En el balcón

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II

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II

Su reflejo en el espejo dejaba ver una joven y hermosa mujer, de cabellos largos y finos. Su doncella lo peinaba con tal facilidad que parecía seda deslizándose por sus dedos, hizo varias trenzas las cuales ató en un peinado alto dejando ver su largo cuello.

-¿Estás lista querida - preguntó su madre entrando hasta la habitación, le indicó a la doncella que ella se encargaba del resto. -Esta será una gran noche, luces encantadora Hinata -

La muchacha sonrió a su madre para complacerla. Aquella noche se daría a conocer a la joven emperatriz Hinata Holmes como la futura esposa del adinerado conde Toneri.
Su padre, un emperador prepotente buscaba asegurar el futuro de su única hija sin importarle sus deseos o sueños a futuro

- Espero que papá esté feliz ahora - contestó Hinata poniéndose de pie, dejando caer su largo vestido azul

-Esto es lo mejor para ti mi niña, solo sonríe y sé amable

Hinata apenas cumplía los veinte años, leer tantos libros la hacían anhelar libertad, con ello crecía su curiosidad de conocer nuevos mundos y personas, pero su padre decía que lo mejor para una dama como ella era contraer nupcias con un caballero a su altura.
Aquella noche quería sólo gritar y poder escapar, se sentía presa en su propia casa, con su propia familia.

Su padre estaba más que orgulloso por la belleza notoria de su hija, varios hombres habían peleado por su mano en matrimonio, pero ahora según sus criterios había elegido al mejor postor.
La fiesta se anunció por todo el pueblo por lo cual asistieron a ella muchos invitados, todos ellos llegando en sus carruajes llevando consigo regalos para la joven emperatriz.

El baile dio inicio, Toneri estaba maravillado con la belleza eterea de la que sería ahora su futura esposa, Hinata sólo obedecía lo que su madre le había dicho "sonreír y ser amable"

Mientras la fiesta continuaba ahora Hinata estaba sola, había pedido que la dejen estarlo, al menos unos minutos. Caminó hasta el amplio balcón que daba vista al jardín y suspiró.
Se llenaba la cabeza de ideas, diciéndose a sí misma que tal vez esto si era lo mejor ¿Qué otra cosa podría hacer?
Había tomado una decisión hasta que agachó su mirada y vio que cerca de la fuente con la escultura de un ángel se encontraba otro ser que la observaba, el brillo de sus ojos azules la atrajo con descaro. El sonrió y ella giro la cabeza a ambos lados por si había alguien más en el lugar, pero no. Él la miraba a ella, solo a ella.
¿Cómo podría llamar a esa sensación? Su estómago dio un salto de adrenalina, ella nunca antes había visto a aquella persona. No pudo evitar sonrojarse y apartar la vista. Para cuando volvió a ver él ya no estaba.

En la mansión Rosemberguer volvía Naruto a sus libros después de su salida nocturna, había bebido la sangre fresca de una mujer vendedora de frutas, no fue su primera opción, pero si la que decidió tomar. Horas antes había podido entrar con facilidad al palacete de los Holmes, gracias a su impecable apariencia y a la fiesta que allí se celebraba, con la intensión de seducir a una dama y lograr su cometido de beberla, pero para su sorpresa había sido él quién se había seducido con aquella mujer que lo miraba desde el balcón. Aun tenía el olor de su piel en sus recuerdos, aunque la vio de lejos, y eso era lo inusual, lo que le atraía ¿Qué tenía ella que lo cautivo de esa forma? Pensó en lo exquisita que sabría su sangre, en lo satisfecho que quedaría después de haberla bebido, pero no lo hizo, no pudo, quería volver a verla no sólo por esa noche. Pero entonces pensó en Sasuke, en que tal vez si él la encontraba sentiría lo mismo al verla, y conociéndolo como lo hace, estaría más que seguro de que él no dudaría en matarla.
Aquel pensamiento lo aturdido por varios minutos. Tomó uno de los libros que ya llevaba a la mitad y trató de concentrarse en las letras para distraerse pero no era suficiente. No dejaba de pensar en aquella mujer y en lo que Sasuke podría ser capaz de hacer.

Sin miedo a hacer cualquier locura, tomó su capa dispuesto a volver y asegurarse de Sasuke. Mientras bajaba la escalera no concebía la idea de que estaba haciendo y sintiendo.
Abrió la puerta con fuerza encontrándose con quien iba a buscar.

-¿A dónde vas con tanta prisa? - preguntó el pelinegro en tono de burla

Naruto se quedó estático, quizás por el temor de que no no haya podido impedir lo que pasaba por su mente

-Entonces ¿me dejarás pasar? - continuó Sasuke al notar que el rubio seguía sin hacer y decir nada en medio del marco de la puerta. Segundos después sólo se movió para volver hasta su habitación. Mientras subía de nuevo las escaleras y Sasuke se quitaba lo guantes cerca de la chimenea preguntó

-¿Quién fue esta noche?

-Vaya ¿quieres platicar? Me sorprendes

-No precisamente, sólo me gustaría saberlo, hay alguien que me interesa y es preciso que no la toques

-La emperatriz - contestó Sasuke para el asombro que ahora agobiaba a Naruto

-Siempre has sido un gilipollas

Enfadado aún sin estar seguro, subió hasta su habitación para intentar borrar a aquella mujer de su cabeza.

-Eh, espera todo el mundo la conoce aquí, es un pez gordo, no es fácil, pero estoy orgulloso que seas ambicioso.

Los latidos del corazón de Naruto cesaron, no estaba seguro de su sentir, pero deseaba volver a ver a la emperatriz a cómo de lugar. Siguió subiendo las gradas y no explicó razones.







Emperatriz / NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora