CAPÍTULO 84: LA VERDAD SIEMPRE ACABA SALIENDO A LA LUZ

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Aquella tarde del 14 de julio, Akihiko citó a Misaki en una cafetería de Ginza, cercana a su apartamento, para hablar con él, y aclarar de una vez por todas, los problemas del pasado, los cuales eran como espinas clavadas en sus pechos, que no les dejaban seguir adelante con sus vidas, sin reproches constantes.

Misaki, queriendo resolver las preguntas que rondaban su mente acerca de la cariñosa actitud de Akihiko hacia Aiko, aceptó reunirse con el mayor, pues él también necesitaba despejar sus dudas, y dormir tranquilo por las noches, sin estar pensando siempre en lo mismo, y no hallar respuesta.
Así que esa tarde, al dar las 17:00, Misaki dejó a Aiko con su suegra, ya que quería ver al padre de su hija a solas. Por lo que cogió su coche, y se dirigió al lugar de encuentro que Akihiko había elegido para la reunión.

Sí, el castaño tenía carnet de conducir, pues estando en Nueva York, recién cumplidos los veinte años, Haruhiko le animó a ir a la autoescuela para que aprendiese a conducir y pudiese tener algo más de autonomía, sin tener que depender siempre del chofer de la familia.
Así que, inteligente como era, Misaki se sacó el carnet a la primera, y como premio por ello, Haruhiko le regaló un precioso Audi Q3 de color blanco, pues consideró que ese modelo era mejor opción para que el castaño pudiese llevar a Aiko con más comodidad y mayor seguridad.

Sobre las 17:25, el ojiverde llegó a la cafetería, en la cual ya le esperaba el peliplata, sentado en una mesa al fondo, para tener más privacidad.
Al entrar en el establecimiento, un camarero le acompañó a donde se encontraba su acompañante, quien al ver a Misaki sonrió ampliamente.
Tras una breve reverencia y una amable sonrisa, el hombre se retiró, dejándolos a solas.

—Menos mal que has venido— murmuró— Necesitaba verte, Misaki...— aseguró Akihiko una vez que el castaño estuvo sentado frente a él, tratando de cogerlo de la mano. Éste la apartó.

—He venido porque, al igual que tú, pienso que necesitamos zanjar algunos temas del pasado, para poder seguir con nuestras vidas como lo hemos estado haciendo estos cuatro años— contestó el menor con seriedad, haciendo que el ojivioleta esbozase una mueca triste— Y también porque necesito preguntarte una cosa...— añadió captando ahora toda la atención del mayor.

—¿Qué cosa?— cuestionó Akihiko con una mezcla de curiosidad y temor a lo que quisiese preguntar.

—¿Por qué quieres tanto a Aiko?— quiso saber.
El peliplata le miró confundido, sin entender por qué le preguntaba algo así.

—Porque es mi hija, Misaki...— contestó con obviedad, de manera natural— ¿Cómo no la voy a querer?— preguntó de forma retórica.

—Sí, es tu hija... Pero bien que te desentendiste de ella cuando supiste que estaba embarazado...— respondió con resentimiento, haciendo que Akihiko abriese los ojos sorprendido.

—¿Que yo me desentendí de ella? ¿Cuándo, Misaki?— preguntó con una mezcla de seriedad y confusión, sin saber a qué se refería.

—Cuando desperté del coma, después del accidente— respondió tristemente— Dijiste que el bebé no era tuyo. Que seguro que era de Ijuuin, de alguna noche de las que salí a drogarme con él...— añadió derramando una lágrima al recordar las duras palabras que sus padres y Yurio le habían transmitido "de parte" de Akihiko, quien no daba crédito a las barbaridades que oía.

—Yo jamás dije eso, Misaki... Te lo juro por lo que más quiero, que sois tú y Aiko— afirmó con total seguridad el peliplata— A pesar de lo que puedas pensar debido a lo que pasó, eres el amor de mi vida, y amaría cualquier cosa que viniese de ti— el castaño le miraba sin saber qué pensar por lo que acababa de decirle, pues parecía muy sincero y totalmente seguro de sus palabras.
En ese momento, Misaki supo que algo raro estaba pasando.

Entre el fuego y el hielo [Junjou Romántica & Yuri On Ice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora