-Capítulo 16-

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Estaba claro que no podíamos seguir todo el día de pie mirándonos. Tampoco iba a pasar nada entre nosotros cuando horas antes estaba tirándose a otra. Me costaba razonar con él enfrente mirándome de aquella manera, pero esta vez era yo quien llevaba la ventaja.

- Será mejor que me vaya.

- Te llevo a casa.

- No hace falta Bruno.

Se dirigió a la puerta haciendo caso omiso a lo que le dije. Caminamos hacia el coche. Muchas personas de alrededor se quedaban miando sin decir nada. Bruno se paró delante de un coche distinto al de la ultima vez.

- ¿Y tu otro coche?

No me respondió y subió sin dirigirme la palabra. No sabía que le pasaba, pero eso era mi menor preocupación. El camino fue silencioso y me estaba quedando dormida. Lo último que recuerdo fue parar en un semáforo en rojo.

Me desperté con un espantoso dolor de cabeza. No debería haber bebido tanto. Me arrepentia de haber ido a aquel lugar. Me levante con los ojos medio cerrados. Me molestaba tanto la luz. Sin saber como me di con la pared cayendo al suelo y haciendo que de mi nariz salieran pequeñas gotas de sangre. Ahí deberia estar mi puerta, no una pared.

- Dios Daniela ¿que cojones haces?

Bruno vino corriendo y me levanto del suelo. Vi su cara de preocupación con la sangre. Me llevo a la cocina y me sentó en un taburete. Un momento, yo no tenía taburetes en mi casa. Mire alrededor comprobando que estaba en la cabaña del bosque. 

- ¿Por qué me has traido aqui?

- Daniela relájate. Te quedaste dormida. No sabia donde llevarte.

Bruno se acerco para limpiarme la sangre. Cuando terminó me examino para ver si no era grabe. Me dio una bolsa de hielo y empezó a rebuscar en el cajón.

- Se te va a hinchar pero no es nada. Toma.

Sacó una pastilla y me tendió un vaso de agua. La cogí y de un trago me la tome. Me dolía muchísimo la cabeza, pero el dolor más intenso era el de la nariz. Fui al baño y vi que Bruno tenía razón. Se estaba hinchando y parecía que me habían metido un puñetazo. Tenía los pelos enredados y en mi cara se veía que estaba con la resaca. Seguía llevando solo la camisa de Bruno. 

Miré en los cajones del baño encontrado un peine. Me cepille el pelo y lo recogí en una coleta alta. Agradecí llevar siempre en mi muñeca izquierda una gomilla. Volví al cuarto para buscar mi ropa. Una vez encontrada me la puse corriendo para no correr el riesgo de que Bruno apareciese en el peor momento.

- Pelirroja como no vengas ya me comeré todo yo solo.

Fuí al salón encontrándome a Bruno viendo la tele sentado en el sofa. Enfrente había una mesa baja con un mantel y dos platos, en el centro había un recipiente de macarrones con queso fundido por encima.

Me senté en el sofá bajo su atenta mirada. Supongo que estaba viendo que me había cambiado por completo.

- Me gustaba más como te quedaba mi camisa.

- ¿Por qué no llevaba nada debajo?

Bruno sonrió. Seguro que lo que menos se esperaba era esa respuesta. Subí las piernas al sofá. Bruno seguía mirando cada movimiento. Recorrió todas mis pierna con la mirada hasta toparse con la mía.

Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla. Él se quedó estático. Supongo que pensando la razón por la que lo había hecho. Me tapé la cara con las manos.

- Estoy horrenda deja de mirarme.

- Me gustas más así.

- ¿Si?, ¿Qué es lo que te gusta más mi nariz hinchada o mis ojeras?

- Tú, en general.

Lo miré directamente a los ojos. Parecía que lo decía en serio. Aparté la mirada fijándola en el plato vacío.

- Gracias.

- ¿Por la comida?

- Por todo. 

Sonrió y se acercó a mi. Pegó su frente con la mía quedándose a centímetros. Notaba como mi pulso se aceleraba por momentos. Su boca se pegó a la mía y en ese momento me entró un escalofrío. Estaba tan nerviosa.

El beso era lento. Tenía la mente en blanco, el único pensamiento que tenía era que no quería que parase. Cada centímetro de mi cuerpo estaba en tensión. El estómago me estaba dando un vuelco.

Bruno se separó un centímetro parando el beso, pero para mi no era suficiente. Volví a acortar la distancia besándolo de nuevo y provocando que sonriera. Estaba apoyada en mi brazo izquierdo y notaba como estaba empezando a cansarme. 

Me apoye en Bruno. No se lo esperaba y se echó hacia atrás quedando yo encima de él en el sofá. Me recoloque aunque no me quité de encima y seguí besándolo. Bruno deslizó sus manos por mis piernas hasta llegar a mi  culo.

Unos segundos después empezó a levantar el vestido. Con un poco de mi ayuda me lo quitó. En ese momento no me daba vergüenza estar en ropa interior delante de él. Ni siquiera tener la nariz hinchada. A él tampoco parecía importarle. 

De un momento a otro se sentó en el sofá quedando yo sentada encima de él. Se levantó mientras me cogía y me llevaba al dormitorio. Me tumbó y después se colocó encima de mi. No apartó la mirada ni un segundo. 

Metió la mano entre mi espalda y el colchón y desabrochó el sujetador. empezó a recorrerme con besos que empezaban desde la boca, y se detenían en el cuello. Siguió bajando acariciando con su mano cada centímetro de mi piel.

Empezó a trazar una línea recta desde la mitad de mi pecho hasta mi ombligo. Se detuvo y me miró. Volvió a besarme en la boca con más intensidad que antes. 

- Daniela, si quieres que pare dimel...

No le deje acabar la frase. Le besé como si fuera la última vez que pudiera hacerlo. Su mano volvió a acariciarme desde el cuello hasta el principio de la única prenda que seguía llevando. Introdujo su mano dentro de mi ropa interior.

Acariciando suavemente y provocando que un gemido saliera de mi boca. Siguió acariciando y besándome. Introdujo uno de sus dedos y lo movió lentamente. Mi cuerpo empezó a tensarse cada vez más, provocando que pequeños gemidos rápidos salieran de mi boca sin control. De un momento a otro un placer intenso recorrió todo mi cuerpo seguido de una relajación extrema. 

Bruno sacó la mano y se tumbó a mi lado. Cerré los ojos procesando todo lo que había pasado. Noté como sus labios se posaban en mi frente, depositando un beso de unos segundos. Cuando se separó abrí los ojos encontrándome con los suyos. Recorrió el principio de mi coleta hasta llegar a las puntas. Cogió algunos mechones mientras los observaba. Volvió a mirarme directamente a los ojos antes de hablar.

- Me encantas pelirroja. 


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⏰ Última actualización: Jul 05, 2018 ⏰

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