Al entrar a la casa luego del paseo por el bosque encuentro a mi padre trabajando en su estudio, está haciendo un cuadro enorme del que solo alcanzo a ver lo que parecen ser unas alas. Él, al sentirme entrar en la habitación se gira hacia dónde estoy y me regala una sonrisa con todos los dientes.
―¿Qué tal te fue en el paseo? ―pregunta, observando como si supiera algo que yo no sé.
―Bieeeeen ―digo alargando la palabra con cautela.
Mi padre deja el pincel que llevaba en la mesa y se pasa las manos por el cabello, una fina capa de pintura azul le tiñe la cabellera y hace que parezca una estrella de rock de los 80". En ese momento el recuerdo de mi hermano y de mí fingiendo que papá no estaba lleno de pintura para hacerlo salir de esa manera a la calle y que todo el mundo lo viera, llega a mí como un cubo de agua helada, y un estremecimiento se apodera de mi cuerpo.
―Y... ¿Tienes algo que contar? ―La voz de papá, me hace levantar la mirada y encontrarme con sus ojos verdes curiosos. Mi padre es tan parecido a Davis, que a veces es doloroso mirarlo. Supongo que para él es lo mismo, teniendo en cuenta que éramos mellizos.
Encogiéndome de hombros, me encamino hacia la salida del estudio. No voy a tener esta conversación ahora.
―No, nada nuevo ―respondo y salgo del lugar antes que llegue a hacer otra pregunta.
La imagen de los ojos de mi padre me sigue todo el camino hasta mi habitación.
Dejándome caer en mi cama rebusco dentro de mi mochila y saco la cámara que llevé a la escuela.
Enciendo el aparato y voy pasando una por una las fotos para tratar de calmarme, hasta que encuentro las que tomé el primer día que salí a conocer el pueblo, árboles, nubes, pájaros, todo va pasando frente a mis ojos y entonces aparece él. Esta vez en la seguridad de mi habitación me permito detallar cada cosa: su postura relajada, sus brazos extendidos sobre la yerba, como su cabello quedó desordenado por la brisa... Todo. Y es imposible no impresionarse de nuevo.
Derek tiene una aura que emana tranquilidad y que al mismo tiempo parece advertirte no acercarte a él. Y eso es desesperante, y a la vez me sorprende el hecho de que logre despertar algo en mí, aunque la mayoría de las veces sea irritación o instintos asesinos. Sin embargo, cualquier sentimiento que no sea la tristeza es bien recibido.
Paso hasta llegar a las fotos que le tomé hoy y me topo con su rostro mirando fijo a la cámara, la manera en que me miró cuando notó que lo fotografiaba... Oh, Dios mío, el recuerdo de esa conversación llega a mi como un balde de agua helada, la manera en que me acerqué hasta él... ¿en qué demonios estaba pensando cuando hice eso? ¿Es que acaso estaba poseída? Ahora sí debe pensar que realmente soy una acosadora, cómo si necesitara algún incentivo más para su creciente ego... Tapo mi rostro con mis manos, la vergüenza se apodera de mí.
¿Y ahora que mierda voy a decirle?
(...)
¿Han tenido alguna vez esa sensación de que tendrán un mal día? ¿Esa pesadez en el cuerpo y ese sentimiento de ansiedad y angustia que les recorre cada molécula? Bueno esa es justo la manera en que yo me siento, y no me refiero solo al hecho de que mi despertador no sonó, y que ahora me dirijo a la escuela con un margen de tres minutos para llegar. Sino simplemente al hecho de que hoy no es un día bueno. La noche anterior volví a tener pesadillas, hace algunas semanas que no me pasaba y el hecho que regresaran me tomó de sorpresa; cada vez que me levantaba sollozando en la madrugada e intentaba volver a dormir los sueños regresaban, solo que en mi caso no son sueños, sino recuerdos y en todos y cada uno de ellos mi hermano muere.
ESTÁS LEYENDO
Lo que creíamos perdido ©
Teen Fiction¿Qué pasa cuando tu vida da un giro de 180 grados? Con la muerte de su hermano y ganas de empezar desde cero, Gabriel y su padre deciden comenzar de nuevo en un pequeño pueblo en busca de algo de tranquilidad. Lo que ella no tenía planeado, es que...