Capítulo IV

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El hombre cayó hacia delante. Kate se levanto. Sofí abrió la puerta,pero él se levantó rápidamente del suelo con un solo movimiento.
Kate le quitó la navaja a su amiga de las manos temblorosas y la lanzó contra su oponente. Le dio en el pecho, él no se inmutó y dio un paso hacia delante.
El horror tiñó sus caras y salieron de la habitación con movimientos ágiles y tembloroso.
-Serán idiotas-se sacó el objeto del pecho dejando brotar un pequeño afluente de sangre que se curó en cuestión de segundos.
Kate y Sofí corrían escaleras abajo en busca de una salida. Acabaron es una segunda planta llena de oscuros pasillos y miles de puertas de habitaciones. Al final del pasillo, una gran ventana abierta filtraba luz justo enfrente de una escalera que bajaba. Corrieron hasta ella y terminaron en una primera planta bastante iluminada de una grandísima casa,en un gran salón. Junto a este y separado por una especie de muro, una enorme cocina. Eran las únicas habitaciones que ocupaban a simple vista el extenso terreno. A un lado, se veía la puerta de salida. La salvación. Corrieron con dificultad. Se le habían agotado las pocas fuerzas que habían conseguido en el intento de escapar. Kate extendió sus dedos hasta el pomo de la puerta dorado.
Alguien agarró a Sofí por detrás. Sofí intentó librarse del agresor, pero no tenía demasiada fuerza y ninguno de los intentos que hacía por librarse hicieron efecto sobre él. Kate se acercó al hombre que tenía agarrada a su amiga a gran velocidad, se tiró al suelo arrastrándose por él y lanzándole una patada en la espinilla. No se inmutó. Kate entrecruzó las piernas con el atacante, subió una hasta la parte baja de su torso, dándole un golpe, y luego, giró intentando que cayese. Sofí le dio varios codazos para ayudar a su amiga.
Cayó, Sofí también cayó sobre él. Kate la ayudó a levantarse y corrieron hasta la puerta. Mientras giraba el pomo de la puerta entre sus sucios dedos llenos de polvo, la agarraron por detrás.
-¡Kate ! - gritó su amiga.
Intento librarse nuevamente. No pudo. Pronto, el hombre al que habían herido antes, agarró a Sofí por las muñecas y le colocó una mano en la boca haciéndola callar.

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