Día N°2

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Sentía el vacío bajo su cuerpo, no había nada que pudiera sostener su anatomía pero no sentía miedo por eso, es más se sentía tranquilo y a gusto era como flotar en las nubes, pero todo se vino abajo cuando sintió un fuerte peso sobre el, el aire se escapo de sus pulmones y abrió los ojos con pánico solo para darse cuenta que encima de él un hombre con una máscara de conejo cubría su boca con su mano, se sacudió violentamente pero el peso del individuo era mucho y poco lograba hacer, tomo con sus manos la muñeca del gran hombre, trato de apartarla pero rápidamente la otra mano de esa persona tomo como si nada sus manos y las puso abajo, para después usar sus piernas para aprisionar los brazos del joven.

Lágrimas amenazaban con salir de sus ojos aunque intentará mantenerse fuerte de nada serviría, estaba a Merced de ese loco, su respiración se altero más cuando vio como con su mano libre el hombre sacaba una navaja, cerró los ojos con mucha fuerza y negó con la cabeza, rezo todo lo que se sabía y aún con los ojos cerrados las lágrimas escapaban.

Sitio el frío metal de la hoja apoyado en su mejilla, tembló, abrió los ojos solo para ver de nuevo esa horrible
Máscara — No voy a lastimarte —La navaja se movió por su rostro con la misma delicadeza que tiene una bailarina de ballet, el enmascarado apartó el arma blanca, destapó la boca del chico y este jadeo, antes de que pudiera decir una palabra una limpia puñalada fue dada en su abdomen, y luego otra, y otra, y otra más hasta que no se pudo mover y la sangre se escurría por su boca a borbotones.

Abrió los ojos mirando a todos lados, jadeando, con el corazón en la garganta, llevo una mano a su pecho trato de regular su respiración, que aunque más que quería no podía eliminar esa imagen y todo el miedo que corría por su cuerpo ¿Había sido real? Se cuestionaba si estaría muerto en algún lugar del cielo o el infierno, fue el sueño más vivido que nunca tuvo, hasta su abdomen dolía, se quitó la camiseta para comprobar y estaba completamente ileso, luego miro la ventana, estaba cerrada con seguro.

¿Que debía hacer? ¿Llamar a la policía? No tenía pruebas de que alguien había entrado pero no podía dejar de pensar en eso como una muy grande posibilidad. Miró a la mesita de noche al lado de su cama, tomo su móvil y marco.

Vamos por favor responde— Se escucharon dos tonos y la persona al otro lado contesto.

¿Sabes qué hora son? Hijo de tu grandísima madre — Un apenas despertado Harry contesto.

Ha-Harry tienes que venir a mi casa ahora —Su voz salió en un susurro, pero con un nivel de súplica y miedo inconmensurable.

Voy para allá — cortó y pasó lo que para Jason fueron los 30 minutos más largos de toda su vida.

El timbre dió la alerta para que Jason saliera de su improvisado escondite y fuera a la puerta no sin antes ver por la mirilla. Se alivio cuando solo era su amigo el que estaba detrás, abrió para en menos de un segundo tirarse literal en los brazos de su amigo y meterlo dentro de la casa.

Santo Dios te tardaste horas — Dejo caer todo su peso en su amigo el cual lo veía con preocupación.

Ey ¿Que paso? — Apoyo su mano en la espalda de su amigo para consolarlo.

Limpio su rostro con su la manga de su camisa de dormir fue hasta el sofá, su amigo hizo lo mismo.

Le contó todo, desde el hombre de las pizzas hasta lo que había pasado esa misma noche, le explico cómo se sentía, le costó mucho pero lo logro.

Tenemos que llamar a la policía — Saco su teléfono pero Jason lo tomo de la mano — No tengo ninguna evidencia no serviría de nada—Su amigo hizo una cara de fastidio y guardo su móvil.

LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora