Etapa final: VII

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"¿Estoy muerta?" pensó Michelle al abrir los ojos. Había rodado cuesta abajo por una pendiente y ahora se encontraba tirada sobre un charco de agua sucia. Recordaba haber corrido sin rumbo entre los recovecos de la cueva, luego tropezar y caer, lo próximo fue despertar allí.

Junto a ella vio un cráneo humano, por lo que, motivada por el susto repentino, se alejó tanto como pudo.

Podía ir el sonido de un gran flujo de agua, como si un río embravecido o una cascada estuvieran cerca. Sea en donde sea que estaba, la cueva había dejado de ser un laberinto oscuro y se había vuelto un espacio gigantesco, iluminado por las claridades del día. Escuchó gritos de auxilio provenientes de algún lugar y se reprochó no poder hacer nada para ayudar a sus compañeros.

Observó alrededor y notó que se encontraba encerrada en lo que parecía un pozo de colosales dimensiones. Entonces, hacia arriba, vio un pasaje que no parecía conducir a un abismo oscuro como el del que había venido, por el contrario, podía ver luz refractada en agua danzar contra las rocas. Subió como pudo y se escabulló por allí.

Al otro lado, en efecto, una cascada bajaba a sus pies. A un lado de la vía de agua, un caminito estrecho la bordeaba hasta una claridad aún más fuerte. Michelle no lo dudó y siguió esa ruta esperando hallar alguna salida.

El camino era tan sinuoso y estrecho que el paso por allí resultaba difícil. De pronto, una roca se desprendió a sus pies y Michelle terminó con medio cuerpo en el agua. La corriente era tan potente que le impedía volver al sendero. Sus brazos se fueron aflojando poco a poco hasta que se rindió a su suerte.

Muchas veces imaginó el momento de su final, pero nunca pensó que sería arrastrada por un río hacia el fondo de una cascada.

Pero antes de llegar al fin de su existencia, su cuerpo se detuvo y, entre gemidos de esfuerzo, fue arrastrada fuera de la corriente.

—Michelle, no es tiempo de morir.


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Continúa...

La hora del terror 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora