Día N°8

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Revisaban de arriba a abajo la casa del joven universitario, todo un grupo de policías y peritos oficiales, Alex miraba con detenimiento la escena del crimen, la gata de su hermano estaba en sus brazos ronroneando dormida, apenas llego el pequeño animal le maulló por comida, la puso en la jaula de viaje que había llevado, por el momento la cuidaría —Oficial Smirnov — uno de los peritos se acerco con un papel — Encontramos esto en el cuarto — era aquella carta, estaba en el basurero del cuarto —Llévenlo al laboratorio para un análisis de grafologia — su rostro era inexpresivo, camino hasta la salida quitándose los guantes y tomando la jaula donde estaba esa gatita. Su teléfono sonó una vez fuera de esa casa, atendió mientras caminaba a su auto — ¿Y? ¿Estaba ahí? — era ese chico de nuevo, Harry, estaba más que preocupado, con el corazón a mil esperando buenas noticias — No, no había nadie, ademas Mia parece no a ver comido en días —metía al pequeño animal en el asiento del copiloto.

 — Ademas... su cuarto estaba hecho un desastre, había signos de lucha —.

Fue directa, aunque no demostrara sentimientos en su voz no era algo intencional — Alex... ¿Hay algo en lo que pueda ayudar? Si es necesario volveré a la ciudad — no termino su frase, fue interrumpido — Harry, no debes descuidar tus estudios, yo me encargare de todo, debería colgar — la puerta del auto cerrándose se escucho — Te mantendré informado, no te preocupes, invierte tu tiempo en estudiar, preocuparte no hará que a situación cambie — quería creer en sus palabras — Voy a colgar, adiós — suspiro mirando al frente y luego a la pequeña caja, tenia tantas ganas de llorar, pero no era como si pudiera, miro al frente y encendió el motor del auto y saliendo de aquel vecindario. 

Buenos días, Jay — bajo las escaleras con mucha energía y salto sobre aquel chico que apenas estaba despertando por el ruido que había empezado a haber en esa casa — ¿Como dormiste amor mio? ¿Soñaste conmigo?— acaricio su cabello con cariño mirando como el pobre trataba de sentarse sin éxito —No... — hablo bajo sintiendo como lo de ayer le cobraba factura, sentía demasiada vergüenza — ¿Mm? Es una pena, yo no pude dormir por estar pensando en ti —  su voz era sincera al igual que sus palabras, quien lo diría, que ese loco podía tener un lado dulce — Seguramente debes tener hambre, es algo temprano pero te prepare el desayuno —Jason no dijo nada, escucho los pasos que iban de nuevo a las escaleras...1...2...3... en total fueron unos 10 pasos, trato de sacar un calculo de más o menos a cuanto estaba de las escaleras haciendo un mapa mental de estas, el paso promedio de un hombre era de 78 cm, lo calculo con el numero de pasos y eran casi 8 metros desde donde estaba hasta las escaleras pero eso...¿En que ayudaba? Suspiro derrotado, necesitaba más información que esa pero con los ojos vendados no había mucho que hacer, los pasos volvieron y la puerta se abrió —Lo compre en la cafetería donde desayunas los fines de semana, todavía es viernes pero es un pequeño regalo — lo puso en una bandeja, el olor de los panqueques y el café de caramelo se sentían por todo el sótano, Jason se acerco muerto de hambre pero fue detenido —Espera ¿Que deberías decir cuando te regalan algo?— trago saliva alejándose un poco —Gracias... — hablo entre dientes pero para Adam fue suficiente y sonrió. 

Muy bien, no fue tan difícil ¿Verdad?— corto un poco de los panqueques y pincho con el tenedor un trozo de las bananas que estaban cortadas en pequeños trozos —Abre la boca —  obedeció, al sentir la suave masa con la fruta no pudo evitar sonreír, tenia tanta hambre y esa era una de sus comidas favoritas, se le escapo una pequeña lagrima que rápidamente fue absorbida por la tela que cubría sus ojos —¿Que tal? parece que esta bueno ¿No?— le dio más, no escucho respuesta pero verlo comer así era encantador para el, dejo de lado la comida y con una servilleta en mano y la taza de café en la otra la acerco lentamente a sus labios y lo hizo beber, la crema mancho los maltratados labios del menor, los cuales fueron limpiados con cuidado — Que bonito te ves así de calmado — le acaricio con el dorso de su mano, poco a poco se acerco y beso una de sus mejillas. Pero su cercanía no fue correspondida como el esperaba, se puso tenso con miedo ¿Aun le tenia miedo? —Abre— se limitaría a terminar de darle de comer por el momento, pasado el tiempo ya no quedaba nada en la bandeja. 

Bien... — se levanto con la bandeja dispuesto a irse pero sintió un débil agarre en su pantalón, moría de frió, quizás ahora podría aprovechar esa inusual amabilidad — Tengo frió... ¿Podrías... darme algo más de ropa?— lo soltó alejándose —Lo pensare — se fue cerrando la puerta con fuerza, era obvio que no lo haría.


Los mocos se le aflojaron y apenas podía retenerlos en su nariz, temblaba y su cuerpo le dolía por eso, había pasado ya mucho desde la ultima vez que escucho algún ruido en la parte de arriba de la casa ¿Acaso no estaba? su estomago empezó a hacer ruidos, el hambre había vuelto pero no era tanto como la vez anterior, intentar ponerse de pie era casi imposible y temía tirar algo y llamar la atención de Adam, tanteo el suelo cuando encontró algo... era un clavo y en ese momento los pasos volvieron. 



El avión volaba por las nubes, eran eso de las 22:00 PM, el cielo estaba oscuro, la luna no parecía querer brillar esa noche, miro por la pequeña ventana como las luces de la ciudad parecían algún tipo de pintura, suspiro poniéndose los auriculares, aún le quedaban un par de horas para llegar. 



LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora