Una Aventura Con Los Dorados.

Capitulo 37: La Curiosidad De Las Rosas.

Hubo un momento total de silencio, no sabían cómo reaccionar a esta escena. Yin sonrió como de costumbre y le dio la mano al chico.

Yin: A mi parecer, fue un empate.

Yato se sorprendió por un instante, pero comprendió que la chica sabía lo que había pasado. Los dorados solo se limitaron a despedirse y se dirigieron hacia la Sala del Patriarca. En el camino hacia allá, los dorados iban en silencio hasta que uno de ellos decidió hablar.

Dohko: Entonces... les debo una botella de vino?

El centauro y el toro solo rieron.

Aldebaran: Al que se la debes es a Asmita, jaja- rio levemente.

Shion: Me parece impresionante el resultado de esto, de cierta manera, creía que el chico la vencería pero... no fue como yo lo había imaginado.

Dohko: A mí lo que me parece impresionante es como Asmita supo lo que sucedería.

Sisifo: Asmita es invidente, pero sus demás sentidos son muy fuertes. No me sorprendería que él sintiera aún más que nosotros el cosmo de cada uno de los chicos.

Minutos después en la Sala del Patriarca...

Todos los dorados se encontraban reunidos ahí. La diosa Atena estaba sentada y el Patriarca estaba a un lado de ella como de costumbre.

Patriarca: Sé que como yo, todos ustedes han sentido la presencia de un cosmo maligno que crece rápidamente, y también que cada vez hay más espectros rondando la tierra.- hizo una leve pausa- Es un hecho, el dios del inframundo ha despertado.

Kardia: Ya se sabe quién es el humano en el que ha reencarnado?- pregunto el Escorpion.

Patriarca: Lamentablemente no. Y tampoco sabemos en qué lugar, y por esa razón se duplicara la seguridad y se reasignaran las guardias en los alrededores del Santuario.

Hubo un momento de silencio por parte de los dorados. Todos sabían lo que significaba el inicio de la Guerra Santa. La diosa se dio cuenta de eso, pero no se animó a decir nada y solo se limitó a observar a sus queridos caballeros con tristeza en sus ojos.

Patriarca: Nuestro deber es proteger a la diosa Atena y al mundo de la obscuridad y muerte del señor del inframundo. En unos días se les asignaran misiones de reconocimiento, así que estén pendientes. Eso es todo, ya pueden retirarse.

Todos los dorados salieron de ahí y se dirigieron a sus respectivas casas. En la casa de Libra esperando a Dohko, se encontraba Mey. Cuando este llego se le veía preocupado pero al ver a la chica fingió una sonrisa.

Dohko: Mey, que haces aquí?

Mey: Quería saber... que fue lo que le dijo la señorita Atena.

Dohko: No era nada,- mintió- solo quería reasignar las guardias en el Santuario.

Mey: Ya veo. Bien, iré a entrenar un poco.

Dohko: Esta bien- sonrió nervioso- Ten cuidado.

Mey se retiró y se fue al coliseo donde vio a lo lejos a Tenma entrenando. Estaba por acercarse cuando una brisa con aroma a rosas hizo que mirara hacia el otro extremo del coliseo, donde logro ver un caballero dorado de cabellera azul celeste. La curiosidad fue tanta que le siguió en secreto. Antes de que llegaran a la casa de Capricornio unas voces la asustaron.

Voz 1: No deberías espiar a los demás jovencita.- dijo un caballero de cabellera azul comiendo una manzana.

Voz 2: Eres muy imprudente en verdad.- dijo el otro caballero de cabellera verde y larga.

Mey: Que?! Yo solo...- intento excusarse.

Voz 1: Tus modales son horribles- siguió caminando- Deberías mantener la distancia con ese caballero si es que quieres seguir viviendo.

Voz 1: Vamos Degel, no seas tan duro con la chiquilla.

Degel: Yo solo digo la verdad, Kardia- dijo aun caminando sin mirar atrás.- Andando tenemos que ir con el Patriarca.

Kardia: Esta bien- saco una manzana y se la lanzo a Mey- No te metas en líos niña.- siguió a su compañero y desaparecieron.

Mey no quería meterse en problemas pero en verdad quería saber sobre aquel caballero de cabellera celeste, así que siguió andando intentando no ser vista.