—... y la he estado buscando desde entonces.
—Es como si buscaras una aguja en un pajar, ¿lo sabes? —Elliot arqueó una ceja al momento de llevarse su vaso de café a los labios.
—No lo es tanto si tengo tu ayuda. Probablemente te la hayas encontrado alguna vez...
—¿Tienes alguna foto de esa chica Cece?
Portia asintió y rebuscó su teléfono en su mochila. En las últimas dos semanas había cambiado los bolsos grandes y lujosos por algo que fuera más acorde con la personalidad de una estudiante de primer semestre.
Aquella foto la tenía guardada por si Elliot llegaba a preguntarle por Cece, aunque creyó que no sería necesario. Siempre pensó que su amiga era lo suficientemente conocida por sus compañeros. O tal vez Elliot no era muy observador.
Mientras él se tomaba su tiempo para ver la foto, Portia se tomó nuevamente la oportunidad de echarle un vistazo al brazo de Elliot. Eran tantos dibujos tatuados en su piel que no podía distinguir uno solo.
—Es muy guapa, pero nunca la he visto en mi vida, pero vamos Portia, es el siglo veintiuno. ¿No has pensado en buscarla en Facebook o en Instagram e investigar quién es su novio?
—¿Crees que no lo he hecho? Esa mujer está desaparecida de las redes sociales por alguna loca razón. —Puso los ojos en blanco e imitó el gesto que Elliot había realizado un minuto atrás. Casi terminó con su bebida en el vaso de cartón.
—Dime su nombre completo. —Le pidió él.
—Cecelia Riley.
Portia se limpió el sudor imaginario de sus manos en la tela de sus jeans. Vio cómo Elliot abrió su portátil y tecleaba algo en ella con rapidez.
—No creo que esté desaparecida de las redes sociales, Portia. En este punto de la historia nadie haría algo como eso. Parece que te tiene bloqueada.
—¿Qué dices...?
Elliot giró sobre la mesa la portátil para que Portia pudiera leer la pantalla.
Sintió un hueco en el estómago cuando vio que, efectivamente, Cece estaba activa en Facebook. Deslizó el dedo hacia abajo, pasando por las publicaciones más recientes de su amiga. La última la había hecho hacía unos días atrás, y era una foto de ella frente a la Fuente McHenry en Baltimore.
—¿Qué carajos?
—¿Qué le hiciste, rubia? Porque, en la historia que me has contado, no encuentro una razón lógica para esto. Te ha estado ignorando y resulta que no quiere que la encuentres ni en internet.
Demasiado tarde, pensó Portia. A esas alturas, Cece ya había sido investigada por las fuentes confiables de Jasper.
Oh. Jasper. Hacía días que no pasaba por su cabeza. Había decidido ignorar aquella parte de su cerebro en la cual no dejaba de recordarlo. Él le había puesto una pausa a su relación, la cual ella no podía cambiar. Simplemente tuvo que aceptarla y continuar con la nueva vida que Jasper le había conseguido.
—¿Portia? —Habló Elliot haciéndola volver a la realidad.
—Lo siento. Yo no... no lo sé.
—¿Segura?
Bien, quizás sabía la razón.
Portia se había alejado de Cece al igual que lo hizo de sus demás amigos y, lo más importante, de su familia. Todo por un hombre que le dio todo y no le importó nada más. Cecelia sabía toda la historia que había detrás, por supuesto. Era su mejor amiga pero no quiso apoyarla en su idea de irse y comenzar una nueva vida. Creyó que, al buscar a sus amigos nuevamente, las cosas seguirían igual que antes.

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CHICAGO ©
ChickLitLos caprichos de una niña mimada y el corazón de un hombre enamorado nunca pudieron haber formado una peor conexión. Portia lo tenía todo gracias a él. Jasper sólo la deseaba a ella.