Nada de fútbol

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Subimos hasta su habitación. No quería soltar su mano. Uno frente al otro nos miramos. Sentí un tremendo impulso y le  abracé. Apoyé la cabeza en su pecho, mientras sus brazos me envolvían. Estaba segura de que aunque el destino nos llevase a otra ciudad, mi casa siempre sería él.

-Kleine, te quiero muchísimo.- besó mi pelo. Tenía ganas de llorar. Estas cosas me ponían sensible.

-Quiero estar contigo aquí, en Munich, en Rusia o en Alaska- sus ojos entraron hasta el fondo de mi alma.

-Shh- sus dedos acariciaron mis labios- Nada de fútbol, de problemas o de futuro. Solo tú y yo contra todo. Vamos a disfrutar nuestra noche.

- Está bien- sequé unas pequeñas lágrimas que habían brotado de mis ojos.

Se apartó un poco y comenzó a desabrochar su camisa. Me miró sugerente.

-Ese es el vestido que llevabas la primera vez que estuvimos juntos, en esta cama- me sonrojé ante sus palabras. Se acordaba.- Estoy solo en casa, kleine.

Sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja mientras sus dedos iban sacando en mi vestido cada botón de su ojal. Un escalofrío recorrió mi piel cuando sus dedos acariciaron mi abdomen.
Pronto su peso se encontraba sobre mí, la cama se fue convirtiendo lentamente en un ring de boxeo. No había golpes, solo besos por todas partes, gemidos y algún arañazo. León Goretzka era el hombre más increíble sobre la faz de la tierra, estaba segura de ello.

No podía dejar de mirarlo mientras sus párpados luchaban por no cerrarse. Solo pensaba en lo feliz que era, en todo lo que me aportaba. Recordé el último año junto a él, lo bueno y lo malo, siempre estaba él. Había cambiado mi vida para bien. Ni siquiera recordaba mi vida antes de él.

-¿En qué piensas?- dijo abrazándome junto a su pecho.

-En lo feliz que me haces, León.

-Ha sido un año intenso, ¿Verdad?- comenzó a acariciar mi pelo- Pero todo ha salido bien.

****
La mañana siguiente volvimos a Gelsenkirchen. No podía dejar de pensar en la increíble noche que habíamos pasado juntos. Cuando regresaba a casa de la universidad, encontré a Max en la puerta de mi casa. Sabía que Thérèse había vuelto a París y sus planes de regresar a Alemania, pero no sabía nada de él. Últimamente no estabamos muy en contacto.

-Hey, Max. ¿Qué haces ahí?- me acerqué a abrir la puerta bajo su atenta mirada.

-Hola, Ro. Venía a verte, necesito hablar con alguien- parecía algo triste y más serio de lo normal.

-¿Y León?

-Desde que está contigo vive en una nube... Si no te viene bien, puedo ir...- interrumpí su monólogo, invitándole a pasar.

-¿Qué pasa?- entramos en el ascensor. Max me indicó que prefería hablar dentro del piso.

-No sé qué hacer- se sentó en el sofá mientras yo colocaba mis cuadernos sobre la mesa del salón.

-¿Con Thérèse?- era obvio que ese era el tema.

-Ya sabes que la quiero, pero no sé. Está con Julian, yo con Laura...- me miró fijamente. Nunca había visto tantas dudas en él.

-Max, no sé qué quieres que te diga. Va a venir a vivir aquí otra vez. Si quieres estar con ella, está todo a tu favor.

-No. No vamos a volver. Es imposible- comenzó a jugar con las manos.

-¿No crees en las segundas oportunidades?

-No mucho. Supongo que si algo no sale bien, no hay que forzarlo.- Asentí. Pensaba como yo. Una segunda oportunidad era algo muy serio. Quizá era lo mejor para ellos.

-¿Te ha dicho cuándo viene?- pregunté curiosa.

-No va a venir aquí.- le miré desconcertada- Estudiará en Dortmund este curso.

-Esperaba pasar tiempo con ella....

-Está cerca, Ro -se levantó para irse. Me acerqué con él a la puerta

-Max, piensa muy bien que es lo que realmente quieres y, sobre todo, no le hagas daño.

- Gracias, de verdad.

Me dio un abrazo y se fue. Me quedé allí meditando sobre cómo la vida cambia. Nada nunca será igual a cómo lo has vivido, por eso hay que hacer cada momento especial. León llegó a casa unos minutos después. Sus besos, sus besos siempre tenía algo igual. No sabía si era el tacto de sus labios o el amor que sentía por él.

-¿Has hablado con Max?- fui tras el hasta la cocina.

-¿Sobre qué?- rebuscó en el frutero algo para comer.

-Thérese se va a Dortmund, pero no van a intentar nada... Creo.

-Quizá es lo mejor. Aunque nunca había visto a Max tan feliz con nadie.- comenzó a morder una manzana- Por cierto, he visto a Laura.

-¿Y bien?- recordé la fiesta de Max y una sonrisilla me invadió.

-No le caes bien, pero eso no es nuevo. Siguen juntos, a pesar de todo el lío.

-Si es lo que Max quiere...

-Ojalá encuentre a alguien como tú.- besó mi frente y regresó al salón.

Me quedé unos segundos, con una sonrisa tonta, embobada. Ojalá todos los hombres fueran tan educados como él. Me tumbé junto a él en el sofá a ver la tele.

- Deberíamos ir a ver a mis padres- propuso León.

-Y a los míos.

-¿Cómo crees que estarán?- hablaba con ellos casi todas las noches, pero casi nunca contaban nada nuevo.

- Echando de menos a sus hijos, pensando en cuántos descuidos habremos tenido- rió sonoramente.

-De momento, ninguno.

-¿No te gustaría tener un mini León o una mini Ro corriendo por aquí?

-Ahora mismo no y si es como tú, menos- le saqué la lengua- Además, que correrá por Múnich o por Barcelona...

-Ro...- su tono sonó a regañina- No quiero hablar de esto.

- Pero es importante. Konrad y Elena rompieron por algo similar.

-¿Y tú qué quieres?- se incorporó un poco para mirarme a los ojos.

-Que seas feliz, que cumplas tus sueños. ¿Y tú?

-Quiero lo mismo para ti, pero quiero que lo hagamos juntos- cogió mi mano y me miró. Lo estaba diciendo todo. No quería separarse ni hoy ni nunca. Sentí una lágrima caer por mi mejilla- Hey, ¿Qué pasa, kleine?

-Que eres lo mejor de este mundo y soy muy afortunada de que me quieras.

Besó mi frente y me abrazó junto a él mientras continuaba viendo la televisión.

Sí, quiero. //León Goretzka// (Te Quiero II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora