hija de la yuta » duki.

siete

—gracias por la tarde tan linda —me miró y suspiró.— ¿qué pasa?

—es que no quiero que te me vayas —me mordí el labio y sonreí.

—quédate a dormir conmigo —levantó las cejas.

—¿no está hernán? —negué.

—tiene guardia.

—de una entonces —nos bajamos del auto y entramos a mi casa. él se sentó en el sillón y yo fui a buscar algo para comer porque ya eran las nueve de la noche.

cocine una pizza y cuando ya estaba, comimos juntos mirando el stand de los besos. [[alguien me llega a decir algo sobre esa película y armó el ring]].

sentí la mirada de mauro fija en mí. lo miré y él miró hacia el tele.

—deja de mirarme, me pones nerviosa —sonrió.

—¿por qué te pones nerviosa?

—siento que ves cada imperfección mía y pensas que soy horrible.

—¿qué imperfecciones? si para mí cada cosa tuya es perfecta —me sonroje y le di un largo beso.

—basta de chamuyos.

—no son chamuyos, es la posta mami.

seguimos viendo la película hasta que mauro se durmió. eran aproximadamente las doce y un auto se estaciono frente a mi casa. me levanté sigilosamente y miré por la ventana. el auto de mi viejo, la puta que me pario.

—mauro —le susurre. no se despertó.— maaaauro —lo sacudí y abrió los ojos, asustado.— vino mi viejo, levantate y anda a mi pieza ya, segunda puerta a la derecha —él me entendió y agarró su celular y subió corriendo.

yo, apagué el tele y también fui corriendo. sentí la llave en la puerta y ahí fue cuando trabe la puerta de mi pieza. suspiré, más relajada.
mauro estaba acostado en mi cama, durmiendo nuevamente. sonreí.

la sonrisa se esfumó cuando me acordé que mauro dejo la campera abajo. y de los dos platos. agarré mi celular rápidamente y llamé a maira. al tercer tono, atendió.

—hija de puta estaba durm... —la interrumpi.

—me chupa un huevo —dije casi en susurros.— estoy en problemas, después te cuento. quédate en silencio y cuando yo te mandé un emoji grita hola. no me cortes y no hagas ningún ruido. tampoco seas muy exagerada.

—entendido capitán.

me acosté y esperé a que mi papá subiera. aguante la respiración cuando tocó la puerta.

—¿sol?

—¿qué pasa?

—¿de quién es la campera que hay acá abajo?

—de maira.

—es de hombre —me quise golpear mentalmente por eso.

—es del novio de maira —entré a la conversación con maira. ella seguía en altavoz, pero estaba callada. escribí un emoji y esperé mandarselo. intento abrir la puerta y me mordí el labio.— maira esta cambiandose, pa.

—¿está ahí maira? —mande el emoji.

—s... —me interrumpió.

—¡holaaaa! —gritó maira del otro lado de la línea.

—hola mai. bueno me voy a dormir porque estoy cansado. que descansen —sonreí y en un susurró le dije a mai:

—gracias conchuda, mañana te cuento todo —le corté.

me acomodé bajo las sábanas y sentí como mauro paso una mano por mi cintura y en un ágil movimiento, estaba yo apoyada en su pecho y él rodeandome.

me di cuenta que ahí es donde quiero estar siempre.

y también me di cuenta que me estoy enamorando.

[...]

—¡sol! —gritó mi viejo. me desperté sobresaltada y mauro también. no se puede venir nada bueno después de ese grito.

—¿si, papi? —dije dormida.

—abrime la puerta ya —mauro me miró sorprendido.

—para pa, me tengo que cambiar.

—¡ya! —le señalé la ventana a mauro. la altura no era muy alta y para un pibe grandote como él, no era nada. él negó asustado y yo hice un gesto con las manos de por favor. suspiró y agarró su celular.

—me la debes —susurró y caminó hasta la ventana.

—¡sol! abrime en tres.. —mauro paso una pierna.— dos.. —pasó la otra pierna.— ¡uno! —saltó y yo corrí hasta la puerta para abrirla. mi papá me empujó e inspeccionó todo el lugar.

—¿qué pasa?

—¿y maira?

—se fue temprano. tenía que ayudar a la tía a no se que.

—su mamá me dijo que durmió en su casa —la puta madre, todo mal me va a salir. por suerte, nací con dotes de actuación y buena para las mentiras, así que lo aproveché.

—capaz no se dio cuenta porque estaba durmiendo. ¿por qué te mentiría, pa? —me hice la santita. él me miro y se fue de la habitación. sonreí y me acosté de nuevo.

llamé a mauro y al segundo tono, atendió.

—pensé que iba a morir —sonreí.

—perdón, te juro que pense que tenía guardia.

—no pasa nada bonita, me la debes. y agradece que no te secuestre cuando dormías. sos hermosa loca —me mordí el labio.

—cuando nos veamos te devuelvo la campera.

—quédatela. te va a quedar mejor que a mí.

—gracias.

—gracias a vos.

—¿por qué?

—por estar ayudándome a entender mejor que es el amor.