"..."
Era viernes. Era el baile que Seungkwan había organizado, habíamos hablado bastante sobre todo eso, sobre bocadillos, bebidas, sobre la decoración, hasta de la música. Habíamos hablado de lo bonito que resultaría todo. Bailaríamos con todos, eso también estaba propuesto, yo reservaba una canción especialmente para él, para nosotros.
Su casa era bastante grande, toda la semana sobrante había ido bastante tiempo para ayudarle con la fiesta. Incluso su madre me había invitado a dormir, pero la mía había mostrado su desconfianza —hacia mí en realidad— con respecto a ello, sobre todo por los episodios que había tenido hace poco. A cualquiera le callan la boca con su propia condición.
Llegué tarde, a pesar de que le había prometido a Seungkwan que iría más temprano. Creí que estaría molesto, pero no era para nada de esa manera. Estaba realmente emocionado, las marcas de sus ojos habían desaparecido casi por completo durante los últimos días.
Cuando lo vi en la puerta, abriéndola para dejarme pasar, me quedé boquiabierto. Había cambiado de color de cabello, ahora era rubio, enmarcaba su bonito rostro de forma espectacular, sus ojos estaban delineados por dentro y su sonrisa se mostraba más sincera que nunca.
—¡Vaya! Creí que no vendrías ya. —Se echó a reír y se hizo a un lado para dejarme pasar. No era tan tarde, pero sus típicas exageraciones para hacer la situación más relajada me daban, sin lugar a duda, algo con lo cual reír.
Casi todos habían llegado, solo faltaba Lizy. Dudábamos que llegase, pero lo hizo una hora después, vestía un bonito vestido color azul con un suéter que le quedaba enorme. No sé si era mi imaginación o parecía un poco más rellena y saludable que la primera vez que la vi.
Entonces la canción que había reservado para Seungkwan hizo aparición. Sabía que no la entendería, pero aun así lo invité a bailarla conmigo. Mis pies se movían torpemente por el suelo, lo cual no era lógico para nada, siempre me consideré bueno al bailar, pero con Seungkwan a mi lado, últimamente, me convertía en un manojo de nervios y tonterías.
—Ven —me dijo al oído.
Su aliento me cosquilleo en la oreja y una agradable sensación se apoderó de mi cuerpo. No dude ni un segundo en seguirlo, caminé con él. Subimos las escaleras y entramos en una de las habitaciones. Antes de cerrar la puerta, encendió la luz.
—¿Podemos besarnos? —abrí los ojos como platos sin entender que estaba diciendo en realidad, preguntándome si había escuchado correctamente. — Si no quieres está bien, solo preguntaba.
—Si, si quiero —respondí de manera patética. Pero no me moví, no sabía qué hacer, como iniciarlo, que decir, pero los pensamientos quedaron sofocados cuando fui levemente jalado hacia abajo encontrándome con los suaves y rosados labios de Seungkwan.
Aún olía al tinte de cabello que había utilizado, me picaba la nariz, pero no resultaba desagradable, nada que viniera de él era molesto para mí. Mis manos se posaron en su cintura y lo atrajeron un poco más. Yo era torpe, pero él me guiaba a la perfección. Abría mis labios con los suyos, acariciaba con su lengua la punta de la mía, arrancándome ligeros gimoteos a los que él sonreía. Su sonrisa cínica se sentía vibrante debajo de mis labios. Sus dedos acariciaban mi cabello con delicadeza, enredándose, despeinando también. Los perlados dientes que poseía mordían de vez en cuando mi labio inferior.
—No te enamores de mí —susurró en mis labios, de alguna manera habíamos llegado a la cama, él me abrazaba jugueteando con mi cabello y yo dibujaba con los dedos, figuras indescifrables en su espalda.
—¿Por qué no? —pregunté.
—No deberías —respondió a su vez— simplemente no es justo.
—Entonces tu tampoco te enamores de mí —sus palabras me desconcertaban, me dolían. Porque yo ya estaba enamorado de él.
—Es tarde para eso. —¿Y eso qué demonios significaba? — Yo puedo darme ese lujo, tu no.
—No decidas por mí.
—No lo hago —me dijo deteniendo su mano y mirándome a los ojos— prométeme que no te enamorarás de mí, Hansol.
Su mirada era extraña, sentía una rabia terrible, una impotencia peor, hubiera deseado cargar conmigo los medicamentos para tomarme el frasco entero, sentía que el corazón se me rompía, unas terribles ganas de echarme a llorar, empujarlo, de mandarlo a la mierda a él y a todos los sentimientos absurdos que me habían hecho sentir tan bien hacía unos minutos atrás.
—Vete a la mierda, Boo Seungkwan —fue lo único que dije apartándome violentamente de él, zafándome de su abrazo. Él se limitó a mirarme, como si eso hubiera sido lo que había deseado escuchar. Se sentó en la cama, abrió la boca para decir algo, pero yo ya me marchaba. Azote la puerta dejándolo dentro. Solo.
La fiesta abajo seguía normal, el que hablaba solo constantemente me hizo un gesto con la mano sobre mi cabello, estaba hecho un desastre y lo sabía. Me metí en el baño para arreglarme un poco, me senté en el suelo a lloriquear como un niño pequeño, quería romper algo, rompérselo a él en la cabeza incluso. De alguna manera logré un control sobre mí mismo. Aguardé unos minutos dentro, tratando de verme lo más presentable posible. Cuando salí, todos estaban reunidos alrededor de la mesa de bocadillos, los bocadillos que Seungkwan y yo habíamos preparado el día anterior.
Allí estaba él, como si nada. Tan hermoso. Tan radiante. Con su nuevo cabello. No podía evitar estar enamorado de él ¿cómo se evita algo así? ¿Cómo se olvidaba de lo que había pasado hacía solo un momento?
No sé quién era más egoísta, yo al negarme a aceptar su petición porque no quería enamorarme de nadie más que no fuese él o él por pedirme algo como eso.
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El borroso recuerdo de la oscuridad | Verkwan |
Roman pour Adolescents¿Qué pasa cuando no significas lo mismo para el lucero que ilumina todos tus días? ¿Cómo te das cuenta de que alguien está tan roto por dentro que no encuentra salidas? Chwe Hansol Vernon es un chico con problemas de bipolaridad, cuando asiste a un...