Cereza y vino

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VIII


Hinata Holmes

Lejos de la fiesta. Con el corazón palpitando acelerado. Sin poder, ni querer borrar la sonrisa que se dibujaba en mi cara.
Cada noche que estaba con él era especial, pero esta en particular, era mágica.

Habíamos escapado juntos de todo lo que sobraba, no me importaba donde estar, con tal de que sea su lado.
Naruto no soltaba mi mano, a pasos lentos caminábamos por el sendero de árboles cerca del lago. Las estrellas bailaban resplandecientes y el aire soplaba fresco.
Me contaba sobre su viaje hasta Nueva Orleans, cómo había sido trasportar todo y de los problemas que lidia con su hermano. Apoyé mi cabeza en su hombro mientras disfrutaba de su relato, de su voz pacífica.

— ¿Quieres descansar un rato? — preguntó

— Sí — contesté de inmediato sentándome en el fresco césped por el que caminábamos, sin pensarlo dos veces, hace mucho que quería hacerlo pero no me atrevía a decir.

— Has de estar muy cansada — dijo mientras se sentaba a mi lado.

— En realidad no.

Me recosté sobre el césped, apoyada sobre mis brazos, la falda de mi vestido estaba alzada, y mis piernas sentían la leve brisa. Naruto no apartaba su mirada. Bajé un poco el escote de mi vestido dejando ver casi todo mi pecho.

— Deberías besarme ahora — continúe.

Él no dudó en hacerlo, su boca ya besaba la mía con tanto desenfreno. Su cuerpo sobre el mío y sus manos acariciando mis piernas me llevaban a un mundo de sensaciones que no había experimentado.
Ahora sus labios besan mis senos, tan lento que no puedo evitar querer más, sentir más.
Sus manos fuertes se deshacen de toda la tela que sobra. Ahora mi cuerpo yace indefenso para él. Sobre su saco descansa mi espada, y todo sucede tan natural sin pensarlo tanto. Y sin dejar de besar todo en cuando sus labios toquen.
Su lengua se desliza por mi ombligo, obligándome a jadear y arquear mi cuerpo, pero aquello no era nada comprado a lo que sentí cuando su boca besaba más debajo, en el punto exacto.

Sus besos eran a ratos salvajes, como si de una bestia se tratase, me gustaba lo que hacía, cada nueva sensación. Subió hasta nuevamente besar mi boca. Mi pelvis se movía ante la de él, estaba lista para lo que sea, pero admito que sentí miedo.

—Es la primera vez que... — empecé a hablar bajito

Naruto se detuvo de inmediato y chocó su frente con la mía, dejándome ver sus perfectos ojos azules, depositó un leve beso en mis labios y dijo lo mucho que amaba, de todas las formas posibles.
Respondí besándolo ahora yo, tan desesperada como estaba, ya sin miedo ni dudas.
Lo sentí dentro, había tomado de mí cereza y vino. Había causado una ola de sensaciones que no podría explicar aún con palabras ordinarias.

—Cierra los ojos — susurró rato después.

Lo hice, tan solo porque también quería hacerlo, cerrar los ojos para ver con el alma, pero supe que él no lo decía por eso, así que desobedecer era algo que me de daba bien.
Vi su cara jadeante de placer y unos colmillos que salían de sus boca.

Lo entendía todo, o al menos eso pensaba.
No tenía miedo, quizás debería pero no lo hice. Menos aún después de haber escuchado de su boca lo mucho que me ama.  Sabía que no estaba con un hombre común y eso me excitaba aún más.
Ahora este sería mi secreto, solo hasta que él esté dispuesto a contármelo.
Quiero pensar que en verdad me ama, y que no soy sólo una de sus presas.

Mi rostro reposaba sobre su pecho, éramos sólo los dos junto con la noche. Una que no olvidaré nunca.

Despertaba en mi habitación creyendo que sería un día normal, pero estaba tan equivocada.
Las doncellas entraron por mi para cambiarme de ropa y alistarme, pero lo hicieron en silencio,  cuando eran ellas las que me animaban el día con sus ocurrencias y chistes.

— El señor Toneri la espera para verla — dice una de ellas.

— Entonces dile que pase

Lo veo entrar, tan elegante como me esperaba verlo. Las puertas se cierran detrás de él.

— Puedo saber ¿A donde fuiste anoche? — preguntó autoritario.

—Salí a caminar, necesitaba aire.

—Con el tipo que invitaste, tu supuesto amigo

— Por favor Toneri, que imprudencia

— Imprudencia es que mi prometida se vaya con otro hombre durante toda la fiesta y me deje solo.

No supe que responder, porque sus reclamos eran válidos, y tal vez mi padre ya lo sepa.
Entendí que más miedo causaba en mí mi propia familia, que el vampiro del que estoy enamorada.

—No volverá a pasar, lo siento — dije.

— Tu vestido llegó sucio de pasto.

No pude evitar mi expresión  de asombro, no pensé que él fuera a averiguar eso.

—¿Dónde estuviste anoche Hinata — gritó — dime.

Me sentía ofendida, y asustada,  que no decía ninguna palabra, ni si quiera lo miraba a los ojos.

— He dicho que lo sentía — pude contestar.

Me tomó en sus brazos y me obligó a que lo mire.
Me estaba lastimando pero no quería mostrarme débil.

— ¿Te gusta aquel tipo verdad? — seguía insistiendo

Negué con la cabeza, tan solo por evitar problemas mayores.

— No te creo — siguió gritando, pero esta vez haciendo caer la mesita con el desayuno, haciendo más ruido, solo intimidado más.

Me abrazó por la cintura y me obligó a besarle, lo hizo, me dio un beso que me asqueaba, que me hacía sentir culpable de permitir.

— Serás mi esposa, y obedeceras todo lo que diga; ahora no lo entiendes amor, pero lo hago para protegerte, tu serás mía y yo perdono el que te hayas ido con otro, y no le diré a tu padre. Imagínate que hará cuando lo sepa.

Volvió a besarme y salio de mi habitación. Dejándome sola con todo el desastre que llegó a causar.

Emperatriz / NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora