CAPÍTULO 1: ESTEBAN

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Mamá le ha dicho a mi pequeño hermano Terry que suba a la camioneta, pero se niega a hacerlo, ha dicho que «no» sin cesar. Ahora mi Madre está un poco exasperada, todo el tiempo vive en un tipo de bordelinde. No puedo culparla, no es fácil casarte con un hombre al que creías que era el amor de tu vida y un día para otro decide irse para "hacer su propia vida". Hace dos años hemos intentado ser una familia funcional, pero al final es difícil.

Debido al abandono de mi Padre, debo tomar la responsabilidad de hacerme cargo de mi familia, la realidad es que mis ganancias trabajando en una cafetería apenas cubren lo básico, no es fácil trabajar y estudiar al mismo tiempo. Pero ni siquiera tengo el suficiente tiempo para plantearme nada.

—¡Basta Terry! —mi Madre le grita a todo pulmón mientras mi hermano patea mi asiento.

—No quiero ir, no quiero ir —le explica que no hay otro modo, ni otras opciones.

—Te mantendrás quieto, si lo haces te llevaré a donde quieras—mi Mamá resopla, mi hermano esboza una sonrisa de satisfacción.

— ¿Madre, crees que puedas recogerme saliendo del trabajo? — mientras le hago la pregunta, ella suspira, me toma de las manos y me da unos billetes para el autobús, revuelve mi cabello y le ofrezco una sonrisa.

—Mamá tengo hambre —Terry comienza a brincar en el asiento, tratando de llamar la atención.

—Pues tendrás que esperar a que Katy te lleve a Rosters —es su secretaria, y Rosters es el lugar favorito de mi hermano, hay juegos como toboganes, figuras de gran tamaño de sus superhéroes favoritos, al fin después de unos largos minutos logra mantener la cordura.

—Gracias Mamá, te quiero —mientras nos aproximamos se acercan los grandes edificios imponentes que hay en la zona empresarial, le ofrezco una sonrisa, la bolsa de emparedados que se ha convertido en un cúmulo de grasa húmeda. Cierro la puerta y apresuro mi paso, quedan tres minutos, la cafetería está enfrente de mí, así que intento esquivar las hileras de coches que se han formado por el tráfico. Empujo la puerta principal de cristal y veo a Jared, mi jefe, un poco molesto.

(...)

Entro a la escuela, lo primero que veo son los casilleros metálicos con una tabla de plástico donde están los nombres de los alumnos, me acerco mientas estoy tratando de esquivar la multitud de personas que impacientemente esperan saber su destino, veo una larga lista y encuentro mi primera materia: "Escritura referencial, 2b, pasillo 4, salón 55". Elijo la banca más alejada de las personas, la profesora nos pide trabajar en equipo, cientos de murmullos se cuelan entre estas paredes, mientras las miradas burlonas se posicionan en mí.

—Pero escuche Maestra Sara, yo no quiero trabajar con gente rarita como Esteban —todos comienzan a reírse y me siento un poco avergonzado.

—Bueno Damián creo que deberías aprender de tu compañero Esteban—se escucha de nuevo un quejido, logró escuchar los susurros del resto "ya van a hablar del favorito", "el nerd del salón", "típico de Esteban". Intento guardar la compostura, pero el rubor de mis mejillas evidencia la mezcla de vergüenza y enojo en mi rostro. Se escucha el golpetear de la puerta, veo a una chica de complexión robusta con cabellos rizados color negro y ojos azul zafiro. Parece cansada, sus cabellos están tan húmedos que parece que ha corrido un maratón, la maestra la mira amablemente.

—Pasa compañera, ¿Cuál es tu nombre? —la chica se queda perpleja.

—Yo... Samanta—emana nerviosismo.

—Hola Samanta, procura llegar temprano las siguientes clases, soy muy especial con cuestiones de puntualidad.

—Yo... lo siento —baja la mirada, mientras algunos compañeros se ríen. La clase parece amena, mientras la profesora elige a los equipos, no puedo evitar sentir cierto disgusto.

—Esteban y Samantha, la chica nueva—ambos levantamos la mano—. Ustedes trabajaran juntos, espero no tengan objeción en ello.

—No—decimos al unisonó. Después de trabajar en el análisis de un texto transcurre una hora y la clase termina. Veo a Samanta salir por la puerta y tratando de esquivar las miradas. La veo parada cerca de la puerta, está tecleando angustiada algo en su celular.

—¿Estás bien? —no quiero sonar indiscreto.

—Sí, gracias, no hace falta que finjas que quieres ser mi amigo.

—Simplemente intento ser amable—me doy cuenta de que tiene el cabello largo y su ropa parece ser costosa, lleva puesto un chaleco color morado, un pantalón de mezclilla y unas botas negras de cuero.

—¡Espera!, lo siento, es que... bueno, no estoy acostumbrada a que alguien me hable, gracias por intentarlo.

—No hay problema, aunque deberías ser un poco más amable, no eres la única que se siente incómoda entre la multitud —me volteó hacia ella, tragó saliva mientras los recuerdos de acoso en las escuelas en las que he estado aparecen en mi mente.

—Lo siento, creo que fui un poco grosera, simplemente estoy algo molesta, mi Padre me ha mandado ya a siete escuelas durante este año.

—Eso sí que es demasiado cambio, debo irme, un gusto conocerte —me hace una señal de despedida mientras yo me dirijo a la puerta de salida. Afuera hace viento, me acomodo las correas de la mochila y tomo una bocanada de aire. A lo lejos escucho el sonido de un carro que esquiva rápidamente a otros, es mi Madre, creo que se ha apiadado de mí. Una vez adentro del coche pongo a reproducir la canción de "Undestady" de Ambassadors, e intento convencerme de que el amor es un círculo que tiene un principio y fin, jurándome que jamás me voy a enamorar o eso creo. Solo que el amor, suele ser bastante imprevisto. 

El squad del desamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora