Hoy quedamos en vernos y estoy muy nervioso, a pesar de las cosas que han pasado, creo que me he permitido dejarlas atrás, no se exactamente hace cuanto no la veo, pero lo único que sé es que yo también quiero verla. Busco entre mi trapos, lo mejor que encuentro, me preparo para aquel reencuentro, me veo al espejo y cuido cada detalle de mi, con la intensión de que tal vez ella vea en mi eso que tanto anhela.
Quedamos en vernos en un lugar específico, doy pasos lentos, pensando en que puede pasar, pero a la vez me convenzo de que todo será perfecto, que ella va a estar ahí y va a estar esperando por mi y todas las cosas que recuerdo seguirán ahí, formando parte de aquel ser. Me detengo un momento para volver a analizarme de pie a cabeza, considero que estoy presentable, sin embargo noto un vacío en mi mano.
Lógicamente no puedo llegar al punto de encuentro con solo aire en mis manos, observo a mi alrededor, encuentro una florería, elijo el girasol más grande y bonito que encuentro y luego sigo caminando, tambaleando, aún más nervioso pues ya no solo era yo, sino el girasol en la mano. Las demás personas que caminan a mi alrededor, me empiezan a observar, algunos murmuran, otras ríen con ternura, creo que había olvidado lo que se sentía llevar en la mano un detalle, sin embargo camino a pasos firmes pues me encontraba a una cuadra del lugar de encuentro.
Llegando observo a mi alrededor y no te veo, me inundo de nervios pues se supone que debíamos estar en el punto de encuentro a una hora exacta, de pronto a lo lejos parece que te encontré, sin embargo solo fue la silueta de otra chica que junto con mis nervios y anhelos, solo imaginaron que eras tu. De pronto te observo sentada, vestías una blusa blanca, jeans y zapatos negros, tu boca se iluminaba con el color que más me gusta; el rojo, me acerco a paso lento, tu ríes pues vez que llevo en mis manos un girasol.
Mis cachetes se tornan rojos, pues con tu celular me empiezas a tomar fotos, como intentando plasmar aquel día, aquel día en que nos volvimos a encontrar, aquel día que no decidimos ganarles al destino o a la casualidad y empezar a tomar el control de los mismos a nuestra conveniencia.
Las fotos fueron incontables, plasmando la felicidad que ambos sentíamos al volvernos a ver y es inevitable no darme cuenta de aquella sonrisa, aquella mirada, aquella piel que se iluminaba al tocar. Creo que aquel momento fue uno de los más especiales que hemos tenido hasta ahora, pues se sentía en el aire los te extraño que nuestras bocas no podían pronunciar.
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Ella a través de mis ojos
Historia CortaPequeña historia narrada en palabras simples que permiten interactuar con el lector, sobre temas de la vida cotidiana, te explica a través de cortos capítulos como describir un suceso de una chica del modo en que la miraba