Ibiza, julio 2017.
-León, no quiero- noté como los dedos de León tomaban mi brazo y lo movían suavemente. Aún tenía la cabeza pegada a la almohada, eran las 8 de la mañana.
-Kleine, vamos. Me lo prometiste.
-Pero a horas normales- León resopló.- ¿Por qué no llamas a tus amigos?- recordé que se encontraban en la isla en una villa junto a la nuestra.
-Porque quiero jugar contigo.
Resoplé, incorporándome en la cama. Froté mis ojos antes de mirar de nuevo el reloj, seguían siendo las 8 de la mañana. Mi maravilloso novio había decidido que lo mejor que podíamos hacer en sus últimos días de vacaciones era jugar al tenis a las 8 de la mañana.
-León, no sé jugar al tenis- hice un puchero. En realidad si sabía, pero no es que fuera muy buena.
-Te prometo que seré bueno.
Suspiré por la desesperación y salté de la cama. Rebusqué entre mi ropa, ni siquiera tenía algo adecuado para jugar. Me vestí ante la atenta mirada de León.
-¿Seguro que no quieres quedarte aquí?- elevé una ceja mientras mordía mi labio.
-Suena tentador, pero no. Vamos, kleine.
Negué con la cabeza. No tenía remedio. Definitivamente el golpe del partido contra el Ajax le había dejado secuelas, aunque los médicos se negasen a admitirlo. Se sabía de memoria el camino a las pistas de tenis. El sol comenzaba a salir, por lo menos no me iba a quemar. Sin duda alguna, ese partido fue uno de los momentos más vergonzosos de mi vida. Ni siquiera conseguía dar más de dos toques a la pelota y cuando parecía que lo controlaba, León me enviaba globos, pelotas que rebotaban antes de tocarlas y golpeos que para tocarlos era necesario tener la velocidad de Usain Bolt.
-No puedo más- apenas tenía aliento, las piernas me quemaban y los brazos ya no formaban parte de mi cuerpo. Me senté en el suelo de la pista tras devolverle la pelota de un raquetazo.
Vi como se preocupaba, dejó la raqueta junto a la bola en su pista y con un suave movimiento pasó por encima de la red y se sentó junto a mí. Noté su brazo sobre mis hombros.
-No me toques, estoy sudada- odiaba que la gente me tocase en esa situación. Miré a su cara, sonreía. Cómo podía estar tan perfecto.
-No me importa, no es la primera vez que te hago sudar- me guiñó un ojo- ¿Estás bien?
-Sí, solo siento que se me va a salir un pulmón, pero ahora se me pasa.
Se levantó y tiró de mí para ponerme en pie. Sus labios se acercaron a los míos y los presionaron suavemente. Salimos de la pista en dirección a la villa. Los amigos de León estaban por allí. Si ya estaba roja, consecuencia del cansancio, que ellos me vieran en ese estado enrojeció aún más mis mejillas.
León me siguió hasta la habitación tras saludar a sus amigos. Se quitó la camiseta rápidamente.
-¿Nos duchamos?- se acercó a mí. Le latía el corazón a una velocidad alta.
-¿Juntos?¿Quieres matarme?- ni siquiera sabía como había llegado a la habitación, las piernas me temblaban y amenazaban con doblarse en cualquier minuto.
-Oh, vamos, kleine. Será divertido.
-Eso dijiste del tenis- negué con la cabeza. Estaba renunciando a una ducha con León, no me reconocía pero no podía más. Apenas eran las 11 de la mañana y ya tenía ganas de dormir.
-Si cambias de opinión, estoy en el baño- caminó hacia allí, bajando sus pantalones y dejándome ver la perfección de sus posaderas.
-Bonito culo, es una pena que no sienta los brazos...-escuché su carcajada del otro lado de la puerta.
Mientras León se duchaba, busqué ropa limpia y recogí el cuarto. Salió de la ducha feliz, peinando sus rizos.
Tras una sonrisa pícara, entré al baño. El vapor provocado por la ducha de León inundaba el lugar. No podía entender el sentido de ducharse a 200 grados y menos aún, en pleno verano. El agua ni estaba fría ya que las tuberías aún conservaban calor de la ducha de León. Trataba de olvidarme del madrugón y las agujetas que tendría mientras el agua caía y la radio sonaba de fondo. Como era de esperar, León entró al baño.-¿Qué haces ahí?- pregunté mientras se acercaba peligrosamente a mi zona.
–Iba a peinarme, pero....—mordí mi labio mientras él dejaba caer la toalla anudada a su cintura.
Estaba muerta de cansancio, pero verle siempre me daba ganas de más.–León–ni siquiera podía estirar los brazos con normalidad.–Para, no puedo.
–¿Segura?- sus brazos me rodearon. Sentía la humedad de su piel contactando con la mía.
-No me puedo mover– puse cara de dolor cuando intenté levantar el brazo para acariciar su hombro.
-Está bien.-parecía decepcionado.
-Eh, no estés mal- acerqué mi boca a la suya. Habría dado lo que fuera por hacer el amor en el baño pero mi cuerpo no estaba por la labor. Además, sus amigos esperaban en la planta baja.- Te prometo que te compensaré.
-No tienes que compensar nada, has venido a jugar al tenis- me besó suavemente y me ayudó a colocarme una toalla alrededor del cuerpo- Eres malísima.
-No me hace gracia- dije mientras soltaba una carcajada. Noté sus brazos elevándome por los aires y llevándome hasta la cama.- Eres un show de persona...
-Descansa, kleine- me besó la frente y comenzó a buscar su ropa.
-¿Dónde vas?-me recosté para observar sus gestos.
-Con los chicos, cuando no parezcas un Playmobil puedes venir.
No entendía cómo podía estar tan feliz y tan enérgico con el madrugón. Él se había levantado antes que yo. Todos los días se despertaba antes y salía a correr o a jugar al tenis. Realmente, me hubiese encantado seguirle el ritmo y correr con él de madrugada para ver amanecer, pero era algo que no iba conmigo.
Tras unos minutos tirada sobre la cama, decidí bajar con los chicos.
-¿Qué pasa, Ro?- Marius se acercó a chocar mi mano nada más verme.
-Nada nuevo. Deberíais jugar al tenis con León- me tiré sobre el sofá blanco que ocupaba medio salón.
-No hemos hecho otra cosa- Sebastian se sentó junto a mí.- Es un auténtico adicto al deporte.
-¿En vacaciones también?- miré a León mientras bebía agua de una botella.
-Kleine, el deporte es bueno.
-No como tú- sonreí mientras sus amigos reían.
-Solo tú sabes lo malo que soy- me guiñó su ojo derecho y se sentó junto a nosotros.
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Sí, quiero. //León Goretzka// (Te Quiero II)
Random¿Qué pasa si todo se acaba? ¿Olvidas todo lo vivido y vuelves a empezar?¿Recuerdas siempre lo que perdiste? ¿Aquellos "Te quiero" eran realmente sinceros? Segunda parte de Te quiero