CAP #6: ~tus palabras hieren~

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Las clases de la preparatoria en el que estaba suscrito habían empezado hace cuatro meses, mi cumpleaños se acerca al igual que el de Levi, el suyo es el 25 de diciembre y el mio el 31 del mismo mes.
Hace casi un mes también comencé con un trabajo de medio tiempo, no me agradaba mucho depender de Levi para todo, no me gustaba la idea de quedarme de mantenido toda la vida y que él gastará su dinero en mí, al menos quería pagar los libros que usaba en la preparatoria o para los materiales que ocupaba en las actividades del aula.

El aceptó después de mi décimo intento por convencerlo, al principio se resistía por el hecho de que saldría un poco noche del trabajo de mesero que ya había pedido, pero después de decirle que podría pasar por mí, aceptó. Él no trabaja, por lo que sé, su madre le da dinero cada mes desde una cuenta bancaria.

Hoy Levi no tuvo clases devido a que la mayoría de sus profesores no irían a la escuela, por lo que en el receso me quedaría completamente solo.
A pesar de que nuestros salones son diferentes, nos la pasábamos juntos en el receso.

Las clases pasaron rápido, incluso salí un poco temprano por haber terminado todos mis deberes antes que los demás, aunque no fui el único, sino que, también, un chico rubio de ojos azules que cada vez que chocamos miradas, se sonroja y sale corriendo. Es un poco raro, pero tierno.
Creo que es un beta.

Debo llegar temprano y por mi propia cuenta para que Levi sepa que puedo regresar a casa sólo, me gusta que pase a recogerme al aula, o en este caso, a la salida de la escuela, pero esta vez, sólo seré yo, no quiero ser una molestia.

Bajó hasta el largo pasillo, pero me detengo de golpe al ver como el mismo rubio que se aleja de mí cada que me ve, deposita algo en mi casillero. Al notar mi presencia, se sonroja y sale corriendo a toda prisa hasta la salida.

-¡¡hey, espera por favor!!- corro detrás de él, pero no logro alcanzarlo, su vergüenza lo hace muy veloz a la hora de huir.

Regreso hasta mi casillero para abrirlo y ver que metió. Es un sobre blanco con un pequeño corazón rojo pegado en el centro de esta.

-oh, la abriré llegando a casa- lo tomé con delicadeza y lo guardé en una de las bolsitas vacías de mi mochila, la cual colgué nuevamente y salí del instituto tarareando la canción que mi abuelita me cantaba.

Me pregunto, ¿que fue de ella?

Hace años que no la veo, ¿le habrá pasado algo?, ¿estará bien?

Recuerdo que cuando no podíamos visitarla, ella iba a nuestra casa a pasar un rato conmigo. Pero después que cumplí los 8 años de edad, nos mudamos de casa y no volvimos a ver a la abuela.

Estoy seguro que si ella vive, me ha de extrañar mucho, siempre dijo que yo era su bebé y que podía contar con ella, que si un día mi madre me abandonaba, ella feliz me cuidaría.
Carla jamás quiso darle mi custodia para hacerla sufrir por el hecho de no permitirle abortarme.

Cruzo la calle cuando el semáforo está en verde y los autos se detienen para dar permiso a la gente de pasar al otro extremo de la calle.
Los escasos alfas regresan a verme con dobles intenciones, pero simplemente paso de largo, ignorando a cada uno.
Ya pertenezco a alguien y puedo admitir que realmente lo amo.

La relación de hermanos entre Zeke y yo se volvió fuerte, unida, nos vemos cada cierto tiempo y hablamos por celular durante largos minutos y hasta horas. Es una persona muy inteligente, eso me agrada mucho, ya que me puede hablar de temas interesante, siempre tiene uno nuevo en cada conversación. Dice que me he convertido en su mejor amigo, pues soy la única persona que lo comprende y alaga mucho su conocimiento.

Sin duda, mi vida a mejorado mucho.

A comparación de antes, soy una persona distinta. Tengo más confianza en mi mismo y sonrio con más sinceridad, ahora tengo una persona en quien llorar cuando estoy triste, se que no me maltratará por verme débil o ridículo, él me acepta. Para el valgo mucho.

I Hate My LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora