"Mercedes y Bárbara están enamoradas"

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Saltito temporal... gracias por las lindas palabras que me dedican, chicas! 



"Mercedes y Bárbara están enamoradas"

1961

Horacio observaba inmutable los acontecimientos. Los observaba en su mente, como lívidos recuerdos que no parecían pertenecerle. Todo había sido tan precipitado que no había podido procesar nada. Minutos antes estaba bromeando con su hermano y, al cabo de una fracción limitada de segundos, estaba camino a la salida del pueblo, mientras su padre conducía fuera de sí con una versión muy alterada de Augusta a su lado.

Todo, todo había sucedido tan rápido. Tan infamemente. Tan desafortunadamente. Busco las valijas que su padre le obligó a llevar  y vio, sin poder hacer nada, como Ernesto Möller arrastraba a Mercedes lejos de Bárbara. Como ésta se quedaba llorando destrozada, con las rodillas pegadas al suelo y Nicanor apresándola, mientras ellos se marchaban. Miró, durante los quince minutos de regreso, el llanto desesperado de su hermana menor, sintiéndose tan perdido como ella, tan desdichado como ella. Cuánta falta le hacía María Elsa en ese momento y ahora mismo. Ella siempre sabía qué hacer cuando él perdía los papeles.

Llegar a casa había sido lo fácil y Horacio no lo sabía hasta que traspasó la puerta. Carlos estaba obsesionado con saber qué había sucedido, a pesar de la negativa de su padre. Intento por todos los medios que Mercedes le dijera, pero Ernesto la obligo a marcharse a su habitación. Frente a la negativa de Carlos a parar, él pensó que tal vez pudiera encontrar un aliado en su hermano. Y lo dijo. En voz alta y para que todo el mundo lo escuchara, no en susurros como cuando hablaba con Elsa.

"Mercedes y Bárbara están enamoradas..."

Aquello fue como lanzar un cóctel molotov en un montón de paja seca. Carlos era casi un matón, muy a pesar de los deseos del cabeza de los Möller. Era un hombre de mucha doble moral y mucho más machismo. Adoraba a su manera a los miembros de su familia y, para los hermanos Möller, Mercedes era un santuario. Un espejo de cómo debía ser una mujer. Incluso, de como hubiera sido su madre si estuviera. El impacto de saber la verdad sobre su hermana había calado de manera distinta en los dos. Para Horacio era un punto de encuentro, una posibilidad. Para Carlos era como si todo en lo que creía se desmoronase. Como si el reflejo de su madre se corrompiera. Y actúo exactamente como el matón que era.

Horacio quería a su hermano, pero había hecho una promesa y no dudo en golpearlo las veces que hizo falta. Lo golpeó hasta que fue la propia Mercedes la que le dio un golpe también. Un golpe moral y un golpe literal. Mercedes no dudo en exponerlos a sus bajezas, en mostrarles sus propios pecados. Su hermana era la mujer más fuerte que había conocido. Se había repuesto a su desgracia para enfrentarlos a todos. Uno por uno. Horacio Möller sentía un orgullo inmenso por la mujer en la que se había convertido su Mechita.

"Lo pensaba mirándola dormir. Lo pensaba esperando a que despertará, consciente de que lo haría y pronto. Mercedes dio un respingo al abrir los ojos y encontrárselo allí.

-Horacio ¿qué estás haciendo acá?

-Te estaba mirando dormir, disculpa – explicó el hombre – me estaba acordando cuando éramos chicos y el papá nos llevaba a pescar, ¿te acuerdas qué arrendaba una cabaña el río Clarillo...?

Mercedes negó con suavidad – no, no me acuerdo...

-Yo creo que si te acuerdas – afirmó Horacio – tú eras muy chica y el papá nos hacía pescar... y nosotros pescábamos más que tú – recordó Horacio con una sonrisa sincera, Mercedes sonrío – a ti te daba rabia y... querías meterte adentro del río para pescar más que nosotros – la voz se le quebró – y eras así – señaló con los dedos – de este porte - Mercedes río con sinceridad acompañando a su hermano en el recuerdo – a ti te daba tanta rabia y, entonces, al papá también le daba rabia... - no lo soportó más y comenzó a llorar muy débilmente.

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