Una Aventura Con Los Dorados.

Capítulo 12: Entrenamiento. Parte 2

Y así fue como dio comienzo la batalla; Yato comenzó a pelear con uno de los acompañantes de Danao y Mey con el otro, mientras Tenma peleaba con Danao proporcionandole golpes fuertes.

-Miren, Danao y Tenma están luchando- grito un aspirante y todos los demás se acercaron a ver la batalla formando un círculo alrededor de ellos.

Yato lanzó un golpe directo a la cara de su oponente el cuál cayó al recibirlo, pero pronto se levanto y atacó con un golpe al estomago el cuál Yato resistió.

Mey estaba en apuros, pues su contrincante era más grande y robusto que ella y cuando conectaba un golpe era como sí no le doliera, y pronto la acorralo.

Mientras tanto Tenma intentaba bloquear los golpes de Danao que eran algo rápidos para el.

Desde lejos, una capa blanca ondeaba mientras su dueño de armadura dorada observaba aquella batalla.

Danao: Eres muy lento Tenma.- dijo logrando conectar un golpe en la cara de este y luego otro en su estómago, este último lo hizo caer sofocado -Mira- se agacho, tomo la cabeza de Tenma y la dirigió en dirección de Yato que estaba en el suelo y a Mey- Por tú culpa ellos perderán está batalla- soltó su cabeza y se dirigió hasta donde se encontraba Mey y quito a su compañero.

Danao: Lo ves pequeña, te dije que perderían. Ahora enfrenta las consecuencias- dijo acercándose más.

Mey sólo lo miro con odio pues sabía que el era más fuerte, pero una chispa de enojo brillo en ella y con un fuerte cabezazo logro alejarlo un poco.

Danao se molesto mucho y la tomo del brazo.

Yato: Déjala!- dijo pero su oponente lo pateo en el rostro.

Los demás aspirantes que eran espectadores guardaron silencio, pues aquélla escena que parecía simple entrenamiento se había tornado en algo más oscuro.

Tenma: Hey! La batalla aún no termina.- dijo levantándose- Aún tengo más por dar.- sonrio un poco.

Danao soltó a Mey y se dirigió hacia donde el estaba.

Tenma sólo observó con impotencia como Yato estaba siendo aplastado por el pie de su oponente y Mey sólo lo observaba atentamente.