Sábado 3, febrero

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Querido David:

Hoy salté de la cama llena de emoción, hoy es nuestra primera clase juntos. Estoy tan feliz que casi olvide despertar a mis padres antes de irme. Casi voy saltando por la calle hacía el camión, por fin podré verte, hoy sólo seremos nosotros y algunos alumnos más, y aunque me siento realmente triste porque mis amigas tampoco estarán aquí, no importa.

Mientras caminaba a la facultad descubrí que hoy no abren la entrada que da al metro, si no la entrada al estacionamiento de profesores, por lo que tengo que caminar más, pero lo vale.

Pronto veo que no hay nadie que yo conozca en el salón, y me siento en donde acostumbro, 2da fila, 2do asiento. Miró hacía la puerta con la esperanza de capturar en mi mente el momento de verte entrar, pero entra alguien que (debí suponer) ha estado enamorada de ti desde el primer día, la chica más ofrecida que he conocido en mi vida, Guadalupe. La observo por unos minutos, se sienta en la primera fila, usa ropa tan ajustada que me sorprende que no se rompa al sentarse. Ella gira la cabeza y me mira, sabe porqué estoy aquí.

Y justo en ese momento entraste. Mi corazón saltó de mi pecho, traías una camisa de cuadros azules y lucías tan guapo como de costumbre, traías en la mano un paquete de hojas que dejaste en el escritorio.

No miraste en mi dirección en ningún momento, te presentaste como siempre, pero no hiciste tu comentario de "Para impresionar paisanos", pero no importaba, yo me sentía dichosa de estar ahí.

Comenzaste a explicar el programa, la forma de evaluación y te quejaste, fue tan adorable ver tu queja, extrañaba mucho escucharte hablar, ver tus gestos y estar cerca de ti. Pero en toda la clase me ignoraste.

No pude más que sentir que yo lo había provocado, de haber metido tu grupo, las cosas serían diferentes. En cuanto diste por terminada la clase me levante y salí del salón, el dolor era grande. Me habías ignorado tanto cuando unos meses atrás tu me dijiste que nos veríamos en febrero...

Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas en silencio, eran las primeras que derramaba por ti, pero algo me decía que estás no serían las últimas.

Entre nosotros, todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora