MISIÓN II: La Mansión Embrujada.

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Lady finalmente detuvo su andar en una gasolinera a las afueras de la ciudad, un pequeño comercio con servicio de 24horas le dio la bienvenida con un joven con acné que no dudó en mirarle el trasero apenas cubierto por su falda

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Lady finalmente detuvo su andar en una gasolinera a las afueras de la ciudad, un pequeño comercio con servicio de 24horas le dio la bienvenida con un joven con acné que no dudó en mirarle el trasero apenas cubierto por su falda. Se había puesto ya la chaqueta para no dar indicios de no portar el brassier y aun así Lady no pensaba tardar mucho.

Sin perder más tiempo adquirió un jugo de manzana, un emparedado y un pastelillo de chocolate. Una cajetilla de cigarros. Todo lo puso sobre el mostrador.

El pobre imberbe temblaba con su pálida cara llena de granos, rojo de las mejillas y orejas.

—¿E-es to-todo? —Preguntó tragando saliva pesadamente, intentando no mirar sus pechos.

Curiosamente divertida, Lady alzó una ceja y le señaló una caja pequeña y colorida atrás de él.

—Dame uno de esos.

—¿Eh, cu-cuáles? —Musitó viendo claramente la dirección que ella había indicado. Pero aparentaba no darse cuenta, seguramente por no querer ofenderla o algo parecido.

«Qué tierno» pensó burlona—. La caja de condones, muchacho. Dame uno —al final le musitó con delicadeza—: Quiero los morados.

Al poco rato la cazadora salió del establecimiento con una sonora carcajada atorada en su garganta que aguantó hasta haber llenado el tanque de la moto para ponerla en marcha y dirigirse a su punto de encuentro. No sin antes detenerse en una zona ciega de coches y luces para ponerse los shorts y acomodarse bien la chaqueta.

«Necesito ropa interior nueva» se lamentó por no poder encontrar comercios de ropa íntima femenina a esas horas.

O quizás sí había. No sería nada agradable pero al menos haría el intento.

Luego de comer el emparedado y beber el jugo puso marcha hacia el próximo pueblo pequeño antes de comenzar a ver solamente arena y carretera desértica.

Bajó en el pequeño estacionamiento enfrente del local de vivaces colores y parpadeantes adornos atrevidos. Lady suspiró torciendo la boca antes de entrar, disponiéndose a ignorar todo lo que viese ahí adentro y no fuese de su interés.

Entrar y conseguir algo decente en un Sex Shop no era fácil, para empezar había pocas prendas íntimas destinadas a cubrir y no a mostrar más de lo requerido. Esta vez tuvo suerte y encontró buenas ofertas en sujetadores y bragas, las cuales aseguraron las empleadas, no ofrecían cambios ni devoluciones por cuestiones de higiene.

Pagó rápido, pidió permiso para usar el baño y cambiarse. Al final salió satisfecha del local por poder moverse mucho mejor, con una bolsa roja con el logo del local, la cual refundió en el asiento de su moto, antes de ponerse en marcha.

El camino fue largo y tedioso pero rápido.

Llegó hasta el pequeño aeropuerto que le habían mencionado y se dispuso a esperar a su avioneta. Haría que subiesen su moto o se asegurasen de darle un buen sitio hasta haber concluido su trabajo.

Purificando Demonios | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora