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INFIEL

Era una mañana normal, o al menos lo que consideraba normal en los últimos días, ella abría sus ojos para esperar encontrarse con su esposo aún dormido, una efímera sonrisa apareció en sus labios al imaginarlo junto a ella.

Pero no lo encontró en cambio solo encontró su lugar vacío.
Preocupada se sentó y justo cuando iba a ponerse de pie la puerta de la habitación se abre dejandolo ver entrar por ahí con el desayuno listo en una bandeja.

Confundida y ahora con el corazón más tranquilo volvió a sentarse en la cama. El hombre se acercó con sumo cuidadi hacia la fémina y la habitación no tardó en llenarse del delicioso aroma de unos panqueques con mantequilla y miel. Sonrió enternecida, observó la bandeja y se encontró con una pequeña nota con la caligrafía que ya conocía de memoria.

Te amo.

Ella gustosa sonrió y le dio un beso en sus labios. Se alejo lentamente aún con una leve sonrisa en sus labios.

—Yo también te amo, Tae— dijo haciéndose un mechón de cabello hacia atrás de la oreja, estaba sonroja y algo nerviosa.

—Princesa, me tengo que ir al trabajo— expresó con su típica voz profunda, acarició el dorso de la mano de su amada y se separó de ella un poco.

—Está bien recuerda llegar temprano, te tengo una sorpresa ¿vale?— le dijo para después regalarle una sonrisa que solo el conocía, y que le provocaba una felicidad inmensa.

—Vale.

Se dieron un beso y él salio del cuarto, esa era la rutina del día a día.

Él trayéndole el desayuno al despertar y ella esperar lo para cenar, ambos conversando acerca del día del otro, eran momentos especiales y únicos que deseaba compartir con él.

En especial esta noche.

Y como si el día pasara realmente rápido, anocheció por completo, su amado esposo no tardaría mucgo en llegar así que terminó de preparar lo que había planeado desde hace unos días. Se arregló rápidamente, se puso aquel hermoso vestido que había guardado durante unos días y hoy era el día indicado para usarlo, era simple pero remarcaba su figura a la perfección, realmente era una mujer hermosa.

Tardaría máximo diez minutos en llegar, emcendió las velas del elegante comedor y esperó a su esposo pacientemente con una sonrisa al imaginarlo llegar, con una expresión de sorpresa en el rostro.

Los minutos pasaron y se convenció a si misma de que ers un pequeño retraso por el tráfico, se retocó un poco el narural maquillaje y un poco de aquél perfume que volvía loco a su esposo.

Las horas habían pasado, las velas estaban ya por consumirse y ella seguía esperando, caminando por toda la cocina, la sala y mirando por la ventana esperando ver el coche de su esposo estacionarse. Esperó y esperó durante varias horas, cenó sola, después con un sentimiento de dolor, comenzó a subir las escaleras con una pequeña caja de color verde, que contenía el reloj que su esposo había querido comprar desde un tiempo y ahora ella, le había comprado. Un detalle pequeño pero lleno de tanto amor.

Con delicadeza se despojó de su vestido, maquillaje y aretes. Se puso la pijama y se recostó en la cama, mirando el lugar donde su esposo debería de estar. Un sollozo se escapó de sus labios al percatarse que ya era un nuevo día. Se encongió en la cama.

Había olvidado su aniversario de bodas.

INFIEL | ktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora