capitulo 2 - me encontraste -

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    Ya ha pasado una semana desde que se dijo que la editorial de libros tendría un nuevo dueño, no se decía el nombre del rubio, solo se rumoreaba que vendría un nuevo jefe.

  Yūichirou suspiro con pesadez, estaba cansado de escuchar en todo momento las ocurrencias de las otras empleadas "¿sera lindo?" "¿sera rubio?" "¿le gustare?" decían entre otras cosas. El pelinegro dejo su currículum para ser recontratado, ya que era su único empleo estable no quería perderlo. La secretaria sólo se limito a tomar la hoja de papel y guardarlo con otros más para dárselo a su nuevo jefe.

  Mañana tendría que ver al nuevo jefe caminar por el edificio, no le importaba mucho quien seria.

   Al siguiente día se levanto como de costumbre, se baño, cambio de ropa, desayuno y camino hasta el trabajo. Le quedaba algo lejos, pero prefería salir antes e ir caminando en vez de gastar pasaje en el autobús, ese dinero que ahorraba de la movilidad lo guardaba para hacer largos viajes en busca del rubio.

  Entro al gran edificio para luego cambiarse la ropa a una que le dio la misma editorial, la gorra cubría hasta la mitad de sus ojos, que lo hacia irreconocible a simple vista. Tomó el carrito con productos de limpieza y comenzó a limpiar el lugar. No paso mucho para que una empleada de mayor cargo le dijera que lo buscan en la oficina del jefe, éste suspiro y fue al lugar.

  El pelinegro se dirige a la oficina de su nuevo jefe, caminaba con pesadez, ya que tenia un arduo trabajo por terminar y esto solo le quita tiempo. Golpea la puerta esperando respuesta del lado de adentro, pero nadie contesta. Intenta nuevamente; nada aún.

— El jefe no esta, salió de urgencia — advirtió la secretaria que pasaba por ahí.— pero me dejo el recado que yo debía leerle los currículum decidiendo quien queda y quien se va ¿cual es tu nombre? — pregunto dando una mirada a los papeles que poseía en mano.

— Yūichirou Ichinose — se limito a responder.

  La secretaria buscaba su nombre, en ambas listas, en los que fueron contratados y los que no.

— ¡ah! ¡aqui esta! — hablo feliz — felicidades, sigues en la empresa, puedes volver a tu labor, le diré al jefe que ya sabes sobre tu re-contratación.
— esta bien, gracias.

  Era las cinco de la tarde, el pelinegro salio feliz del lugar, ya que hoy es el día en que le pagan su sueldo o también llamado fecha de cobro. Iba caminando al supermercado por alimentos para la semana. Compro lo necesario sin gastar mucho, ya que el ahorro le es primordial para encontrar a Mikaela.

  Las bolsas le son pesadas y caminaba a un paso lento por el peso que estas poseen. Tal es su peso, que una de las dos bolsas se rompió, haciendo rodar la fruta y verdura que llevaba en ella.

— ¡mierda! — exclamo juntado los vegetales y frutas en un lugar para luego atar la bolsa por la parte de abajo para que dure por lo menos el resto del camino.

— ¿necesitas ayuda? — escucho una voz familiar y una mano pálida que recogía alguna verdura.

— no gracias — respondió sin ver el rostro del desconocido.

— disculpa — dijo el contrario y levanta el mentón de Yūichirou para ver su rostro.

   Ambos quedan perplejos, pareciera que el tiempo se detuvo en ese momento, Yūichirou miraba al rubio estupefacto, lo encontró, encontró a Mikaela Hyakuya, la razón de su existencia. No podía hablar, pareciese que las palabras se las llevo el viento, la mezcla de emociones se le hacían un revoltijo en el estomago.

— ¿mi-mika? ¿eres tú? — fue lo único que pudo articular en ese momento.

— ¿ahora si vas a aceptar mi ayuda? — respondió con una sonrisa mientras juntaba el resto de fruta que quedaba en el suelo en la bolsa recientemente atada.

  Yūichirou sonrió y lo abrazo, dejó las bolsas de lado y solo lo abrazo. El abrazo que debió darle hace mucho tiempo, pesaba en besarlo, pero la situación no era para tanto.

— perdona, fui un tonto. — decía mientras continuaba el abrazo que no tardo en ser correspondido. — debí ir a despedirte, debí decirte lo que sentía realmente... Debí decirte tantas cosas.

— no te culpes sólo a ti yuu-chan, también fue mi culpa.

Yuu-chan... Hace tiempo que no escuchaba ese nombre que el rubio le puso a él, era especial, sólo él le podía decir asi, sólo él tuvo la bondad de ponerle algo pintoresco a su nombre, eso lo hacia aún más especial para Yūichirou.

— pasé años buscándote, deseaba encontrarte, pero creo que aun no estaba listo para este encuentro.

— ¿por qué?

— nunca pensé que lograría encontrarte realmente... Nunca pensé que decir o que hacer.

— solo deja que el momento decida — susurró el rubio y sin más lo beso lentamente, el esmeralda no puso resistencia y correspondió aquella unión de labios.

— la gente nos esta mirando — fue lo primero que dijo al separarse de los dulces labios del contrario.

— vamos, te llevaré a tu casa, mi auto esta estacionado a unas cuadras, iba de camino a recogerlo.

  Tomó una de las bolsas y dejaron el lugar, con la gente anonadada, con enojo, algunos miraba con asco, otros lo veían como una linda muestra de amor y a otros no le tomaban importancia.

  Yūichirou y Mikaela llegaron al auto de color negro, entraron en éste y en silencio arrancó el coche para ir a la casa del pelinegro.

— me alegra volver a verte — Mikaela rompió el silencio provocado hace un instante — esta pensando volver al lugar donde nos vimos por última vez.

— deje el país hace unos años para venir aquí y buscarte — respondió algo apenado el pelinegro.

— ¿y cómo sabias donde estaba?.

— salio en las noticias que la empresa Hyakuya tuvo un gran avance en Alemania, no lo dude ni un instante y vine para aquí, quería verte y pedirte perdón.

— ¿por qué?.

— por siquiera despedirme — responde triste el pelinegro — fui muy cruel contigo y me arrepiento por eso.

— no tienes porque disculparte, más bien, yo fui el malo de la historia y lo admito, no debí ser tan tonto y no decirte nada sobre el viaje — suspira al terminar de hablar — ¿donde es tu casa?

— sigue recto tres cuadras y doblas a la derecha. — indica sin mayor problema.

— yuu-chan... — capta la atención del nombrado. — Hace seis años dijiste en una carta que me amabas... ¿aún sigues sintiendo lo mismo? — pregunta triste, con temor a la respuesta.

— ¿cómo sabes lo de la carta? La tire al agua.

— simplemente la tome, la seque y la leí. Ahora responde mi pregunta. — demanda.






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Hiiii...

Lo sé, corto.

Pero cada vez tratare de escribir mas, ya entrare de vacaciones hací que me concentrare más en la historia.

Gracias por esperar cada viernes por un nuevo capítulo y dejarme tan lindos comentarios, siempre me sacan una sonrisa.

Tratare de cumplir todo lo que me pidieron que haya en la historia.

  Nos vemos el próximo viernes.

No olvides dejar tu estrellita/comentario.

Bye.




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