<< Adán >>
La había liado parda metiendo el hocico donde no me llamaban, pero no llegaba a comprender por qué Luz había tardado tanto en confesarle a aquel mentecato, que ella era la compañera que presto servicio el día que falleció su novia, a manos de unos criminales que hubieran matado también a Luz de haber estado en su mano.
En mi humilde opinión, Luz no tenía culpa de nada de lo que paso en aquel entonces, pues ni que ella hubiera orquestado aquella escena en la que unos encapuchados mataban a sangre fría a un agente de policía. Y, además, mi amiga había intentado que la policía huyera con ella, pero se negó con rotundidad y... ¿Qué podía hacer Luz contra eso? ¿Quedarse y morir? ¿Dejar a su hermana soltera con una niña de meses porque una estúpida insensata prefería quedarse allí y morir?
La miré antes de salir de la casa. Seguía viendo la televisión intentando focalizar toda su atención en la programación, para así evitar pensar en otra cosa que no fuera la cutre serie que estaba viendo.
Odiaba verla así, con esa mirada perdida y con esa actitud lasciva. Era como si volviéramos al pasado, donde ella se cerraba en sí misma, aislándose del mundo que la rodeaba y no había cosa que detestara más en mi amiga que aquella actitud.
Ella nos tenía a todos de su parte y a pesar de eso prefería afrontar sus problemas en solitario. Quizás si sus problemas fueran una payasada aquello ni importaría, pero tenía la sensación que dos acontecimientos drásticos eran los que atormentaban a Luz. Uno, sin duda, era la muerte de aquella policía llamada Érica y del otro suceso no tenía ningún tipo de conocimiento, porque ella nunca había hablado del tema, ni siquiera con su familia.
Por ese último y desconocido problema fue por el que nos conocimos, ya que al parecer Luz prefería desahogar la pesadez de su solitaria lucha con alguien que le garantizase toda la discreción posible y... ¿Quién te podía garantizar una completa confidencialidad? Pues claro está, un psiquiatra.
En la clínica del doctor Trovan fue donde nos encontramos por primera vez, en aquel entonces ella ni siquiera era policía ni yo era modelo. Ambos solo éramos unos jóvenes perdidos, que encontraron algo de refugio el uno en el otro. La verdad es que creo que encajábamos porque éramos como el yin y en yang.
Yo, por mi parte, acudía allí por mi trastorno de hiperactividad con impulsividad y bueno...por mi orientación sexual, puesto que mis padres consideraban que tenía alguna tara mental por ser homosexual. Así que no dudaron mucho a la hora de llevarme al más reconocido psiquiatra de la ciudad. Cuando ya llevaba unos meses en tratamiento con Trovan, el cual únicamente se centró en mi hiperactividad, ya que mi orientación sexual no podía considerarse trastorno para disgusto de mis padres, conocí a Luz. Recuerdo que estaba sentada con bastante tranquilidad en aquella desinfectada sala de espera. Con simpleza miraba al suelo ensimismada en ella misma y así estuvo durante los cinco minutos que estuve observándola desde la silla que había enfrente de ella. El aura que emitía aquella joven de rasgos suaves era extraña y cerrada. Me dio la sensación de que quería evitar cualquier contacto con el mundo y eso llevo a que mi curiosidad se incrementase por ella. Finalmente, tras un rato de observación me dejé llevar por mi impulsividad y mis arrebatos, y me levanté de mi silla para sentarme al lado de ella. Quería entablar una conversación con ella y despertar algo en su dormido ser. Lo único que conseguí fue crear el mejor monologo de la historia, pues hablé durante un buen rato solo. Comencé a decir cosas sin sentido y le conté parrafadas que con todo pronóstico ni siquiera le interesarían, pero para mi sorpresa ella levantó su penetrante mirada del suelo para focalizarla en mí y atender a mi nervioso relato. Motivado por aquella muestra de interés continúe hablando por los codos hasta que la secretaria de Trovan le dio paso hacia la consulta. Ella, con parsimonia, se levantó y se dirigió hacia la puerta de la sala de espera para marcharse, pero con una ternura que me congelo el corazón se giró y se despidió de mí con un simple "adiós, Adán Krim".
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Elígeme A Mí - #PSICOLOGAS1
Romance" Elígeme a mí" - #PSICOLOGAS1 - Elígeme a mí y verás tu mundo arder, tendrás que enfrentar cada uno de tus miedos, y estarás expuesta al dolor... - susurró con la voz roca mientras una de sus manos se enterraba en mi cabello. - ¿y si no te eligiera...