🖤Todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario.🖤
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-Creo que esto no esta bien.-lamentó ella mientras me alejaba lentamente.
-¿A quién le importa?-pregunté volviendome a acercar a ella esta vez con mis brazos rodeando su estr...
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Después de que me confesara básicamente todo la ayudé a llegar a su cuarto, tenía todo patas arriba. Menos su material de arte, sobra decir que eso sí que estaba bien ordenado e impecable. En cuanto la acosté en la cama cerro los ojos y se durmió seguido, se ve que emborracharse no le sentaba bastante bien. Me quede un rato al lado de la cama mirándola, ella volvía a ser el angelito que había presenciado en el despacho de mi padrastro.
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A la mañana siguiente me levanté como cualquier mañana de un sábado, hasta que pasé frente a la puerta de la habitación de invitados y pude oír un fuerte golpe que hizo que el suelo temblara. Abrí la puerta inmediatamente y vi a Beth revolcándose entre las sabanas, tirada al lado de las patas de la cama.
Me acerque a ella y la observe cuidadosamente desde mi altura. Creo que se percató de mi presencia porque empezó a hacer esfuerzos para abrir los ojos y cuando lo consiguió tuvo que entrecerrarlos porque la luz re los rallos del sol le pegó directamente a los ojos.
-¿Qué cojones quieres ahora? ¿Violarme? ¿No puedes hacerlo con tu novia o qué? -preguntó medio dormida, empezaba a pensar que siempre era así de borde.
-¿Te acuerdas de algo de lo que pasó ayer? -cuestioné, intentando que dejara de ser tan cortante.
-No me acuerdo de nada en absoluto-respondió esbozando una sonrisa. Lo primero que pensé en ese momento fue "Ay que felices viven algunos" pero me limité a soltar un largo suspiro. Preferí no contarle que me confesó todo, o casi todo, su pasado.
-¿Quieres desayunar algo? -ella miró hacia el suelo y negó con la cabeza, se la veía bastante deprimida. -Tienes que comer algo y no voy a aceptar un no como respuesta.
-Sabes lo de...-ella se detuvo antes de decir la palabra, pero, era muy obvio lo que quería decir: Anorexia.
-Sí, y me voy a encargar de que mi padrastro no sea un capullo contigo y de que tú no causes ni te metas en problemas. -Pude oír como soltaba alguna palabra inapropiada por lo bajo y pude observar como fruncía el ceño, pero, ella era consciente de que ahora, más que nunca, tenía que tener cuidado con las consecuencias de sus actos y medir sus palabras.
