Etapa final: I

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Entre disparos por doquier, Kentia había conseguido escapar. Ahora estaba perdida dentro de la caverna que se ramificaba en varios caminos. Arrastraba el cuerpo malherido de Kikalu.

—Déjame aquí, van a matarnos a las dos —dijo la muchacha herida.

Kentia siguió arrastrándola sin decir nada, buscando una salida que sabía que no encontraría. En un momento, cuando consideró que estaban a salvo, se detuvo, sacó de su mochila una botella con agua y se la ofreció a Kikalu.

—No sé cómo, pero vamos a salir de acá... vivas.

Un ruido resonó en la oscuridad de la cueva, "los soldados" pensó Kentia. Tomó la linterna y volvió sobre sus pasos, algunos metros atrás. Fue entonces cuando oyó el grito desgarrador de la muerte. Al girar, vio a una criatura con forma humana devorando las entrañas de su compañera. Al principio no pudo reaccionar, estaba petrificada de horror, pero cuando notó el reflejo de la luz de su linterna en lo que parecían cientos de ojos acercarse desde el fondo negro de la cueva, corrió en la dirección opuesta hacia algún sendero desconocido.

El sendero estrecho, al cabo de varios minutos, dio paso a un inmenso espacio abierto. Aunque seguía dentro de la cueva, ahora la claridad penetraba desde todas las direcciones. Frente a ella una cascada de aguas claras rompía estrepitosamente el silencio de aquel enorme vacío.


Continúa

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Continúa...

La hora del terror 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora