Vampiresa's

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XVI

La noche seguía su cause. El reloj anunciaba ser las tres de una fría madrugada en la que Sakura no llegaba a la mansión.

La joven vampiro de cabellos rosas acostumbraba a dar paseos sola, sentirse libre era un regalo que se otorgaba. La vida junto a su eterno acompañante Sasuke era armoniosa y llena de deseo, con ansias de libertad y anhelos propios. Pero esa noche Sakura había anunciado volver después de adquirir las flores, y no aparecía, por ninguna parte.

—Perdone usted amo, no hay señales de ella — Inclinaba su cabeza uno de sus sirvientes que dirigían un minúsculo grupo de búsqueda discreta.

Sasuke no contestó. La impaciencia e incertidumbre gobernaban su cuerpo por completo. Lleno de ira, arrojó por todo el piso los adornos que posaban en los muebles, junto con un grito desesperado temiendo lo peor.

—No descanses hasta que aparezca, aumenta el número de hombres — Ordenó Naruto también preocupado mientras no dudaron en acatar su mandatos.

Temían que las sospechas sean ciertas. Lo que no esperaban era que Sakura ya no esté con vida.
Hinata no aceptaba la idea de que su familia esté dañando a otros poniendo precio a su felicidad. El que su padre aún la siga mortificando de esa forma tan cruel, la hacían replantear quienes eran los monstruos en realidad.
Pensaba en Sakura, en lo preciosa que era, y en lo bondadosa y amable que siempre se mostró con ella desde el primer momento que la conoció.

—Todo es tu culpa, llegaste a dañar mis planes en Nueva Orleans, por ti Hinata, estamos aquí en Londres en espera de que me anuncien la muerte de Sakura. — La voz de Sasuke era roca y llena de dolor.
Las lágrimas en los ojos de Hinata no se hicieron esperar. Subió de vuelta hasta su habitación. Todo estaba cayendo en picada.

Naruto pensaba las palabras adecuadas, al mismo tiempo que el sufrir de Hinata también era suyo. La dejo ir y acompañó a Sasuke en espera de noticias.

—Si hay alguien a quien debas culpar es a mí. — Empezó a hablar Naruto, sentándose sobre la suave tela de algodón que forraba los cojines del sofá. —Quería una vida feliz junto a Hinata, tan solo eso. — Restregaba sus manos sobre su cabello. Las palabras adecuadas no existían.

Hinata bajaba de prisa, se había ido por su abrigo y sombrero para salir. Naruto al verla por supuesto se lo impidió. Sin duda alguna sabía que no iba a soportar perderla a ella y pasar el mismo dolor que ahora mataba en vida a Sasuke.

—Es a mi a quien buscan, déjame ir. — Contestó firme.

Naruto la tomó con fuerza del brazo y la obligó a sentarse. —No irás a ningún lado sin mi, maldita sea. — Gritó.

Sus ojos femeninos miraron a Sasuke que también la veía. Ella se volvió a poner de pie y rodeó con sus brazos al vampiro de cabellos negros que estaba a punto de llorar, pero no lo hacía, no aún.

—No tenía que pasar esto, es culpa de mi familia. Perdóname Sasuke, ruego me perdones. — La suave voz de Hinata lo enternecia por supuesto. No la odiaba a ella, pero sin duda no tendría compasión con nadie de la familia monarca Holmes.

—Discúlpame tu Hinata — Tan sólo dijo, recibiendo el abrazo.

Sabía que ella no lo había provocado, pero Sasuke no sabía en donde colocar todo lo sentía.

El sol estaba a punto de iluminar el día con su potente resplandor que obligó a los vampiros a resguardarse en sus ataúdes y seguir en espera de que sus empleados den alguna noticia sobre Sakura.

~

El emperador había sabido jugar muy bien sus cartas. Ya las había lanzado sobre la mesa, ahora solo bastaba esperar. Recuperaría a su hija a cómo de lugar.

Emperatriz / NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora