8: De Vuelta a Hogwarts

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Cuando entramos al gran comedor, estaba tal y como lo recordaba. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire, con los platos y los cubiertos de oro, varios ya estaban sentados en la mesa de su respectiva casa. Con Hermione y Neville fuimos a la mesa de Grryfindor, pero seguía sin ver a Ron o a Harry.
—¿Donde se habrán metido?-masculle —¡Laila mira! Son los chicos de primero.-señaló Hermione, me giré para ver a los chicos de once años y como nosotros antes, se veían asustados y asombrados a la vez, viendo todo por primera vez, me pregunté si yo igual tenía la misma cara de estupida mi primer día.
La profesora McGonagall los guió  y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos. Aunque estaba impaciente por comer, también quería ver la selección, no solo Ginny Weasley estaría en la selección, también mi pequeño primo Rolf. Nos caíamos bien, es simpático pero siempre hubo esa rivalidad desde pequeños por los abuelos, aunque claro yo las ganaba todas.
No había puesto mucha atención en los nombres, digo, lo más emocionante eran ver sus caras de terror, algunos chicos a Ravenclaw, otras chicas a Slytheein, Gryffindor o Hufflepuff, pero mi atención estuvo puesta 100% cuando la profesora McGonagall lamó al siguiente alumno
—Scamander, Rodolphus.
Vi a Rolf caminar con las piernas temblándoles como gelatina, se sentó en el taburete y McGonagall le puso el sombrero y no habían pasado ni cinco segundos cuando el sombrero vociferó ;
—¡Hufflepuff!- mientras toda la mesa de Hufflepuff vitoreaba, Rolf se saco el sombrero y nos miramos un par de segundos, le sonreí asintiendo, aunque estar en Hufflepuf le ganaba más puntos porque el abuelo Newt siempre tuvo la esperanza de que alguno de nosotros estuviera en su antigua casa.
No habían pasado dos niños más cuando vi la niña que me interesaba ver. Ginny Weasley fue hasta el taburete, con su cara sonrojada pero no tan rojo como su cabello, el sombrero no había pensado en dos segundos cuando vociferó:
—¡Gryffindor!
Todos aplaudimos a Ginny, mientras ella se iba a sentar con sus nuevos compañeros, con una sonrisa, feliz.
Después llegó Dumbledore a hacer su extraño pero nostálgico discurso que extrañaba, lo raro era que todos los profesores estaban ahí, excepto Snape,
aunque claro su falta de presencia no me molestaba en absoluto.
Las mesas se llenaron de comida, tome el tenedor y el cuchillo con emoción y con ellos puse en mi plato pastel de acelgas, lentejas, tortitas de avena y papa, papas y queso...
—Sigo preocupada por los chicos...-dijo Hermione sirviéndose lo que en comparación a mi plato era una pequeña porción. Cuando vio mi plato, alzó una ceja.
—¿Qué?-dije con la boca llena de comida- Que sea vegetariana no significa que no coma bien.
Después de comerme todo mi plato, aparecieron los postres lo que hizo mis ojos brillar y sin querer cambie mi pelo, lo volví rubio y en un plato más pequeño puse el pastel de calabaza y el helado, además de los pequeños bizcochos y un poco de leche asada, básicamente un poco de todo.
—¿No oyeron?- nos preguntó Seamus a mi y al resto de la mesa de Gryffindor
—Dicen que Ron y Harry no están porque llegaron en un coche volador!-cuando dijo eso varios murmullos se empezaron a oír, inmediatamente fruncí el ceño.
—No lo creo, me hubieran dicho, me invitarían a esa entrada triunfal.
Luego de tomarme una taza de té de camomila, estaba llena pero tenía sueño, bueno, como siempre. También Cas y James habían comido, le había dado a Cas su favorito; pastel de calabaza y no sabía el de James hasta ahora; tortitas de avena y papa. En fin, yo y Hermione fuimos camino  a la sala común, cuando divisé perdidos frente a el retrato de la dama gorda una cabeza pelirroja y una azabache, inmediatamente le toque el hombro a
Hermione
—Esos no son...-mi pregunta quedo en el aire y ambas fuimos corriendo hacia ellos.
—¡Estáis aquí! ¿Dónde os habíais metido? Corren los rumores más absurdos... Alguien decía que os habían expulsado por haber tenido un accidente con un coche volador-dijo Hermione
—Bueno, no nos han expulsado —le garantizó Harry.
—¿Lo hicieron? ¿Y no me llamaron?-pregunte decepcionada-¡Harry!
—Casi nos expulsan. ¿De verdad querías que te llamara?
—¿Quieres decir que habéis venido hasta aquí volando? —preguntó Hermione, en un tono de voz casi tan duro como el de la profesora McGonagall.
—Ahórrate el sermón —dijo Ron impaciente— y dinos cuál es la nueva contraseña.
—Es «somormujo» —dijo Hermione deprisa—, pero ésa no es la cuestión..
No pudo terminar lo que estaba diciendo, sin embargo, porque el retrato de la señora gorda se abrió y se oyó una repentina salva de aplausos. Al parecer, en la casa de Gryffindor todos estaban despiertos y abarrotaban la sala circular común, de pie sobre las mesas revueltas y las mullidas butacas, esperando a que ellos llegaran. Unos cuantos brazos aparecieron por el hueco de la puerta secreta para tirar de Ron y Harry hacia dentro, y Hermione y yo detrás de ellos.
—¡Formidable! —gritó Lee Jordan—. ¡Soberbio! ¡Qué llegada! Habéis volado en un coche hasta el sauce boxeador. ¡La gente hablará de esta proeza durante años!
—¡Bravo! —dijo un estudiante de quinto curso.
Alguien le daba palmadas en la espalda como si acabara de ganar una maratón. Fred y George se abrieron camino hasta la primera fila de la multitud y dijeron al mismo tiempo:
—¿Por qué no nos llamasteis?
—¿Verdad?-dije
Ron estaba azorado y sonreía sin saber qué decir. Me fijé en alguien que no estaba en absoluto contento, al otro lado de la multitud de emocionados estudiantes de primero, Percy que trataba de acercarse para reñirles. Harry le dio a Ron con el codo en las costillas y señaló a Percy con al cabeza. Inmediatamente, Ron entendió lo que le quería decir.
—Tenemos que subir..., estamos algo cansados —dijo, y los dos se abrieron paso hacia la puerta que había al otro lado de la estancia, que daba a una escalera de caracol y a los dormitorios.
—Buenas noches —dijo Harry a Hermione, volviéndose. Ella tenía la misma cara de enojo que Percy, lo que me hizo reír un poco.

🐍

—¡Es que es simplemente increíble!-farfulló Hermione mientras se ponía la pijama, yo ya me había lavado los dientes y ahora estaba en pijama sacando los libros para mañana, y mi diario, que ahora tendría dos guardianes. Puse la maceta sobre el diario y deje que James y Castiel se acomodaran.
—Yo igual, pero en el buen sentido, lo siento Hermione, cuando se viene a entradas alucinantes no puedo estar de tu lado.
—¡Los podrían haber expulsado!
—Herms, Harry va a tener un trato especial, todo sobre la piedra, Voldemort...
—¡No digas ese nombre!-chilló Lavander.
—¡Perdón!-grite tratando de acostarme, sabía que mucha gente le aterrorizaba el nombre, con solo pensar en todo lo que había hecho Voldemort a cualquiera le daba escalofríos, pero aunque yo sabia las maldades que había hecho no le tenía miedo a decir el nombre.

Laila Scamander y El Heredero de SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora