Cap. 18

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Se despertó y sintió una frescura en el todo el cuerpo como esa frescura que se siente en verano al terminar de bañarse con agua bien fría. 

Miró hacia su costado y la sonrisa que se le había dibujado al recordar la noche que tuvo junto a Octavio, se le borró. De nuevo la cama estaba vacía.

Se incorporó de golpe y corrió hasta la cocina, desde donde venían los ruidos. 

Se asomó para ver desde arriba y se encontró con la silueta de su madre cocinándo. ¿Dónde estaba O'Hara?

-¡Noeeeeee!-Gritó su madre al verla detrás de ella. Y entonces a Noemia no le quedó más remedio que bajar.

-No me dejó cocinar.-Se quejó una voz por detrás de ella.

Noemia había entrado tan rápido en la cocina que no se había percatado que sentado en la mesa, estaba O'Hara.

  -Cuando lo vi parado apenas entré, casi me desmayo. ¡¿Por qué no me dijiste que no ibas a estar sola, Noemia?!

-Casi me mata.-Rieron Octavio y Elsa, la madre de Noemia, mientras ésta última se dedicaba a mirar la escena. Aquellos dos al parecer habían entrado en confianza rapidamente y se relajó.

Aunque sabía que más tarde le esperaban una serie de preguntas, no quiso pensar en ello y se sentó a la mesa.

Almorzaron juntos y los invitados comenzaron a irse de a uno. Primero lo hizo Elsa y luego de un buen rato, Octavio.

Diez minutos después el timbre sonaba. Noemia pensó en su madre y le tembló el estómago de nervios al tratar de investigar posibles respuestas a sus preguntas. Pero también pensó en Octavio, en que quizás la extrañaba y volvía a su encuentro. Entonces sonrió y abrió la puerta.

-Hola.

-¿Alfonso?

-¿No te alegras de verme?

Cerró la puerta e intentó protegerse detrás de ella sin saber muy bien por qué. La mirada de Alfonso era fría, distinta a la del hombre que una vez conoció y que abrió su corazón frente a ella.

-¿No me vas a invitar a conocer tu departamento?

Y fue en ese mismo instante donde Noemia recordó quién era ella en verdad frente a él. Alfonso la conocía por "Natasha", su vida era completamente distinta a lo que es en realidad, y su departamento... 

¿Qué hacía Alfonso ahí? Había ocultado su paradero, ¿cómo es que Alfonso ahora estaba frente a ella en su departamento? 

Intentó mantener la calma aunque su corazón y todo su cuerpo estaban frágiles de miedo. Se obligó a confiar en él y lo invitó a pasar. 

-¿Qué querés tomar? Tengo para dart...

Pero un aire frío le hizo girar la cara. Al instante sintió cómo aquel aire frío se tornaba caliente, perdió el equilibrio y cayó. 

-¡Me mentiste puta! ¡Como todas!

Noemia levantó la vista y asumió lo que había sucedido. Alfonso, aquel hombre al que tanta confianza le había dado, le había levantado la mano.

 ¿Quiénes eran todas? ¿Qué hicieron? ¿Le mintieron como lo había hecho ella?

Una laguna de preguntas le hacía borrosa la mente. Los gritos de Alfonso le impregnaban debilidad e inseguridad como nunca antes había tenido. Su cuerpo no respondía, ni siquiera sabía que decir. ¿Qué pasaría por la cabeza de Alfonso?

Se levantó de inmediato y se apartó unos cuantos metros. Su arma estaba cerca, solo debería empuñarla.

-Decime lo que sabes.-Intentó mediar Noemia.

-¿Por qué no me decís vos quién era ese tipo? ¿Por qué mentiste? ¡Me engañaste como todas lo hicieron! No soporto la traición ni la mentira. 

Fue justo en ese momento que Noemia se detuvo para mirarlo bien a los ojos. El celeste de estos se mezclaban con un rojo sangre. Relacionó entonces su mirada, su forma de pararse y de hablar. Todo cerraba, no era él. Quizás el alcohol se haya apoderado de su cuerpo, quizás algo más que alcohol.  

Antes que Noemia pudiera reaccionar, él ya estaba sosteniéndola y besándola. 

-Tu sabor...-La besó nuevamente y Noemia dispuesta a pararlo lo empujó. Pero luego tuvo que curvarse frente a un golpe que recibía en su estómago.-¡Ya no es el mismo! Tiene sabor a mierda, a otro tipo... Sé muy bien quién es ese tipo con el que pasaste la noche y qué hace.

La golpeó nuevamente y Noemia ya no pudo ni levantarse ni esquivar ningún golpe. Solo sentir cómo la sangre se desparramaba por todo su cuerpo y caía en el suelo. Sintió el frío del piso mezclarse con el líquido de la sangre sobre su rostro. 

Alfonso se acercó a ella y la tomó en brazos.

-Mirá lo que me hacés hacer.-Le susurró y la recostó sobre el sillón.

Se alejó para tirar de la mesa todos los platos al piso.

Se apoyó en la mesa y lloró hasta poder controlarse.

-De alguna u otra manera todas las mujeres que creí amar se empeñaron en mentirme.-Se acercó a ella y se sentó a su lado, dispuesto a sincerarse. Noemia no se movió, no actuó. No supo si por dolor o por ayudar a Alfonso.-Al menos sé que las palabras es lo único que nadie me puede quitar. Podrán encerrarme, mentirme, atraparme... Pero las palabras, Noemia, la posibilidad de hablar nadie puede quitármela.

Se giró para tomarla de la pera y mirarla a los ojos.

-Tenés un nombre tan hermoso. Aún sabiendo quién sos, te amaría. Aún sabiendo que me mentiste, que me engañaste como las otras idiotas... Aún así, yo no te mataría nunca.-Se acercó a ella y lamió la sangre que chorreaba de sus labios. -Perdón es lo único que puedo hacer y decir. Me estoy conteniendo por no golpearte y por no desnudarte para hacerte mía como corresponde.

-Mejor que te contengas y te vayas ahora mismo.-Fue lo primero y único que Noemia dijo. Dolorida y con temor no quiso decir más nada, solo quedar sola y acomodar las cosas en su lugar. -Sabés quién soy, y qué puedo hacerte si quisiera.-Agregó levantándose, pero él se lo impidió.

-Haceme lo que quieras, lo que sea que quieras hacerme.-La intentó seducir con gesto lujurioso, gesto que hizo que a Noemia se le revolviera el estómago. De un segundo a otro sintió desprecio por aquel desconocido que amenazaba con acercarse y golpearla nuevamente. Al parecer esa era la única forma de demostrarle que la quería.

-Te voy a explotar las bolas si seguís acá. -Sacó el arma de atrás de su pantalón que minutos antes había agarrado y apuntó hacía la parte fisicamente más dolorosa que puede tener un hombre. 

-¡¿Serías capaz?!-La desafió. Noemia iba a demostrarla cuán capaz era, pero Alfonso dio un paso adelante y de una bofeteada terminó por desmayarla.

-Ay, Natasha...-Ironizó aquel.

La levantó para llevarla a la cama.

-Podría haberte dado sexo y pasión sin límites e inclusive hacerte muy feliz. Sin embargo elegiste la mentira como las otras.Y no aguanto la mentira -La agarró del cuello, lo apretó suavemente y a los pocos segundos lo soltó.-Pero por algún motivo, no puedo darte el mismo destino que las otras...Te quiero demasiado como para matarte. Me arrepentiría... Como siempre.

Protegido. 

Prohibida su copia total o parcial sin autorización del autor.

JAQUE MATE-María S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora