27:En el despacho de Dumbledore Vol. 2

4.6K 602 18
                                    


Dejamos la escalera de piedra y la profesora McGonagall llamó a la puerta. Ésta se abrió silenciosamente y entramos. La profesora McGonagall nos pidió a Harry y a mi que esperáramos dejándonos silos.
La sala estaba igual que antes  de que cuando vine el año pasado, cuando Dumbledore quiso hablar sobre mi varita. Harry se dirigió al estante, donde estaba un sombrero de mago ajado y roto: era el Sombrero Seleccionador.
Se acercó sigilosamente al escritorio, cogió el sombrero del estante y se lo puso despacio en la cabeza.
—¡Psss! ¿Amigo, que estás haciendo? Era demasiado grande y se le caía sobre los ojos, igual que en la anterior ocasión en que se lo había puesto. Harry esperó pero no pasó nada.
—Mmm, no —respondió Harry, hablando con el sombrero en su cabeza, decidí no inmiscuirme en la conversación como ahora normalmente hacia —. Esto..., lamento molestarte, pero quería preguntarte...

Pasaron unos segundos antes de que volviera a coger el sombrero por la punta y se lo quitó. Quedó colgando de su mano, mugriento y ajado. Algo mareado, lo dejó de nuevo en el estante.
—Te equivocas —dijo en voz alta al inmóvil y silencioso sombrero. Éste no se movió. Harry se separó un poco, sin dejar de mirarlo. Entonces, un ruido como de arcadas me distrajo completamente.
Sobre una percha dorada detrás de la puerta, había un pájaro de aspecto decrépito que parecía un pavo medio desplumado. Harry lo miró, y el pájaro le devolvió una mirada torva, emitiendo de nuevo su particular ruido. Parecía muy enfermo. Tenía los ojos apagados y,cayéndole otras dos plumas de la cola.
Recordé al pájaro que Dumbledore tenía, el fénix Fawkes...pero este ya estaba muy viejo, aunque de todas formas era el mismo yo lo había visto en su mejor momento.

—Oh, amigo...—dije , pero di un paso atrás cuando inesperadamente el pájaro comenzó a arder.
Harry profirió un grito de horror y retrocedió hasta el escritorio.
—Harry, amigo, no tienes que preocuparte...—pero no le escuchaba tratando de buscar algo para tal vez apagar el fuego. El pájaro, mientras tanto, se había convertido en una bola de fuego; emitió un fuerte chillido, y un instante después no quedaba de él más que un montoncito humeante de cenizas en el suelo.
La puerta del despacho se abrió. Entró Dumbledore, con aspecto sombrío.
—Profesor —dijo Harry nervioso—, su pájaro..., no pude hacer nada..., acaba de arder...
Para sorpresa de Harry, Dumbledore sonrió.
—Ya era hora —dijo—. Hace días que tenía un aspecto horroroso. Yo le decía que se diera prisa.
Se rió de la cara atónita que ponía Harry y de verdad es que yo también.
—¿Quiere explicárselo señorita Scamander?–preguntó Dumbledore con amabilidad
—Fawkes es un fénix, Harry. Los fénix se prenden fuego cuando les llega el momento de morir, y luego renacen de sus cenizas. Mira...—dije apuntando a la percha
Ambos dirigimos la vista hacia la percha a tiempo de ver un pollito diminuto y arrugado que asomaba la cabeza por entre las cenizas.Siendo extremadamente tierno.
—Es una pena que lo hayas tenido que ver el día en que ha ardido —dijo Dumbledore, sentándose detrás del escritorio—. La mayor parte del tiempo es realmente precioso, con sus plumas rojas y doradas. Fascinantes criaturas, los fénix. Pueden transportar cargas muy pesadas, sus lágrimas tienen poderes curativos y son mascotas muy fieles.
En cuanto Dumbledore se sentó en su silla de respaldo alto, detrás del escritorio, y fijó en nosotros sus ojos penetrantes, de color azul claro, me puse nerviosa.
Sin embargo, antes de que el director pudiera decir otra palabra, la puerta se abrió de improviso e irrumpió Hagrid en el despacho con expresión desesperada, el pasamontañas mal colocado sobre su pelo negro, y...¿un gallo muerto sujeto en una mano?
—¡No fue Harry, profesor Dumbledore! —dijo Hagrid deprisa—. Yo hablaba con él segundos antes de que hallaran al muchacho, señor, él no tuvo tiempo...¡Y Laila es muy pequeña! ¡Es delgadita y pequeña apenas podría levantar una piedra!
Me hubiera sentido ofendida de no ser que Hagrid nos estaba defendiendo. Dumbledore trató de decir algo, pero Hagrid seguía hablando, agitando el gallo en su desesperación y esparciendo las plumas por todas partes.
—... No puede haber sido uno de los dos, lo juraré ante el ministro de Magia si es necesario...
—Hagrid, yo...
—Usted se confunde , yo sé que Harry y Laila nunca...
—¡Hagrid! —dijo Dumbledore con voz potente—, yo no creo que Harry atacara a esas personas.
—¿Ah, no? —dijo Hagrid, y el gallo dejó de balancearse a su lado, haciendo que sonriese, Hagrid era sin duda una de mis personas favoritas en Hogwarts—. Bueno, en ese caso, esperaré fuera, señor director.
Y, con cierto embarazo, salió del despacho.
—¿Usted no cree que fuimos nosotros  profesor? —repitió Harry esperanzado, mientras Dumbledore limpiaba la mesa de plumas.
—No, Harry —dijo Dumbledore, aunque su rostro volvía a ensombrecerse—. Pero aun así quiero hablar con ustedes.
Me mordí la mejilla y balanceaba mis piernas que no alcanzaban el suelo , mientras Dumbledore nos miraba, juntando las yemas de sus largos dedos.
—Quiero preguntarte, Harry, si hay algo que te gustaría contarme —dijo con amabilidad—. Lo que sea. Y por supuesto tú también, Laila.
Hubo un momento de silencio ¿le diría Harry la verdad? Pensé en Malfoy y su odioso pensamiento sobre los hijos de muggles y en la poción multijugos, que hervía a fuego lento en los aseos de Myrtle la Llorona. Y obviamente en la misteriosa voz que Harry oía
«Oír voces que nadie más puede oír no es buena señal, ni siquiera en el mundo de los magos.»
—No —respondió Harry—, no tengo nada que contarle.
—¿Qué hay de ti Laila?
Pude sentir las miradas de los dos sobre y trague, negando con la cabeza.
—No, señor.

🐍

La doble agresión contra Justin y Nick Casi Decapitado convirtió en auténtico pánico lo que hasta aquel momento había sido inquietud. Curiosamente, resultó ser el destino de Nick Casi Decapitado lo que preocupaba más a la gente. Se preguntaban unos a otros qué era lo que podía hacer aquello a un fantasma; qué terrible poder podía afectar a alguien que ya estaba muerto. La gente se apresuró a reservar sitio en el expreso de Hogwarts para volver a casa en Navidad.
—Si sigue así la cosa, sólo nos quedaremos nosotros —nos dijo Ron—. Nosotros, Malfoy, Crabbe y Goyle. Serán unas vacaciones deliciosas.

Crabbe y Goyle, que siempre hacían lo mismo que Malfoy, habían firmado también para quedarse en vacaciones. Aunque era bueno tomar un respiro , de toda la gente que se distanciaba a un metro de nosotros en los pasillllos o que nos murmuraban y señalaban.
Fred y George, sin embargo, encontraban todo aquello muy divertido. Salían al paso y marchaban delante de nosotros por los corredores gritando:
—Abran paso al heredero y heredera de Slytherin, aquí llega el brujo malvado de veras...
—¡Y la malvada bruja que los maldecirá por siempre!
Percy desaprobaba tajantemente este comportamiento.
—No es asunto de risa —decía con frialdad.
—Quítate del camino, Percy —decía Fred—. Laila tiene prisa.
—Sí, va a la Cámara de los Secretos a tomar el té con su colmilludo sirviente —decía George, riéndose, al ver que rodé los ojos, George dio una risita.
—Muy bien "con su colmilludo amigo" por que los animales no son sirvientes.
Puse dos pulgares hacia arriba.
Pero Ginny tampoco lo encontraba divertido.
—¡Ah, no! —gemía cada vez que Fred preguntaba a Harry a quién planeaba atacar a continuación, o cuando, al encontrarse con Harry, George hacía como que se protegía de Harry con un gran diente de ajo.
Era lindo que Fred y George pensaran que la idea del heredero de Slytherin era para tomársela a risa. En realidad era una de las pocas cosas que me alegraba el día. Pero sus
payasadas parecían enervar a Draco Malfoy, que se amargaba más cada vez que los veía con aquel pitorreo.
—Eso es porque está rabiando de ganas de decir que es él —dijo Ron sentenciosamente—. Ya sabéis cómo aborrece que se le gane en cualquier cosa, y tú y tú se están llevando toda la gloria de su sucio trabajo.
—No durante mucho tiempo —dijo Hermione en tono satisfecho—. La poción multijugos ya está casi lista. Cualquier día revelaremos la verdad sobre él.

Laila Scamander y El Heredero de SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora