07

13.9K 1K 90
                                    

INFIEL

Las cosas se veían que mejoraban, su esposo estaba llegando a casa cada vez más temprano y con detalles. A pesar de que antes acostumbraba a hacerlo, después de tantos meses le extrañaba y se sentía incómoda al respecto.

En efecto aún la amaba, eso le gritaba su corazón, aunque no podía evitar bufar, ¿con tan poco estaba feliz?

No pudo evitar volver a sentirse feliz y atraída pero no quería demostrarlo ni hacerse falsas ilusiones, su esposo volvía a hacer el que una vez fue.
Y trató de convencerse de que lo que había pasado meses atrás ya había quedado sepultado. No, aún no.

Pero simplemente algo le decía que no iba bien. Y no podía evitarlo, lo conocía tan bien como para saber que toda esa atención era extraña.

Después de tanto tiempo tuvieron intimidad y vaya que fue realmente dulce e increíble, pareciera que fue la primera vez.

Se encontraban los dos en la cama, ella en el pecho de él escuchando sus latidos de corazón y él acariciando el largo y oscuro cabello de su esposa. Una idea se le cruzó por la cabeza y algo en su interior pareció reírse.

—Cariño— lo llamó apartándose de él.

—¿Qué ocurre princesa?— la miró y su expresión cambió a una de preocupación al verla a los ojos.

El estómago de ella se sintió con mariposas al escuchar la palabra “princesa” sin embargo lo dejó de lado y se concentró.

—¿Qué harías si yo te engañara con alguien más?— aquellas simples palabras lo eran todo y podían llegar a hacer de todo nada.

La pregunta le cayó como agua fría en el cuerpo y se tensó, tardo en responder pues su corazón se congeló, un sudor frío le recorrió el cuerpo, el semblante relajado de su esposa le inquietaba.

¿Lo había descubierto?

—Me sentiría realmente mal— murmuró— Yo te amo y la verdad no creo que pueda perdonarte pues serían casi 6 años de matrimonio a la basura— la mujer levantó una ceja, tenía ganas de reírse y de decirle que ya sabía sus cuentos, que se ahorrara todo el drama.

Suspiró y le sonrió forzadamente.

—Te digo lo mismo, nunca te sería infiel aún que tenga que hacerlo— eres un mentiroso y cínico, Taehyung.

Le besó en los labios y él correspondió.

La verdad no se puede ocultar tarde i temprano todo saldrá, realmente, nada está seguro, ni la vida misma.

Habían pasado las semanas realmente rápido, y más porque había encontrado una solicitud de trabajo como diseñadora de interiores, su profesión. La razón por la que Taehyung se había negado a dejarla trabajar era porque él quería mantenerla y ganaba lo suficiente para hacerlo sin problema, pero si ella deseaba hacerlo no se opondría.

Eran las 11:30 de la noche, esperaba a su esposo con angustia en el sofá, había algo que debía decirle y no sabía como se lo tomaría. Estaba nerviosa, asustada y muy poco segura.
Salió de su transe al escuchar la puerta principal abrirse y ver a su esposo serio entrar.

¿Por qué estaba así?

Simple, su amante Jeon Jungkook un joven de la edad de su esposa, le había pedido que la dejara para que por fin estuvieran juntos y que no se vieran a escondidas. Ya estaba cansado de esa rutina además de que no era cómodo irse de hotel en hotel.

Pero él se negó.

Aún que no entendía el por qué, si se supone que ya no sentía nada por su “esposa”. Se sentía molesto al recordar las palabras del castaño. No era nadie para decirle qué hacer.

—Tengo algo importante que decirte— habló lentamente— Por favor, necesito que me escuches.

—No estoy de humor ahora— respondió seco, la fémina se mordió el labio más nerviosa.

—Por favor es importante— volvió a decir esta vez más nerviosa.

—No— el mayor negó y pasó de largo. Dándole la espalda

—Taehyung, escúchame, por favor— suplicó, la respuesta del chico era la decisión final para ella, literalmente su relación dependía de eso.

—¡No! ¡Déjame solo, mierda! ¡Vete!— explotó molesto, mirándola con rabia.

La fémina comenzó a derramar lágrimas y mordió su labio para no hacer ruido. Una llama de enojo se encendió en su ser, lo tenía más que claro.
Su corazón se sentía oprimido, la noticia que le daría en ese estado solo la hubiera lastimado aún más. Sin más subió las escaleras sin decir nada más, cerró la puerta de la habitación con un portazo.

El pelinegro al darse cuenta de lo que había hecho se dio un golpe mental, fue tras su esposa pero esta estaba llorando en silencio en la cama. Le removía la prrocupación al verla llorando, sin embargo lo único que brillaba de sus ojos eran las lágrimas, se mordió el labio y sintió una punzada en el corazón.

INFIEL | ktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora