Podremos manejarlo

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Desperté entre los brazos de León. Me moví ligeramente, no quería despertarlo. Besó mi frente suavemente, sonreí. Siempre estaba despierto.

-Buenos días, amor- aún tenía la voz ronca. Carraspeó para aclararla.

-Buenos días, León- me senté, apoyándome en el cabecero de la cama.- ¿Desayunamos?

-Mmm...- se mordió el labio y se tumbó sobre mí. Sus labios subieron desde mi ombligo hasta mi cuello.

-Leon....-suspiré. Era muy pronto y estaba cansada. Sujeté su cara con mi mano, provocando que parase la invasión de mi cuello.

- Un poquito, kleine- sonrió y puso esa cara de pervertido que tanto me gustaba.

-No me apetece, de verdad.- a medida que lo decía, me estaba arrepintiendo de mi decisión. Se escuchó a mi estómago pidiendo comida.

-Está bien- se alzó hasta mis labios y los besó con suavidad- Vamos.

Se levantó de la cama y miró por la ventana. Volvía a estar nublado en Gelsenkirchen. Aproveché para coger un pijama y ponérmelo.

-¿Qué crees que habrá pasado con esos dos?- pregunté mientras observaba cómo se colocaba unos pantalones grises.

-Nada. Max está loco por ella, pero no quiere hacerle daño a Laura.-parecía tan seguro de ello.

-Creo que no deberían volver. Si una vez no funcionó, ¿por qué iba a ser está la buena?

-Han madurado...creo.

-No ha pasado ni un año desde que lo dejaron y ella está con Julián. Bueno, no sé sabe muy bien.

-Kleine, es cosa suya.- sabía que él no tenía claro aquello tampoco- Entonces, ¿no crees en las segundas oportunidades?

-No lo sé. Pero yo creo que no funcionan. Ya conoces a la otra persona, sabes sus fallos y es lo que más buscas porque quieres saber si volverá a tenerlos.

-O sea, que si algun día lo dejamos, no volveremos nunca más a estar juntos- se acercó a mí, colocando unos mechones de mi pelo hacia atrás.- Tendremos que aprovechar esta oportunidad.

Se agachó hacia mis labios. De momento, mi primer intento de estar con él estaba saliendo genial. Tanto que me podría plantear otro en caso de que este fallase. Salimos hacia la cocina. Max llevaba la ropa vieja de León. Estaba preparando café para todos y unas cuantas tostadas.

-Buenos días, chiquitín- dijo León sentándose cerca de la mesa.

-Buenas- me senté sobre la pierna de León, observando como el rubio preparaba el desayuno.

-Buenos días, tortolitos- se giró para mirarnos- Podríais ayudar, si os quedan fuerza después de lo de anoche.

León y yo nos miramos. Leon me cedió su asiento y comenzó a exprimir algunas naranjas. Observe como Thérèse entraba en la cocina.

- Bonjour -dije mientras ella miraba a su alrededor y tomaba asiento frente a mí y contestaba mi saludo.

-Mademoiselle- Max puso junto a ella una taza de café y se sentó a la mesa.

-Qué caballero- rió León- Signorina- puso junto a mí el zumo de naranja y se unió a la mesa.

- Y tú qué envidioso- contestó Max, sacando la lengua.

-¿Sabes italiano?- miré a León, deseando que me dijera que sí.

-No- me aclaró Max, que se echó a reír y León lo fulminó con la mirada.

Comenzamos a desayunar sin decir nada más. La tensión flotaba entre Thérèse y Max y yo moría de ganas por saber qué había pasado. León comenzó a hablar con Max sobre algo del equipo. Lancé una mirada cómplice a Thérése, una mirada que indicaba que podía contármelo todo. Era el momento.

- No pasó nada- comenzó a hablar en francés.

-¿Cómo que nada?- continué en el mismo idioma- Algo pasaría.

-Pues...nos besamos, muy poquito. Había bastante tensión, ya sabes.... Me dijo que no soportaba a La...-se dió cuenta de que el nombre de Laura era igual en todos los idiomas y eso llamaría la atención de los chicos-... a su novia.

-Normal. Nadie la soporta.- pude ver a León mirándome de reojo. Era muy consciente de lo que estábamos hablando.

-Le dije que estaba teniendo problemas con mi pareja -omitió de nuevo el nombre de Julian- y que era porque no paraba de pensar en otra persona.

-¿Le dijiste que era él?

-Lo dijo él solo. Se acercó y me besó.

-Me alegro tanto.

-No vamos a empezar nada de momento.- dejó la taza tranquilamente sobre la mesa.

-¿QUÉ?- grité sin quererlo. No entendía nada. Los chicos nos miraron y fui consciente de que nuestra conversación iba a ser lo único que se iba a escuchar- Si no paras de pensar en él y le besas y todo...intentadlo al menos.

-Todo tiene que ser despacio. Vosotros no habéis corrido y os está yendo muy bien.

-¿De qué hablais?- Leon intervino en la conversación. Su gen cotilla salía siempre a la luz.

- De ti, mi amor- negó con la cabeza y besó mi mejilla.

Thérèse sonrió de lado y miró a Max. Su mirada le estaba diciendo que me lo había contado.

-¿Despacio?- le pregunté al rubio, que asintió con la cabeza- Suerte.

Tras explicarle a León la situación, el desayuno continuó en absoluto silencio. Cierta tensión volvía a flotar entre nosotros. Las cosas estaban cambiando irremediablemente.

-Al final, ¿te vas?- el rubio miró fijamente a León, que dio un sorbo a su café.

- Sí- ni siquiera lo pensó. Noté como el café se me iba por el lado equivocado. Esperaba haberlo entendido mal.

-¿Cómo que te vas?- miré fijamente a mi novio. Estaba muy serio.

-No ahora. En verano.

-¿Y yo?- unas lágrimas presionaban mis ojos. La idea de cambiar mi vida por él me aterraba.

-Tú puedes hacer lo que quieras. Espero que lo que quieras sea estar conmigo. -cogió mi mano, pero yo la aparté.

-Necesito pensar.- me levanté en dirección a nuestra habitación.

-Kleine, vamos, ya lo habíamos hablado....- escuché como se levantaba a mi espalda.

Me tiré sobre la cama tras cerrar la puerta. Por mucho que fuera Leon Goretzka no tenía derecho a cambiar mi vida. Él podía hacer lo que quisiera con su carrera, yo no era quien para meterme en esa parte de su vida, pero si yo formaba parte de ella debía mantenerme informada.
Tardó más de lo esperado en llegar a la habitación. Escuché como abría la puerta, continué con la cabeza hundida en la almohada.

-Ro...-escuché sus pasos acercarse a mí.- ¿Podemos hablar?- Sentí cómo el colchón se hundía bajo el peso de su cuerpo.- Tienes que entenderlo.

-Si lo entiendo. Pero no quiero, no quiero que nos vayamos a vivir lejos, que dejemos de ver a Max y a Thérése, a nuestras familias, no quiero cambiar nada de nuestra vida de ahora.

-Y no cambiará nada. Podremos manejarlo- me recordó al inicio de nuestra relación cuando nuestros padres no debían darse cuenta de ella.

-No estoy tan segura.

Sí, quiero. //León Goretzka// (Te Quiero II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora