Capítulo 14: Caos: sexual desire

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Un toque, dos toques, una nalgada y un gemido ahogado.

La habitación estaba oscura a su totalidad, lo único que podía escucharse dentro de ella eran jadeos de dos voces masculinas. Ambas danzaban una sobre la otra sobre la mullida cama, esta se movía con intensidad al mismo ritmo de los cuerpos sobre ella. Una de las personas comenzó a recorrer sus manos por el cuerpo ajeno cubierto por sudor y por la oscuridad, llamo su nombre, una, dos, tres veces mientras se iba deformando y se unificaba con la de su interlocutor que también lo llamaba. Era inclemente, extremadamente cruel cuando se sentía llegar a la cúspide del cielo, los toques disminuían y los besos aumentaban hasta dejarlo sin respiración, todos eran una droga maldita que hacía a Yuuri enloquecer y llevándolo al límite de su cordura.

Siguieron un compás de besos húmedos en donde sus lenguas batallaban, el hombre de cabellera plata pellizco sus pezones, y el japonés no pudo más que romper el beso con un grito que no logro completarse. Su pecho subía y bajaba con fuerza, y estaba tan rojo como su rostro y nalgas; subió la mirada y observo como Víctor le sonreía coqueto mientras se levantaba un poco para mirarlo mejor, se encontraba como un desastre total, todo despeinado y con la piel enrojecida pero aun así el ruso se veía perfecto, con su pecho al descubierto y su miembro endurecido contra la ropa interior. Ahogo un nuevo jadeo al observar como este lentamente se despojaba de sus pantalones y dejaba a la luz su pene, lo deseaba. Lo deseaba intensamente...

Volvieron a besarse esta vez si ningún tipo de ropa que les impidieran profundizar los toques, el ruso hizo un rápido movimiento y coloco a Yuuri debajo de él, subiendo sus nalgas hasta quedar en un perfecto ángulo. La vergüenza cubrió por completo al asiático, pero ya poco le importaba, lo necesitaba.

Víctor comenzó a hacerle un beso negro mientras le masturbaba y comenzaba a prepararlo para lo siguiente, Yuuri seguía retorciéndose debajo de él gimiendo su nombre, ansiando que pronto lo penetrara.

Pronto escucho el sonido del condón siendo colocado, estuvo mentalmente preparado para la intromisión moviendo lentamente las caderas deseoso, pero entonces despertó.

Yuuri despertó allí, mirando el techo abrumado, con la ropa interior pegajosa y un calor inmenso recorriéndole el cuerpo. Queriendo gritar de la vergüenza por haber tenido un sueño húmedo con su jefe, el cual vivía justo el piso arriba de su departamento. Lo peor de todo es que Yuuri no podía creer que todo había sido un sueño cuando dentro de él todo había sido tan real y nítido.

Se quejó sonoramente por el dolor de su miembro, o podía seguir así de ese modo.

Observo el reloj, era casi tiempo de levantarse así que no dio más vueltas en la cama y se dispuso a salir de ella, miro con desdén su ropa interior, tomo las sabanas y junto a ellas lanzo su ropa a la lavadora. Se metió a bañar, tomando una ducha fría que le ayudara a bajar la temperatura de su cuerpo, pero por más tiempo que permaneciera eso parecía ser imposible. Su erección no cedía, antes de salir del baño el japonés debió atender ese problema, recordó su sueño y todo lo que había pasado dentro de este, los toques, los gemidos y el cuerpo escultural de su jefe sobre él, todo ello fue suficiente para que encontrara la liberación, calmándose un poco para luego vestirse y salir a la cocina a desayunar algo.

La situación actual de Yuuri era nuevamente un caos.

Habían pasado un par de días desde la cita en el hotel y la conversación en la oficina, no había pasado demasiado tiempo, pero había sido suficiente para que Yuuri quisiera salir corriendo. No sabía porque ni la razón concreta, pero cualquier mínima acción que el presidente ruso desarrollara hacía él provocaba una reacción en cadena en el cuerpo del secretario. Katsuki no podía seguir negando que su deseo sexual estaba reprimido desde hacía mucho tiempo, Víctor Nikiforov desde que le conoció había sido y era una bomba de sensualidad que haría enloquecer hasta el más heterosexual. Yuuri antes había soñado en un par de ocasiones y masturbado con él en mente, dejándole por su puesto un mal sabor de boca y ocasionando que dejara de hacerlo por tiempo indefinido, al menos con la imagen de su jefe. Cuando empezó el trato, las circunstancias habían sido distintas y las veces en las que el japonés había sucumbido al deseo, era por una situación bochornosa que el presidente Nikiforov había provocado y Yuuri habría de haber resuelto sin mucho ánimo.

OH MY BOSS  (Concluida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora