este abriera sus alas para así levantar vuelo.

- Ustedes también - dijo Eliot mirando a su gemelo, quien asintió antes de que su compañero siguiera al caballo blanco que se alejaba rápidamente volando por entre las nubes de tormenta.

- Cuida a Abdier - dijo Kairos a Charbel, quien asintió en silencio antes de marcharse siguiendo a Fermin y al pequeño pelinegro. El rubio, el Vampiro mayor y el Licantropo se quedaron viendo el cielo durante unos largos minutos, observando atentamente a los muchachos hasta que estos se perdieron en el basto cielo nublado.

- Vamos~ tenemos trabajo que hacer - le dijo Ryden a su hermosa Pegasus, quien se giro abriendo sus enorme alas doradas, comenzando el vuelo en busca de Hambruna en la dirección contraria a la que el grupo de Abdier se había ido, siendo seguido muy de cerca por Kairos y Eliot. 

La luz del León (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora