Se decidieron finalmente a entrar.
Cruzaron cuidadosamente la gruesa puerta de madera antigua y agrietada.
El local no era muy grande. Del techo colgaba una lámpara de araña que iluminaba todo el recinto. Las paredes intentaban imitar el color de la madera, y el techo construido con el este mismo material que la puerta.
El abrir de la puerta provocó un chirrido ensordecedor y desagradable.
-Hola-las saludó una anciana sonriente.
El pelo de la mujer era de un gris brillante recogido en un apretado y perfecto moño, de complexión un poco rechoncha y viejos ropajes. No parecía tener mucho contacto con la modernización.
La tienda tenía grandes y largas estanterías y percheros de complementos y ropa aparentemente fea y desfasada para alguien como ellas,que vestían ropa actual.
La anciana las invitó a probarse todo lo que desearan. Ante tal cortés invitación, decidieron pasar y mirar para no parecer groseras.
Mientras Sofí curioseaba los percheros poco convencida de encontrar algo, Kate se sentó en un pequeño, polvoriento y cómodo sofá de dos plazas que se hallaba en una de las paredes del local, al lado de dos probadores que parecían no haberse usado nunca.
Tras un largo período de espera Sofí entró rápidamente en uno de los probadores. Salió de él en unos minutos.
Había escogido un vestido rojo, corto, por encima de las rodillas, con los tirantes caídos. Ceñido a la cintura y al torso y de caderas hacia abajo acampanado. Podía notarse un leve brillo, como purpurina de color. En la cohesión de las dos mangas, justo en el centro del torso, por la parte superior, una piedra preciosa terminaba de decorar el precioso vestido.
-¿Qué tal? - preguntó y giró trescientos sesenta grados sobre sí.
-Te queda genial - contestó Kate.
-Totalmente de acuerdo - apareció por detrás de Sofí la anciana, propiciándole a esta un susto que Kate vio venir.-Solo te falta esto: esta preciosa tiara.-se la colocó sobre su cabeza.
Era completamente de plata con piedras preciosas que brillaban a la luz de la lámpara dibujando destellos en las paredes.
La pequeña corona emitió un leve destello que a penas fue apreciado por Sofí; Kate no pensó que fuese nada raro. La anciana sonrió.
-La tiara será un regalo-le dijo la anciana.
-No, por favor, dígame que le debo por todo-le preguntó Sofí.
-Nada, será un regalo. Por ser de las pocas clientes que tengo.
-Por eso debería coger el dinero, ¿no cree? - sonrió incómoda.
-En absoluto, no me hace falta-la Miró de arriba a bajo y sonrió.
-Muchísimas gracias señora-agachó un poco la cabeza, imitando una leve reverencia para dar las gracias.
-¿Tú amiga no quiere nada? - Miró a Kate de soslayo.
-No-contestó seriamente Kate.
-¿Tiene algo azul, negro y pasota? Algo que nadie se quiera poner-preguntó Sofí riendo.
-Creo que tengo algo - comentó la anciana en baja voz y se marchó a buscar entre los estantes.
Kate se levantó y le propició un puñetazo a Sofí en el hombro. Esta se quejó sin pronunciar palabra, solamente movió los labios pronunciando un <<auch>>.
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