Capítulo 5: El retorno de Lia Gómez.

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LIA

El agua cae sobre nosotras mientras nos abrazamos. Amy ha descubierto que le encanta ducharse conmigo, y era de esperar, cualquiera pagaría por ducharse con Lia Gómez.

—¿No has notado rara a Samantha? —susurra contra mi hombro.

Niego con la cabeza porque estoy tan cómoda ahora mismo que me importa un pimiento amarillo lo que le pase a champán girl.

—Parecía muy inquieta por algo durante la cena de anoche —continúa.

Me encojo de hombros restándole importancia.

—Pensaba decirles lo de los currículums, pero creo que mejor en otro momento —resopla.

Ayer, mientras sucedía todo este drama entre Katsam, nosotras desperdiciamos el tiempo echando los currículums falsos de la abuela en las empresas de contratación. Y digo que lo desperdiciamos porque me quitó tiempo de follar, solo lo hicimos media hora y eso es muy poco tiempo.

Yo necesito follar durante cinco horas mínimo para satisfacerme.

De repente suena el móvil de Amy con la canción de "La cucaracha", y ella me mira esperando que la suelte.

—¿Piensas soltarme?

—Olvídate del móvil —susurro.

Ella sonríe, pero luego me da un pescozón.

—¡Oye! —me quejo.

Sale de la ducha dejándome marginada bajo el agua caliente. ¿Y ahora a qué me abrazo?

Veo a Lupita en una esquina junto a la puerta.

—Ah, no, por ahí no paso. No voy a abrazarte a tí —inquiero con horror.

Ella permanece en su sitio sin moverse y por un momento me planteo si sigue viva.

—¿Lupita? —susurro abriendo la ducha.

No se mueve.

Miro a Amy, está contestando la llamada mientras da vueltas por la habitación.

Salgo de la ducha y me cubro el pelo con la toalla, entonces me acerco de puntillas hasta la cucaracha.

—Lupita —susurro agachándome frente a ella.

No me creo que vaya a hacer esto.

Saco mi dedo índice y lo acerco despacio hacia el insecto. Trago fuerte mientras lucho por tocarla para ver si se mueve.

Cierro un ojo cuando ya casi la toco y antes de que pueda darme cuenta, saca sus alas y vuela hacia mí.

—¡AHHHHHHH! —grito corriendo mientras me persigue.

Me encierro en la ducha y cojo el grifo para apuntarle si se le ocurre acercarse a mí.

—¡¿Quién te crees para asustarme a mí, pedazo puta?! —exclamo —¡Maldita! ¡Amy es mía, mía, no tuya! ¡Vete de mi habitación! ¡Juro que compraré el insecticida para envenenarte y luego te descuartizaré con la chancla!

Hora De Viajar, Chicas © [3ª Temporada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora