Capítulo 23

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La oscuridad de la noche los envolvía mientras que caminaban por los senderos del bosque, y los susurros del silencio les seguían incansablemente. Las estrellas y la luna eran las únicas fuentes de luz que había, las cuales se reflejaban y brillaban en los ojos verdes iridiscentes de el ser oscuro que caminaba frente a ella.

Ya iba un rato que Chat la estaba guiando por entre los árboles, repitiéndole que le tenía una sorpresa preparada, y que ansiaba por mostrársela, pero aunque Marinette sabía que Chat Noir conocía los bosques considerablemente mejor de lo que ella los conocía, jamás había pasado por esos rumbos y dudaba un poco del sentido de navegación del felino.

- Estas seguro de que sabes a dónde vamos Chat???

Más este solo se volteó con su característica sonrisa coqueta de oreja a oreja.

- Porrr su puesto, my Lady. No te llevaría a ningún lugar que no conociera princesa.

La azabache aún no se mostraba muy convencida, pero sabía que su compañero no se atrevería a ponerla en una situación en la quedara vulnerable, por lo que tomando la firme mano del felino, dejo que la siguiera guiando por la espesura del bosque en el que se encontraban.

Aquella era una noche muy hermosa, una de las más bellas que Marinette había visto. Aunque claro, con las reglas que existían en la aldea y con el toque de queda, no eran realmente muchas  las noches que había sido capaz de contemplar. A veces Marinette pensaba que Chat Noir era como la noche, era hermosa, si tomabas el tiempo de contemplarla sin miedo a la oscuridad.

Todo el bosque parecía estar sumido en un sueño encantado, del cual nadie es capaz de despertar. Pequeñas luciérnagas flotaban en el aire, haciendo sentir a la azabache como que estaba rodeada de estrellas en el firmamento.

La luna se alzaba majestuosamente sombre la pareja que caminaba por el bosque, y llenaba el lugar de un aspecto neblinoso y Marinette podía hasta pensar que le daba un aura misteriosa, y llena de secretos que jamás nadie lograría descubrir. Igual que Chat Noir.

Después de todo, el también era parte del bosque.

Chat no había dejado de llevarla por un camino ascendente, pero en cierto punto, el camino se niveló y continuaron caminando recto. Después de un rato mas caminando, toparon contra una pared de enredaderas y de lianas. En ese momento, Chat noir se detuvo y volteó a verla con una dulce sonrisa.

-Chat, por que paramos?

El felino no dijo nada, pero sin dejar de sonreírle y de mirarla dulcemente, puso su mano entre las plantas y las quito del camino, dejando a Marinette ver, lo mas hermoso que jamas había visto.

Frente a ella, se extendía el paisaje mas hermoso que jamás pudiera haber imaginado. A pesar de que la niebla cubría todo el terreno, aun se podía ver el esplendor de lo que se alzaba frente a ella.

Un hermoso lago con aguas cristalinas se extendía frente a ellos, cubriendo casi toda la extension de su vista. Luna y las estrellas se reflejaban en el lago, y este, reflejaba su luz con hermosos destellos morados y rosas en la superficie.

Al borde del lago, crecían casi incontables flores blancas, que adornaban todo el lugar, desprendiendo una fragancia distinta a le que jamás hubiera olido Marinette, llevándola a un mundo distinto. Un mundo donde todo estaba bien.

Todo ese lugar parecía como encantado, como sacado de un cuento de hadas. Todo era diferente, todo se veía distinto. Incluso los árboles se veían distintos, mas bellos, mas vivos. como si bailaran al son de una melodía que solo ellos escuchaban.

Y cuando martinete volteó a ver a Chat Noir, vio que él también se veía distinto. Él también parecía ser también parte de esa danza invisible, que ningún mortal sería jamás capaz de ver. Pero cuando vio su sonrisa, lo entendió todo.

Chat la estaba invitando a su mundo, la estaba invitando a ser parte de esa melodía única que jamás nadie había vivido, a ser parte de él.

Todo lo que se había visto tan lejano, ahora parecía posible. Parecía que nada la detendría.

-My lady, quiero hablar contigo.

Marinette pareció salir del trence en el que se encontraba y volteo a ver al chico que se encontraba frente a ella. Al chico que hace tanto tiempo había rescatado en el bosque, el chico al que le había temido por años. El chico que se había ganado su confianza. El chico que se había convertido en su amigo. Pero sobre todo, el chico del que estaba enamorada.

Y asintiendo, se dirigió a sentarse junto a él.

Todo el pasado parecía habérsele borrado de la cabeza, parecía que todo había quedado atrás. Incluyendo a cierto chico rubio que ahora, se escondía a unos metros de ellos, con la alhaja cargada de flechas envenenadas.



Chicas, he tenido uno de los perores meses de mi vida. Tareas, proyectos, finales, guías... 

Pero bueno, ya estoy de regreso y trataré de aprovechar mis vacaciones para escribir. Este libro está casi llegando a su final y les quiero dar muchas gracias a todos los que la siguen leyendo, (porque la neta soy un asco en esto de escribir) y les mando saludos a todos.

Nos vemos en el siguiente capítulo.


La leyenda de Chat NoirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora