En Nueva Orleans habita una hermosa monarca portadora de algo especial que atrae sin reparo a un sanguinario vampiro, quien tendrá que elegir en contemplarla como una flor o arrancarla de raíz si desea poseerla.
La emperatriz es una joven apasionada...
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XIII
-Hay que irnos de aquí - se apresuró a decir Naruto en cuento volvió a casa junto con la emperatriz.
Sasuke dudó en contestar, simplemente dejaba que Naruto sepa explicar lo ocurrido. Hinata aún en pijama parecía que llevaba un vestido costoso y elegante, yacía sobre el sofá, con su mente pensando en todas las consecuencias. Sasuke se sentó frente a ella, era casi lógico lo que ocurría. Nunca creyó que su hermano cometiera la estupidez de revelar ante otros lo que era, un vampiro. Enlistaba todas las equivocaciones que había cometido por aquella muchacha, aún siendo su hermano siempre tan recto y disciplinado, estricto consigo mismo. Pero ella había aparecido un día en su vida y sacudió la monotonía del que era prisionero.
- Primero hay que detenerse a pensar - dijo Sasuke
- Conseguiste lo que querías en Nueva Orleans la razón por la cual me hiciste venir, y no la he juzgado ni puesto en análisis.
- Pero eso no ha provocado que el emperador me odie y ahora me busque por llevarme a su única hija; peor, no me vi descubierto como vampiro.
-Fue una idea equivoca pensar que podrías venir conmigo.
Sasuke no quería ser el malo de la historia, pero aquello que Naruto le decía era difícil. Hinata observaba a ambos vampiros, tan sabios y elocuentes para dirigirse uno al otro. Ni sí quiera parecía que fueran tan sanguinarios como en realidad son. Su piel era tan tersa como la porcelana, se preguntaba cuantos años tendrían en realidad, y todo lo que sus ojos han visto, los lugares que han conocido y lo poco que ella sabía del mundo.
-Mis doncellas son las únicas que conocen que he salido de casa, y ellas no dirán nada, son fieles a mí. Es su honor y eso mi padre lo sabe. - Dijo Hinata
- Tu padre no tardará en adivinarlo así nadie se lo diga, es obvio que estás conmigo, nos iremos, y no te pasará nada, te lo aseguro- Le respondió Naruto, intentando calamarla, pero era él quien necesitaba hacerlo.
Y aunque Sasuke deseé quedarse ya no podría. Ni él ni Sakura estaban seguros allí, ya nadie lo estaba. Faltarían horas para que todo el pueblo llegue con palos y antorchas a irrumpir su morada para 'matar a los vampiros que aterrorizan Nueva Orleans'
- ¡Tenemos visitas! - Se escuchó la voz de Sakura quien entraba por la puerta a la gran sala. Llegaba de salir a calmar su hambre.
Corrió como una niña pequeña emocionada hasta donde estaba Hinata, y se sentó junto a ella muy cerca, agarrando su brazo y recostando en el su cabeza. La emperatriz sonrió ante tal gesto amable y no la apartó.
- Tendriamos que viajar los tres en ataúdes, el sol saldrá en menos de seis horas. - Dijo Sasuke quien ya concebía la idea de irse.
- Llamaré a los sirvientes para que organicen varias cosas, Hinata se encargará de que lleguemos.
