Capítulo 9: ¡Run!

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Era muy temprano en la mañana, apenas el sol estaba comenzando a salir y dos personas junto con un hermoso perro corrían recorriendo el camino del parque, al llegar a la entrada de este se detienen para tomar agua, uno de ellos lanza un pequeño grito de satisfacción.

- ¡Qué bueno es correr temprano por la mañana! –Exclama Víctor con su usual sonrisa en forma de corazón, Yuuri que está tomando agua en asiente silencio.

A pesar de que se le haya complicado al principio, pero luego de varias semanas le fue tomando el ritmo hasta haberse acostumbrado a ello. La ventaja también estaba es que había perdido peso y Yuuri estaba nuevamente en el peso que tenía durante la universidad, regresando a su esbelta figura cosa que animaba mucho al japonés, y que su jefe ruso celebraba fastidiándolo. Con el pasar de los días se hubo acostumbrado más y más al excéntrico ser que era Víctor Nikiforov, podía adelantarse un poco a sus deseos, seguirle el paso sus caminatas matutinas y tolerar su extraño sentido del humor. Pero lo que no terminaba de acostumbrarse el japonés eran los besos y los toques que este le proporcionaba, su corazón no superaba los micro infartos que esas acciones le provocaban, y era demasiado vergonzoso para Yuuri asimilar que su cuerpo comenzaba a gustar de eso, aun cuando su mente se negaba a participar.

No obstante, alejado de todo ello, había algo en particular que este descubrió al trabajar con Víctor las últimas semanas y eso era que su jefe amaba a su perro. Algo que hacía que del corazón de Yuuri brotaran miles corazones y arcoíris era su amor por los perros, tenía miles de cosas en su hogar sobre ellos, y siempre deseo tener uno, pero nunca tuvo la oportunidad, así que ver la relación que tenía el ruso con su mascota era lo más tierno que este podía ver en Víctor. Cada lunes, miércoles y viernes los dos salían a correr en compañía del hermoso caniche, pero era obligatorio que alrededor de las 4:30 de la tarde más tardar, el ruso se regresara a casa para sacar a pasear a Makkachin. No obstante, también había observado que cuando no tenía la oportunidad, su jefe le dejaba el trabajo de sacar a pasear al perrito a uno de sus trabajadores del hogar.

Yuuri veía eso muy tierno, y pese a que pudiera traerle un poco más de trabajo organizar el resto de las solicitudes restantes para otros horarios, generándole salir todos los días media hora más tarde, era algo cierto que disfrutaba ver la sonrisa de su jefe en el momento que se retiraba a casa para salir con Makkachin.

Ese día en particular en el despacho de Víctor se recibió una llamada para una cena importante con unos accionistas provenientes de Kioto, por lo cual Yuuri nota como en el rostro de su jefe se muestra una mueca de descontento e incertidumbre, el japonés sigue realizando sus tareas, aunque se encuentra pendiente de las acciones de su jefe cuando este se le acerca al escritorio.

- ¡Yuuri, necesito que me ayudes con algo!

- ¿D-de que trata? –pregunta sorprendido de lo espontaneo de la situación.

- ¿Podrías sacar a Makkachin a pasear? - le pidió, Yuuri lo miro.

- ¿a Makkachin? –este asiente.

- Sé que no está dentro de tus tareas, pero la persona que lo saca a pasear cuando estoy ocupado, el día de hoy se encuentra de permiso por un refriado y no sé a qué hora podre desocuparme ¿Es posible que puedas ayudarme con ello en cuanto termine la jornada? Podrás irte a las cuatro en punto.

Yuuri lo reflexiono por unos breves segundos, no faltaba tanto para las cuatro, Víctor se lo estaba pidiendo fervientemente con la mirada, y él amaba a los perros, por lo cual acepto, eso provocó una gran sonrisa de alivio en el ruso al punto de abrazar al japonés.

- ¡Muchas gracias Yuuri, definitivamente eres el mejor secretario del mundo! –exclamo-, además le agradas mucho a Makkachin, seguro se alegrará de verte.

OH MY BOSS  (Concluida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora