Inframundo ~ NamGi~

S I E T E

Jimin

Caminaba bajo la lluvia escoltado de ellos, vi que su auto estaba rodeado de sus guardaespaldas, suspiré y me acerqué lo más rápido que pude. El tal Ken se hizo a un lado dejándome la puerta libre, la abrí y me subí al asiento trasero, cerré la puerta y miré a SeokJin desesperado.

- Pelear con los ajusticiadores en público y perseguir a un estúpido humano, no fue parte del trato- exploté recriminándole colérico manoteando un poco- Te dije- lo señalé amenazante- que pusieras tú maldito laboratorio y te ocultaras, no qué...

Su mano fuerte me ahorcó callando mis quejas, gruño muy cerca de mi mejilla, para luego depositar un sarcástico beso en ella.

- Cálmate Jiminssi. El humano no es asunto tuyo y además, ¿No crees que ya me he ocultado por demasiado tiempo?

- Controla... a... tus... perros, Seok- siseé con dificultad, él aflojó un poco su agarre pero no me soltó-  y yo controlare los míos, al menos por el momento, pero no me obligues a arrepentirme de nuestro pacto.

Sus ojos blancos me veían con cierto brillo de ira.

- Tú solo concéntrate en tu maldita parte, vampiro. Y recuerda, yo sangre una vez por ti, sin mi no tendrías nada, serías nada- me soltó el cuello con brusquedad- lárgate, estoy ocupado.

Le siseé mostrando mis dientes enojado, pero él no se inmutó, yo salí del auto sobando mi cuello y maldiciéndolo mentalmente. Subí a mi limusina y di la orden de que me llevara directo a un bar de sangre.

Necesitaba relajarme con urgencia.

YoonGi

Entré a la antigua y vieja biblioteca, maldición sabía que estaba mal, pero no sé porqué algo me dice que Park Jimin miente. Cerré la puerta con llave desde adentro y comencé a caminar por aquel laberinto prohibido, no me preocupe del tiempo, pues el  "jefe" había salido y aún era muy temprano, apenas y acababa de oscurecer, por lo que el resto estaba más que dormido.

Llegué al sitio que me interesaba, abrí la vieja puerta de golpe, los antiguos escritos del clan y documentos se encontraban allí. Caminé hasta una especie de pedestal con una caja de cristal, allí se hallaba la historia, nuestra historia: el gran libro.

Saqué el libro de su caja y lo lleve conmigo hasta la esquina más alejada y oculta de la biblioteca, saqué mi encendedor y encendí una pequeña vela para leer mejor, enseguida abrí el libro en busca de algo, una señal...lo que sea.

Ya estaba a punto de darme por vencido, hasta que me topé con algo que llamó poderosamente la atención.

"De los muchos que entraron al fuerte de SeokJin, solo un vampiro sobrevivió: Park Jimin. Quién no solo fue recompensado por crear el gran incendio, si no regresar con la prueba irrefutable, que el gran líder licano había muerto: la piel marcada, cortada del mismísimo brazo de SeokJin.

Pase la hoja y allí se encontraba esa piel, ya hecha casi cuero, quité la piel del libro y regresé la página, pues había un dibujo del tal SeokJin chamuscado, convenientemente en la parte de la cara, lo comparé y en efecto eran iguales.

Hasta que vi mi jodida señal, un collar extraño, una joya antigua hecha de oro, la misma joya que ese licano llevaba y recordé algo más, en su brazo derecho tenía una horrenda cicatriz a la altura casi del hombro, el mismo sitio en donde la marca se haya en el dibujo.

Lo sabía, la zorra de Jimin miente y no sólo eso, está confabulado con ese perro desgraciado que arruinó mi familia.

Pero, ¿Porqué rayos querría a NamJoon? ¿Qué tiene él de especial? Nada de esto tenía lógica alguna, más allá de la irrefutable prueba de que nuestro "Queridísimo jefe" era un traidor.

Guarde la piel de Seok como prueba en mi bolsillo trasero y salí de la biblioteca disimuladamente, ya eran las ocho y ya debían estar despiertos, caminé por el pasillo y en efecto, mi hermano  me interceptó casi asustado, parecía haber tenido un fuerte debate interno. Pero en estos momentos no quería ni  mirarlo.

- Hyu...

-  Lárgate- Lo interrumpí con hosquedad 

- YoonGi - me tomó del brazo deteniéndome haciendo que lo mirara.

- ¿Qué mierda quieres?

- A tú humano, lo mordieron los licanos.

-¡Oh, vete a la mierda!- me solté de su agarre dispuesto a irme, pero él me detuvo de nuevo, sacándome de mis casillas. Lo empujé mostrándole mis colmillos.

- ¡YO MISMO VÍ LA HERIDA, YOONGI!- gritó con los colmillos fuera y sus ojos en rojo, pero no estaba molesto, si no más bien angustiado.

Me calmé observándolo con el ceño fruncido, lo conocía muy bien y sabía cuándo mentía y cuando no. Y esta vez, sus ojos no tenían ese brillo delatador, no estaba mintiendo...¡Joder!

Di media vuelta y caminé lo más rápido que pude, si era cierto tenía que ver yo mismo esa mordida, si no, juro que le arranco su escaso miembro viril, lo frito al sol para luego hacérselo tragar entero.

- ¡Sabes que está prohibido!- gritó a mis espaldas con su voz ronca y yo cerré los ojos frustrado. Sabía, sabía que estaba prohibido, pero tenía que hacer algo.

 Y matarlo no estaba en mis opciones.

NamJoon.

- Desde que me mordió, he estado teniendo alucinaciones y delirios, lo único que se, es que siento como si el cráneo fuese a partirse en dos.

- ¿Un hombre adulto...te mordió?

Frustrado me quité la camiseta mostrándole la herida a Jackson, quién calló de golpe y se acercó preocupado a la herida.

- ¡Dios santo! ¿Seguro no fue un perro?

- ¡Qué no!- chillé frustrado- fue un HOM-BRE

- Vale, no te alteres- me tendió un cono de papel con agua y una pastilla, yo tomé todo de golpe y por inercia, mi pierna derecha comenzó a moverse, ese tic lo tenía desde hace varios años cuando decidí estudiar medicina.

- Luego- continúe con mi relato- estaba este chico, el chico del metro, tenía colmillos, me secuestro e hizo que nos volcáramos en el puente del lago ... dios todo esto suena tan descabellado, entiendo si no me crees, parezco un loco.

Jack me abrazó cuidando de no lastimarme más y beso mi sien.

- Tranquilo, todo estará bien.

- No me digas eso, eso es lo peor que puedes decirme ahora. No todo va a estar bien, estoy jodido porque ahora dos tipos sobrenaturales me persiguen.

- Mira Kim, te ayudaré a arreglar esto ¿Sí? No tardaré.

Asentí y vi como salió del laboratorio, suspiré colocándome la camisa y de nuevo la horrorosa visión de un pelinegro bastante hermosa quemándose azotó mi mente.

Me levanté de la silla y comencé a caminar pensando en que demonios hacer. A los minutos, me asomé por la ventanilla a ver si había señales de Jackson, y en efecto lo vi caminar acompañado de dos policías, pero sabía que no lo eran pues uno de ellos, era el maldito que me mordió en el ascensor.

Desesperado, rompí la ventana de la sala y justo cuando la puerta se abrió, yo salté aterrizando en unos arbustos y comencé a correr hasta la parada de buses cercana ignorando por completo los llamados histéricos de Jackson

Fue un error haberle contado todo, ahora, él estaba en peligro igual.