CAPÍTULO 28: ROMANTICISMO

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A la mañana siguiente, Misaki se levantó temprano, pues apenas había podido pegar ojo al pensar en lo que había estado a punto de hacer con Akihiko dos tardes atrás, y en la conversación que había tenido con sus dos amigos el día anterior.

En su cabeza no dejaban de rondar las dudas.
Por una parte, el castaño deseaba poder entregarse a su novio. Pero por la otra, no era capaz de obviar el hecho de que fuese a dolerle.
Por mucho que Yuuri dijera, la primera vez tenía que ser muy dolorosa, y eso era algo que Misaki sabía.

Necesitando una ducha que le despejase la mente, el castaño entró al baño dispuesto a desconectar por unos instantes de sus recientes quebraderos de cabeza.

Al salir, el joven se dirigió a su vestidor para elegir el conjunto que usaría ese día, decantándose finalmente por una camisa azul cielo, y unos pantalones ajustados de color beige junto a sus tennis Lacoste blancas.

Como todas las mañanas, el pequeño bajó a la cocina a desayunar, donde siempre era mimado por la servidumbre de la mansión.
Pero el castaño no pudo evitar preocuparse cuando, pasadas las 7:30 de la mañana, Akihiko no llegó a recogerle como lo hacía habitualmente desde que eran novios.

Sin tiempo que perder, llegadas las 7:40, el ojiverde tuvo que recurrir al chofer de la mansión para que lo llevase a la universidad.
Una vez allí, se dirigió al aula de siempre para reunirse con sus amigos.

Lo que le sorprendió bastante, fue ver a Yuuri solamente, pues Yurio siempre llegaba a la par que él, o como muy tarde, cinco minutos después.

—Buenos días, Yuuri... ¿Y Yurio?— preguntó extrañado por su amigo rubio.

Pero justo cuando el moreno iba a contestar con un encogimiento de hombros, la puerta se abrió, dando paso a Yurio, quien mostraba un gesto adolorido, y cierta cojera al andar.
Esa imagen preocupó en demasía a Misaki.

—¡¡Yurio!! ¿Qué te pasa? ¿Por qué cojeas?— preguntó curioso. Pero el rubio, en vez de responder a las dudas del ojiverde, le dedicó una mirada de reproche al moreno.

—¡Tú! ¡Eres un falso! ¡Que lo sepas!— exclamó señalando a Yuuri, quien le miró sin comprender a qué se refería.

—¿Yo? ¿Por qué?— preguntó el chico preocupado.

—¡Porque dijiste que si me emborrachaba al momento de hacerlo, no dolería! ¡Y una mierda no duele! ¡No puedo ni andar, cerdo mentiroso!— contestó el rubio acusante.

—No, yo no te dije que no doliese. Dije que yo lo disfruté más— se defendió el moreno entre risas, lo que enfureció aún más a Yurio.

—Ah, ¿que encima te ríes? ¡Ven aquí!— exclamó haciendo el amago de ir tras él, pero rápidamente, un tirón de cadera le hizo detenerse y soltar un quejido.

—¡Cógeme si puedes!— dijo Yuuri corriendo por el aula mientras se reía.

Misaki los miraba atónito, comenzando a atar cabos. Si Yurio estaba así, era porque había perdido la virginidad con Otabek. Lo que significaba, que si él se entregaba a Akihiko, le dolería igual o más.

—Yurio, ¿ya no eres...— preguntó Misaki avergonzado por formular esa clase de cuestión.

—No, Misaki. Ya no soy virgen— contestó el chico sentándose cómo buenamente pudo en una de las sillas. Yuuri, al ver que la persecución no se daría, se acercó a sus dos amigos. Aún así, a un par de metros de distancia de Yurio.

—¿Y... Te ha dolido mucho?— preguntó el castaño asustado.

—A ver... Si es cierto que duele. No te voy a engañar— la respuesta puso nervioso a Misaki— Aunque... También es cierto que pasados unos minutos, deja de doler. Incluso se podría decir que hasta llega un momento en que lo disfrutas— continuó— Pero hazme caso, Misaki. La clave es estar relajado. Si estás tranquilo, es mucho más fácil— añadió el rubio dando ánimos al pequeño.

Entre el fuego y el hielo [Junjou Romántica & Yuri On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora