Para que nos sintieramos mejor, Albus y yo tomamos mucha soda y comimos mucho dulce, en el mundo muggle se diría que "nos bajó la presión".
— ¿Cómo te sientes amiga?— me pregunto Padma, trayendome una gran porción de puddin de chocolate.
— Mucho mejor amiga, gracias. ¿Albus? ¿Tú estás mejor?— pregunté y le corrí el pelo de la frente.
— Si, Lisy. Gracias.
Era entendible que el pobre chico estuviese así, su ex novia seguía siendo un trauma para él.
— Señor Potter, ¿Cómo se encuentra?— se acercó la profesora Mcgonagall, con una sonrisa discreta hacia la mesa de Slytherin.
— Estoy mejor profesora, gracias.
— ¿Usted señorita Longbottom?
— Bien profesora, y sé que viene a decirme que debo ir a mi mesa, y lo haré, déjeme estar un momento aquí, por favor— pedí, de manera súper generosa.
— Bueno, acabo de comprobar que realmente eres una Lovegood, tu mamá también hacía eso, no hacía falta hablar con ella para que te diera una respuesta— dijo y acto seguido se fué.
Una vez que la profesora estaba lejos, le dije a Albus:
— Vamos a dormir a la enfermeria, no quiero entrar a clases hoy— era un plan muy pícaro de mi parte, ¿no?...
— Mamá y papá van a matarme, pero allá vamos.
De verdad no creí que Albus quisiera acompañarme, el es muy tranquilo y no se metería jamás en problemas. Llegamos a la enfermería y la enfermera Poopy nos atendió muy amablemente, no creo que nos haya creído que estábamos mal nuevamente pero, no se negó a cedernos unas horas de descanso en la enfermería.
Habremos dormido unas 5 horas, en realidad hablo de mí, Rose vino a despertarme y Albus seguía durmiendo cuando abrí mis ojos.
— Linds, tenemos que hablar, es muy importante— ya me había exaltado— Aunque no es tan terrible como lo hice sonar, tranquila.
La preocupación ya se había apoderado de mi cabeza, tenía miedo, no voy a negarlo, pero no me quedaba otra que ir a verificar qué es a lo que en realidad le temía.
— ¿lo ves?— me preguntó Padma, sentada en la punta de su cama, mirando el símbolo que estaba dibujado con fuego sobre las cortinas de mi cama.
— ¿puedo preguntar qué mierda es esto?— ya no estaba preocupada, estaba en estado curioso y desentendido.
— Linds, no digas palabras de muggles— dijo Rose, como retandome.
— Lo lamento— saqué mi varita— Reparo— dije, fuerte y claro, pero ni así logré quitar el símbolo de mis cortinas.
Supe a quién debía acudir, quién tenía la solución. Iba a tener una posible expulsión de Hogwarts pero, no podía quedarme allí. Me apareci en Beauxbatoms, en el cuarto de Addie.
— ¿qué rayos?— preguntó una de sus compañeras de cuarto, exaltada, asustada.
— Vine por Addie— y cuando la ví, durmiendo en su cama, fui corriendo a despertarla— Addie Moissele, despierta, es urgente— le rogué.— ¿Qué rayos y qué centellas haces tu aquí? — preguntó Addie, con sus ojos abiertos como platos.
— Realmente creí que estarías de pachanga, o de fiesta, es tu último año Addie Moissele, por Merlin— proteste y ella rió, con risa ronca, señal de que había dormido un buen de tiempo— En fin, necesito tu ayuda, amiga mía.
— Para lo que necesites, querida niña— dijo, dispuesta, se levantó de la cama y dio un giro, en ese giro se cambió de ropa.— Ahora me dices, qué es lo que debo hacer por tí.
— Debemos ir a Hogwarts, vamos—la toqué sin previo aviso y nos aparecimos en Hogwarts, en mi habitación, mejor dicho, y apenas abrí mis ojos, me encontré con la cara de la directora Mcgonagall.
— Bueno, usted no deja de sorprenderme, señorita Longbottom, bien sabe usted que en esta institución está terminantemente prohibido aparecerse.
Estaba cruzada de brazos, traía ya su pijama, y me miraba fijamente, y estaba claro que los gatos se había comido mi lengua, de mí no salía palabra alguna.
— Así que... ¿me dirá a qué fue a Beauxbatons o debo de llamar a su padre para que se lo pregunte él?— continuó Mcgonagall, y abrí mi boca para que sus intenciones de llamar a mi padre se frenaran.
— Yo...— y hablé por fin— fui por ella para que pudiera decirme qué significa el símbolo en llamas que yace en mis cortinas— conté, y al parecer nadie lo había notado, así que tanto la profesora como Addie, lo observaron curiosas.
El símbolo era realmente extraño, era una circunferencia con un triángulo en su centro, y cuatro lineas que salían de él; aunque lo más llamativo era el fuego, podía haber estado escrito con tinta, pintado, hasta chorreando sangre pero no, estaba envuelto en llamas.
— Muerte...— dijo Addie con su voz quebrándose, y cayó al suelo.
Estuvo inconsciente unos diez minutos, como mucho, hasta que Padma vertió agua sobre su cara, algo de la India un tanto raro, y allí Addie se despertó.
— No tenías que hacer eso— se quejó Addie, mientras tosía.
Toda mi semana, a partir de aquel incidente, fue pésima, mis notas y mi rendimiento bajaron en gran escala, y me decepcioné de mi misma, además de que peleé con Scorpius todos los días, peleé también con Holly por lo ocurrido en la casa de los Potter. Ya era viernes por la tarde, final del último periodo, quería estar sola, quería tener un momento para poder analizar todo lo que estaba pasando por mi cabeza en aquel momento. Llegué a las orillas del lago, y recordé cuando, hace unos meses, Addie leía su absurdo libro mitológico. Ella percibía las malas y buenas energías, muchísimo más que cualquier otra persona, es por eso que el otro día, cayó desmayada al suelo, algo malo iba a acontecer.
Intenté crear flores con mis manos, para poder utilizar mis pensamientos en algo más útil que el miedo, y conseguí llenar las orillas del lago de flores preciosas, pero, por supuesto, la flor que más plagaba las orillas, era la rosa roja, mi favorita.
Eso logró distraerme, el día era pésimo, no había forma de pasar el momento de manera diferente.
Volví al castillo y Scorpius y yo nos topamos en uno de los pasillos, cruzamos miradas y continuamos... pero, no, no era justo que por culpa de mis problemas nosotros dos debíamos de estar mal; así que, me dí la vuelta, y lo ví, él había tenido el mismo pensamiento que yo, caminamos a nuestro encuentro, a paso acelerado, y nos besamos, un beso tan pasional que parecía sacado de una película.
— Feliz cumple mes, reina de todos mis sueños— y armó un ramo enorme de rosas rojas con si varita.
— Estoy apenada, no traje ningún regalo material para tí, aunque me facinan las rosas rojas, ¿cómo lo supiste?— pregunté de forma curiosa, y estuvo claro mi mensaje para él, ¿no es así?.
— Ví cuánto te gustaban mientras las creabas a orillas del lago, o fue intuición, y, si el regalo no es material, entonces, ¿qué es?
Lo tomé de la corbata, y lo dirigí a la sala de menesteres, no había forma alguna de que alguien entrara allí, ni de que nos descubriera James o Albus, por el mapa. Nos besamos, nos besamos mucho, de hecho, y entre beso y beso habían miradas electricas que decían lo mismo, ambos queríamos que eso pasara; y sólo pasó, ningúno lo había hecho antes, fue probar algo distinto, algo literalmente de otro mundo, el placer reinaba en la habitación, ah, me olvidaba, en la sala de menesteres yacía UNA cama, y allí ocurrió todo. Gracias, sala de menesteres, por estar preparada para nuestras necesidades.
Una cosa más, realmente ni había recordado nuestro "cumple mes".
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Longbottom Y Lovegood
FanfictionCreían que Neville Logbottom y Luna Lovegood no terminarían juntos... Pero se equivocaron. Les presento a Lindsay Longbottom Lovegood.