- No es necesario - le dijo tranquilamente, sabiendo perfectamente la razón por la cual Fermin deseaba quedarse - se que estas muy cansado, así que mejor ve con los demás a la mansión, yo solo me quedare un poco más con Asteri y luego les alcanzare - decía con mucha seguridad.
El vampiro le miro fijamente unos segundos antes de suspirar derrotado, despeinando los suaves cabellos negros del niño cariñosa mente antes de marcharse con los demás, dejando al pelinegro solo con los Pegasus. Una vez que estuvo solo, Abdier se puso a cepillar el pelaje blanco de su compañero, quien se puso muy nervioso cuando la temperatura del establo bajo, igualando casi la temperatura bajo cero que hacia allá afuera.
- "No estoy solo" - pensó el niño sonriendo levemente aun sintiéndose observado, cepillando el lomo del Pegasus blanco con parsimonia, tranquilizando un poco a Asteri con sus gentiles mimos.
Después de un rato, aquella extraña sensación de frío desapareció, calmando a los pobres animales y desanimando un poco al chico, quien salio del establo serrando la puerta en el proceso para luego dirigirse hacia donde se encontraban los adolescentes. Camino por la nieve arrastrando un poco los pies, dejando un largo rastro que iba desde los establos hasta la puerta de la mansión, donde no había caído nada de nieve. Toco tres veces la puerta, esperando pacientemente a que alguien le abriera, ignorando la insistente mirada que le había estado siguiendo desde que llego a las tierras del Norte.
- ¡Abdier! - exclamo Kairos al abrir la puerta de golpe, mirando la nieve que se había acumulado sobre los negros cabellos y hombros del chico con preocupación, este le sonrió y entro tranquilamente a la mansión, dejando que Charbel le envolviera con una cálida manta mientras lo levantaba del suelo y lo llevaba hacia la sala de estar - ¿Que hacías afuera? Pensé que estabas con Fermin - murmuro frunciendo un poco el ceño, observando como Charble abrazaba al niño en un intento de calentarle un poco con ayuda de la manta.
La sala de estar contaba con dos grandes sillones de cuatro plazas y de cuero negro, colocados uno en frente del otro con una mesa ratón en medio y con una lampara araña muy antigua de oro; también había una gran chimenea que calentaba y daba luz al lugar, en las paredes colgaban elegantes lienzos acromáticos. En las esquinas habían plantas muy extrañas, pero al parecer era de clima frío, sus extrañas hojas azules parecían estar echas con un muy fino cristal que brillaba por las llamas del fuego. Sobre la chimenea descansaba el escudo de la familia Lupin: una luna plateada sobre la sombra de un lobo que aullaba sobre el tronco caído de un árbol.
- Estaba en los establos cepillando a Asteri, eso le tranquiliza cuando esta nervioso - decía dejándose abrazar por el peliblanco, quien se sentó en un sillón de dos plazas, sentando a Abdier en sus piernas para poder abrazarle protectora mente - y Fermin debería estar aquí, él se vino hacia aquí siguiéndoles el paso.
- Él no esta aquí - dijo Eliot mirando hacia donde se encontraba el niño, quien era abrazado por el Morte - ¡Pensé que estaba contigo en el establo! - exclamo entrando en pánico, al igual que el lobo y el peliblanco; aunque este ultimo no lo demostró.
- Estaba conmigo, pero después se vino a la mansión - le dijo no entrando en pánico como los tres chicos mayores - puede que se allá entretenido con algo en el camino.
- Vamos a buscarlo - dijo Kairos caminando hacia la puerta, siendo seguido por un muy preocupado Eliot.
- ¿Vamos? - Abdier se giro y miro a los ojos a Charbel, quien frunció el ceño mirando fijamente esos grandes e inocentes ojos pardos, asintiendo luego de un par de segundos.
Antes de salir de la mansión, Kairos les dio a cada uno un grueso abrigo de piel de osos polaris blancos, lo suficientemente cálido como para no sentir el frío que hacia afuera. Cuando salieron, lo primero que hicieron fue ir a investigas en el establo, encontrando huellas que iban hacia el bosque, encontrando de vez en cuando lugares donde demostraba que Fermin, en su desesperada huida, había tropezado y caído sobre la nieve dejando un gran rastro a su paso.
- Estaba huyendo de algo - murmuro Kairos mirando fijamente el rastro que el gemelo menor dejo mientras corría por entre la nieve y los grandes árboles del bosque, a oscura y siendo perseguido por algo que al parecer no había dejado rastro - ¿Qué pudo haberle asustado tanto como para salir corriendo al bosque de noche? - murmuro ahora muy preocupado y asustado, su instinto le decía que no siguiera las huellas pero su curiosidad era demasiado grande.
- Mi hermano no es un cobarde, tuvo que ser algo así como un espectro o algo a lo que no se pudiera enfrentar directamente - le dijo Eliot frunciendo el ceño.
- Pues sigamos las para ver de que se trata - decía Charbel cruzándose de brazos, mirando de reojo a Abdier, que miraba fijamente hacia el bosque con una sonrisa astuta, algo le decía que el niño sabia que era lo que había asustado tanto al vampiro menor - ¿Tienes una idea de lo que allá atacado a Fermin? - le pregunto al niño con seriedad, haciendo que los otros dos adolescentes devolvieran la mirada al Morte para luego dirigirla al pelinegro con sospecha.
- No, pero tengo una corazonada - dijo mirando fijamente hacia donde se dirigían la huellas marcadas en la nieve - y creo que deberíamos apurarnos antes de que la tormenta borre las pisadas - les aconsejo comenzando a caminar siguiendo el rastro, mirando con curiosidad los arboles y arbusto escarchados.
Los tres adolescentes se miraron entre ellos antes de seguir al pequeño con los sentidos en alto, este era el más tranquilo de los cuatros respecto a lo que le sucedió al vampiro menor. Mientras más caminaban, más frío se ponía, el centro de bosque era oscuro y había algo que lo hacia aun más frío que el resto del lugar. Todos seguían el rastro que llevaba hacia el centro del oscuro bosque nevado con dificultad, de noche y con un clima gélido que les calaba los huesos; la nieve que cubría el suelo les dificultaba el andar debido a que debían arrastrar lo pies para poder continuar, dejando un largo rastro detrás de si. Abdier era el que más sufría, la nieve le llegaba hasta las rodillas y sus pies ya estaban entumidos al igual que sus manos y cara, él no estaba acostumbrado a los climas invernales pero aun así continuaba sin soltar ninguna clase de quejido que delatara su dolora situación, suficiente tenían con la desaparición del gemelo menor como para preocuparse con nimiedades como las suyas.
Los que estaban más preocupados eran Eliot y Kairos, ambos porque sus instintos les decían que no debían estar ahí, que debían irse mientras aun tenían oportunidad, inquietando al lobo y al vampiro más de lo que ya estaban. Charbel iba detrás del pelinegro con sus dos espadas cortas en cada mano, preparado para atacar o defender.
- Hey, no estén tan nerviosos - Abdier sonrió, intentando calmar a los tres muchachos mayores con una sonrisa algo nerviosa; sentía como si de un momento a otro los adolescentes se atacarían unos a otros - aran que nos descubran si siguen así - les reprendió adentrándose en un arbusto escarchado, desapareciendo de la vista de los mayores.
ESTÁS LEYENDO
La luz del León (Yaoi)
FantasyLa guerra estallo en un mundo donde la magia existe, lo imposible se volvió realidad en forma de monstruos echos de oscuridad que dominan la noche con pánico y terror, convirtiendo la vida de todo ser viviente en una completa pesadilla. Una batalla...