1 de Julio

5 0 0
                                    

Simplemente un mes queda para que entre a la escuela otra vez. Pero también falta un mes para poder verte por los pasillos y encontrarte en la cafetería.

Diablos.

Comienza una nueva etapa en mi vida, y por eso mismo me siento emocionada y nerviosa a la vez.

Emocionada porque principalmente haré nuevos amigos, aprenderé y estudiaré lo que más me gusta y creo que lo más importante para mí, es que estaré un paso más adelante de lo que quiero tener y hacer, mis metas, mis objetivos, y todo lo que conformará mi vida, bueno o malo.

De aquí tomo el nerviosismo, que de muchas maneras me causa náuseas y dolores de cabeza, porque en sí, lo que pasaré es todavía algo desconocido, y temo decir que, le tengo miedo a lo desconocido. Como la otra vez que estaba hablando con mi madre una noche que la luz decidió irse, y el punto es que, me di cuenta que siempre me había dado miedo la obscuridad porque todo está negro, y no sabes qué es lo que hay frente a ti, no ves nada y todo a tu alrededor está desconocido. Me pasa lo mismo con el océano, tiene miles de kilometros de profundidad, y entre más al fondo vayas, todo se torna negro y forastero.

El pensar que tú estás en ese futuro, oculto, o sin siquiera estar ahí, me aterra. Porque ya diste el primer paso para que en ese futuro, estés más distante, más lejos, porque te mudaste a un mes de entrar a la escuela, porque de alguna forma, quizá, ya no querías verme, no querías que siguiéramos relacionándonos.

Pero está bien, toda la gente me dice que esta es una señal de que algo mejor se aproxima, pero, yo sentía que el que nosotros viviéramos solos por cinco meses, también había sido una señal, había sido el destino, ¡había pasado por una razón! y no una simple casualidad.

Así que ahora me mantengo positiva y abierta a nuevas experiencias.

Y aunque estuve entre ratos escribiendo esto, ya que planeaba dejarlo así, me meto a leer unos mensajes, y en eso me doy cuenta que tu mensaje sigue ahí, intacto, sin leer, y es que el 29 de Junio me habías marcado dos veces para pasar por la ropa que habías dejado olvidada en tu cuarto (que por cierto se me hizo bastante raro, sin embargo, no diré nada más al respecto porque ya no tiene sentido sacar conclusiones o teorías para ver si fue plan tuyo para vernos por última vez como compañeros de cuarto en esa noche. Lo siento). Claro que sabía que eras tú cuando vi que en mi teléfono marcaba el número de uno de tus amigos, y agradecí todo, agradecí que olvidaras tu ropa, agradecí no haber activado mis datos para que tu mensaje me llegara, porque me diste la oportunidad de escuchar tu voz por teléfono y hablar sin titubear o hablar sin temor a ver los ojos del otro con pena, en verdad gracias. Y gracias por demostrar siempre que puedes, que te preocupas por mí, por preguntar a donde iba, y por acabar la llamada con un "cuídate".

2 A.M thoughtsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora